El Bolsón: emotivo homenaje a los pioneros en las actividades de montaña

Al conmemorar ayer el Día del Montañés, Gerardo Rudolph no dudó en destacar a Rodolfo Venzano como “el verdadero pionero de las actividades de montaña en la región”, quien fundó el Club Andino Piltriquitrón en 1946.

06 AGO 2021 - 9:35 | Actualizado

Al respecto, recordó que “fue el primero en recorrer todos nuestros cerros y fue protagonista principal del rescate del andinista cordobés Nilo Silvestrone en el cerro Tres Picos”, en una excursión en 1964, donde perdieron la vida dos de sus compañeros y quedó malherido.

En coincidencia, valoró “sus conocimientos en cartografía, con un mapa de región hasta ahora vigente, que elaboró mientras hacía sus recorridos a pie. En el año ’60, tuve la suerte de subir con él hasta el Hielo Azul, donde nos hizo poner alpargatas con suela de yute para no resbalar en la nieve. Con una piqueta, cruzamos seguros todo el filo gracias a su recomendación”, recalcó.

Enseguida justificó su amor por la montaña “en la pasión heredada de mi padre, Albrecht Rudolph (cuyo nombre lleva el refugio ubicado en la base del cerro Perito Moreno), quien también trabajó mucho para el club andino. Hoy son mis hijos y nietos quienes disfrutan del esquí en este rincón privilegiado del mundo”, graficó.

De igual modo, evocó “los comienzos de los deportes invernales en las laderas del cerro Piltriquitrón, porque eran las pistas más accesibles por aquellos años y nevaba mucho más que ahora”.

Más tarde, “por una iniciativa de Mario Marqués, se decidió construir el complejo en el cerro Perito Moreno, ya que él trabajaba en un aserradero de la Pampa de Soria y pasaba las tardes mirando las pendientes. Pronto nos convenció de estudiarlo más en profundidad e invitamos a Pablo Rosenjer y Vicente Ojeda, especialistas de Bariloche, para que nos dieran su opinión. Después de ver el Plateau –una verdadera joya-, no tuvieron dudas en recomendar allí las inversiones a futuro”, puntualizó.

En las paredes de su oficina, Gerardo Rudolph atesora “un verdadero museo del esquí”, con tablas, bastones, una mochila, piquetas y grampas de la década del ’50, que se entrecruzan con los equipos de última generación que exhibe su nieto Julián (director de actividades de montaña). Al respecto, evocó que incluso “hubo un carpintero en Lago Puelo que llegó a fabricar un par de esquíes. Para ponerse los herrajes había que estar luchando media hora (se ríe). Ahora es todo automático, más fácil y muy seguro”, comparó.

Tras indicar que “el martes cumplí 79 años”, reconoció que “hasta el invierno pasado todavía esquiaba, pero en esta temporada ya no porque tengo algunos problemas en las rodillas. Igual me gusta subir y andar con raquetas, las caminatas en el Plateau son muy lindas”, aseguró.

Un personaje

Rodolfo Venzano nació en Adrogué en 1904. Su abuelo lo llevó a estudiar a Ginebra (Suiza) hasta 1918, donde también descubrió su vocación por la aviación. El 9 de julio de 1930 fue el comandante de la primera escuadrilla de 18 aviones civiles que volaron sobre la Plaza de Mayo. Con 29 años y el título de médico bajo el brazo, llegó a Bariloche en 1933 y se quedó dos años. Además de su trabajo en el hospital, dedicó sus horas libres a recorrer la zona, “relevándola topográficamente hasta elaborar el primer mapa turístico, publicado en 1935”, destacan las crónicas de entonces.

En una de esas excursiones, en 1934, llegó caminando hasta Mallín Ahogado (120 km) y descendió hasta el valle del río Azul, donde se encontró con los colonos. Pronto lo convencieron de mudarse al pueblo de El Bolsón, que por esos años no tenía más de 300 habitantes y no contaba con un profesional que los atendiera.

Fue naturalista y geógrafo por excelencia, con una formación multidisciplinaria sorprendente y de notable aptitud para los desafíos. Graduado en medicina y cirujano, versado en botánica, geología, meteorología, andinista de alma, además de aviador, fotógrafo y artista plástico, Venzano pronto descubrió que la Comarca Andina era su lugar en el mundo.

