Editorial / Federalismo, salarios y vasos de arena

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25 SEP 2021 - 21:05 | Actualizado

Que el Gobierno provincial había recibido el convite a bajar su lista de candidatos a legisladores nacionales para beneficiar al Frente de Todos, a cambio de obras y fondos aportados por el Gobierno nacional, es una de las últimas afrentas al federalismo, que tanto lugar ocupa en las bocas de los gobernantes de turno y tan pocos resultados concretos tiene para mostrar.

Aun dándole poco de crédito al presunto pedido –extorsivo-de la Casa Rosada al gobernador Mariano Arcioni –nunca confirmado ni desmentido, pero a priori por lo menos inocuo y hasta casi inútil como estrategia para intentar revivir la debilidad de la lista chubutense del FdT-, las formas que casi todos los gobiernos nacionales, no importa el color, han tenido en los últimos años para tratar a Chubut, no son más que un “federalismo” a la argentina que apenas si se utiliza como herramienta de disciplinamiento para colectar votos, y no como “todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal”, como reza la Carta Magna en su Artículo 121 sobre el poder real que tienen las provincias.

No es menos cierto que esa actitud de los gobiernos nacionales de turno es ejercida muchas veces ante el silencio de los gobiernos provinciales que, en vez de levantar la voz para reclamar por sus derechos, terminan firmando acuerdos fiscales y resignando derechos. Ocurrió hace pocos años cuando el entonces gobernador Martín Buzzi desestimó reclamos millonarios a Nación a cambio de muy poco. O hace 35 años cuando el entonces gobernador Atilio Viglione cedió puntos de regalías a cambio de obras que nunca llegaron.

Aún en el caso de que ambos ejemplos puedan tener explicaciones y argumentos que permitan entender el contexto de cada momento, los perjuicios económicos que le causaron a la Provincia son notables y sus consecuencias se siguen pagando. Año a año, mes a mes, día a día.

Parir paritarias

El rechazo que sufrió esta semana que pasó la oferta salarial del Gobierno provincial a los gremios estatales no quedó sólo en una negativa pública sino en paro de actividades centrales. El de los gremios docentes (viernes pasado y mañana) o las 120 horas de los trabajadores de la salud que arrancan este lunes, forman parte de un desgaste que el Ejecutivo podría haber aminorado.

Es razonable la postura medida de un Gobierno que salió de entre las llamas de una pandemia financiera que todavía está lejos de extinguirse, y que apenas si permitió regularizar los sueldos atrasados y empezar a pagar en tiempo y forma. Pero una suba de 30% en tres tramos de 10% lejanos entre sí –la última cuota se pagaría en febrero de 2022, en el mejor de los casos- tiene gusto a poco.

Es verdad, también, que el Gobierno no quiere prometer nada que no pueda pagar -el que se quema con leche…- y entonces las negociaciones se endurecerán si no hay una ingeniería financiera que permita el ingreso de fondos frescos para afrontar compromisos salariales más atractivos para un sector que hace varios años que no recibe aumentos.

También en este caso el federalismo de verdad podría aportar herramientas más sanas para que las provincias se mantengan a flote, además de los tradicionales -y discrecionales- Aportes del Tesoro Nacional (ATN) o las Letras a tasas usurarias.

El terreno que se perdió no se va a recuperar mágicamente pero la agenda del Gobierno provincial –de este y del que venga- y de los legisladores nacionales debería incluir cuanto antes reclamos, negociaciones y resultados concretos que permitan recomponer parte de los perdido en estas casi cuatro décadas. No se trata de subirse a un banquito y gritar los reclamos. Se trata de sentarse a la misma mesa a defender los intereses de Chubut e ir a golpear todos juntos las puertas que haya que golpear. Y dejar de votar en el Congreso a libro cerrado con disciplina partidaria, y empezar a rendir cuentas a los que los pusieron en esas bancas.

No aclares que oscurece

En este sentido, y bajando más al llano de la política partidaria, la presunta intención de la Casa Rosada por darle un empujón a sus candidatos en Chubut tropezó con una de las pasiones de la gestión de Alberto Fernández: intentar comunicar y tirarse tiros a los pies al mismo tiempo. Hacer decir al Presidente que sus candidatos eran los candidatos de los gobernadores, fue uno –otro- de los papelones innecesarios que alguien le hizo pagar al jefe de Estado, obligando luego a hundirse un poco más en el barro escribiendo un tuit en la cuenta @alferdez, que tiene 2,1 millones de seguidores, para aclarar que sus candidatos en Chubut eran otros, no los del gobernador. Un vaso de arena en medio del desierto.#

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25 SEP 2021 - 21:05

Que el Gobierno provincial había recibido el convite a bajar su lista de candidatos a legisladores nacionales para beneficiar al Frente de Todos, a cambio de obras y fondos aportados por el Gobierno nacional, es una de las últimas afrentas al federalismo, que tanto lugar ocupa en las bocas de los gobernantes de turno y tan pocos resultados concretos tiene para mostrar.