06 AGO 2021 - 9:35

Al respecto, recordó que “fue el primero en recorrer todos nuestros cerros y fue protagonista principal del rescate del andinista cordobés Nilo Silvestrone en el cerro Tres Picos”, en una excursión en 1964, donde perdieron la vida dos de sus compañeros y quedó malherido.

En coincidencia, valoró “sus conocimientos en cartografía, con un mapa de región hasta ahora vigente, que elaboró mientras hacía sus recorridos a pie. En el año ’60, tuve la suerte de subir con él hasta el Hielo Azul, donde nos hizo poner alpargatas con suela de yute para no resbalar en la nieve. Con una piqueta, cruzamos seguros todo el filo gracias a su recomendación”, recalcó.

Enseguida justificó su amor por la montaña “en la pasión heredada de mi padre, Albrecht Rudolph (cuyo nombre lleva el refugio ubicado en la base del cerro Perito Moreno), quien también trabajó mucho para el club andino. Hoy son mis hijos y nietos quienes disfrutan del esquí en este rincón privilegiado del mundo”, graficó.

De igual modo, evocó “los comienzos de los deportes invernales en las laderas del cerro Piltriquitrón, porque eran las pistas más accesibles por aquellos años y nevaba mucho más que ahora”.

Más tarde, “por una iniciativa de Mario Marqués, se decidió construir el complejo en el cerro Perito Moreno, ya que él trabajaba en un aserradero de la Pampa de Soria y pasaba las tardes mirando las pendientes. Pronto nos convenció de estudiarlo más en profundidad e invitamos a Pablo Rosenjer y Vicente Ojeda, especialistas de Bariloche, para que nos dieran su opinión. Después de ver el Plateau –una verdadera joya-, no tuvieron dudas en recomendar allí las inversiones a futuro”, puntualizó.

En las paredes de su oficina, Gerardo Rudolph atesora “un verdadero museo del esquí”, con tablas, bastones, una mochila, piquetas y grampas de la década del ’50, que se entrecruzan con los equipos de última generación que exhibe su nieto Julián (director de actividades de montaña). Al respecto, evocó que incluso “hubo un carpintero en Lago Puelo que llegó a fabricar un par de esquíes. Para ponerse los herrajes había que estar luchando media hora (se ríe). Ahora es todo automático, más fácil y muy seguro”, comparó.

Tras indicar que “el martes cumplí 79 años”, reconoció que “hasta el invierno pasado todavía esquiaba, pero en esta temporada ya no porque tengo algunos problemas en las rodillas. Igual me gusta subir y andar con raquetas, las caminatas en el Plateau son muy lindas”, aseguró.

Un personaje

Rodolfo Venzano nació en Adrogué en 1904. Su abuelo lo llevó a estudiar a Ginebra (Suiza) hasta 1918, donde también descubrió su vocación por la aviación. El 9 de julio de 1930 fue el comandante de la primera escuadrilla de 18 aviones civiles que volaron sobre la Plaza de Mayo. Con 29 años y el título de médico bajo el brazo, llegó a Bariloche en 1933 y se quedó dos años. Además de su trabajo en el hospital, dedicó sus horas libres a recorrer la zona, “relevándola topográficamente hasta elaborar el primer mapa turístico, publicado en 1935”, destacan las crónicas de entonces.

En una de esas excursiones, en 1934, llegó caminando hasta Mallín Ahogado (120 km) y descendió hasta el valle del río Azul, donde se encontró con los colonos. Pronto lo convencieron de mudarse al pueblo de El Bolsón, que por esos años no tenía más de 300 habitantes y no contaba con un profesional que los atendiera.

Fue naturalista y geógrafo por excelencia, con una formación multidisciplinaria sorprendente y de notable aptitud para los desafíos. Graduado en medicina y cirujano, versado en botánica, geología, meteorología, andinista de alma, además de aviador, fotógrafo y artista plástico, Venzano pronto descubrió que la Comarca Andina era su lugar en el mundo.


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