Aun dándole poco de crédito al presunto pedido –extorsivo-de la Casa Rosada al gobernador Mariano Arcioni –nunca confirmado ni desmentido, pero a priori por lo menos inocuo y hasta casi inútil como estrategia para intentar revivir la debilidad de la lista chubutense del FdT-, las formas que casi todos los gobiernos nacionales, no importa el color, han tenido en los últimos años para tratar a Chubut, no son más que un “federalismo” a la argentina que apenas si se utiliza como herramienta de disciplinamiento para colectar votos, y no como “todo el poder no delegado por esta Constitución al Gobierno Federal”, como reza la Carta Magna en su Artículo 121 sobre el poder real que tienen las provincias.

No es menos cierto que esa actitud de los gobiernos nacionales de turno es ejercida muchas veces ante el silencio de los gobiernos provinciales que, en vez de levantar la voz para reclamar por sus derechos, terminan firmando acuerdos fiscales y resignando derechos. Ocurrió hace pocos años cuando el entonces gobernador Martín Buzzi desestimó reclamos millonarios a Nación a cambio de muy poco. O hace 35 años cuando el entonces gobernador Atilio Viglione cedió puntos de regalías a cambio de obras que nunca llegaron.

Aún en el caso de que ambos ejemplos puedan tener explicaciones y argumentos que permitan entender el contexto de cada momento, los perjuicios económicos que le causaron a la Provincia son notables y sus consecuencias se siguen pagando. Año a año, mes a mes, día a día.

Parir paritarias

El rechazo que sufrió esta semana que pasó la oferta salarial del Gobierno provincial a los gremios estatales no quedó sólo en una negativa pública sino en paro de actividades centrales. El de los gremios docentes (viernes pasado y mañana) o las 120 horas de los trabajadores de la salud que arrancan este lunes, forman parte de un desgaste que el Ejecutivo podría haber aminorado.

Es razonable la postura medida de un Gobierno que salió de entre las llamas de una pandemia financiera que todavía está lejos de extinguirse, y que apenas si permitió regularizar los sueldos atrasados y empezar a pagar en tiempo y forma. Pero una suba de 30% en tres tramos de 10% lejanos entre sí –la última cuota se pagaría en febrero de 2022, en el mejor de los casos- tiene gusto a poco.

Es verdad, también, que el Gobierno no quiere prometer nada que no pueda pagar -el que se quema con leche…- y entonces las negociaciones se endurecerán si no hay una ingeniería financiera que permita el ingreso de fondos frescos para afrontar compromisos salariales más atractivos para un sector que hace varios años que no recibe aumentos.

También en este caso el federalismo de verdad podría aportar herramientas más sanas para que las provincias se mantengan a flote, además de los tradicionales -y discrecionales- Aportes del Tesoro Nacional (ATN) o las Letras a tasas usurarias.

El terreno que se perdió no se va a recuperar mágicamente pero la agenda del Gobierno provincial –de este y del que venga- y de los legisladores nacionales debería incluir cuanto antes reclamos, negociaciones y resultados concretos que permitan recomponer parte de los perdido en estas casi cuatro décadas. No se trata de subirse a un banquito y gritar los reclamos. Se trata de sentarse a la misma mesa a defender los intereses de Chubut e ir a golpear todos juntos las puertas que haya que golpear. Y dejar de votar en el Congreso a libro cerrado con disciplina partidaria, y empezar a rendir cuentas a los que los pusieron en esas bancas.

No aclares que oscurece

En este sentido, y bajando más al llano de la política partidaria, la presunta intención de la Casa Rosada por darle un empujón a sus candidatos en Chubut tropezó con una de las pasiones de la gestión de Alberto Fernández: intentar comunicar y tirarse tiros a los pies al mismo tiempo. Hacer decir al Presidente que sus candidatos eran los candidatos de los gobernadores, fue uno –otro- de los papelones innecesarios que alguien le hizo pagar al jefe de Estado, obligando luego a hundirse un poco más en el barro escribiendo un tuit en la cuenta @alferdez, que tiene 2,1 millones de seguidores, para aclarar que sus candidatos en Chubut eran otros, no los del gobernador. Un vaso de arena en medio del desierto.#


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