Antes de esa resolución de cancelación de su visa, el serbio estuvo retenido durante ocho horas en el Aeropuerto Internacional Tullamarine de la mencionada ciudad de Melbourne, donde finalmente fue notificado de que debe retornar a su país de origen "en el primer vuelo disponible", informó puntualmente el sitio de noticias australiano The Age.
"La visa de Novak Djokovic fue cancelada y le informaron que debe abandonar el país este mismo jueves (hay 14 horas de diferencia con Argentina) porque no logró demostrarle a la Fuerza Fronteriza local la evidencia suficiente para su exención médica", remarcó el medio.
Djokovic había sido habilitado para jugar el Abierto con una medida excepcional que solamente a él le permitía participar sin tener ningún tipo de vacuna contra el coronavirus aplicada, algo que constituye una exigencia inexcusable para el resto de los tenistas intervinientes, lo que de por sí despertó grandes polémicas en el ámbito de este deporte.
Claro que ese registro de excepcionalidad planteado no tuvo su correlato con las disposiciones del estado de Victoria, del que Melbourne es su capital, y cuando Djokovic fue notificado de la cuestión ya estaba en vuelo para disputar el primer Grand Slam del año.
Así que inmediatamente al pisar el aeropuerto local, Djokovic fue retenido por las autoridades de la Fuerza Fronteriza, que le quitaron su celular y virtualmente lo mantuvieron "incomunicado", mientras su equipo de asistentes debía esperar en el hall del lugar escoltado por dos oficiales de seguridad.
El primero en salir a protestar contra esa medida fue el propio padre del tenista, Srdjan Djokovic, que en declaraciones a medios serbios replicadas por el Canal 7 local, manifestó respecto de la negativa de su hijo a vacunarse contra el Covid-19 que ella representa "una lucha por la libertad en el mundo, no sólo una de Novak. Si no lo dejan ir saldremos a las calles porque es una lucha de todos", expresó Djokovic padre.
Y acto seguido quien intervino, llevando el asunto ya a esferas diplomáticas, fue el propio presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, luego de lograr ponerse en contacto con el tenista.
"Recién hablé con Novak y le dije que toda Serbia está con él. Por eso nuestras autoridades están tomando todas las medidas para detener el acoso al mejor tenista del mundo en el menor tiempo posible. De acuerdo con todas las normas del derecho público internacional nuestro país luchará por él, por la justicia y la verdad", advirtió públicamente. La respuesta inmediata a esa manifestación fue la cancelación de la visa de Djokovic, mientras que algunos medios europeos salían en defensa del tenista y por ejemplo el británico The Telegraph tituló "lo tratan como un criminal", aunque las autoridades australianas advirtieron que al tenista lo rigen las mismas normas vigentes para todos.
La cuestión ya había empezado su escalada diplomática internacional cuando el propio primer ministro, Scott Morrison le dejó una fuerte advertencia a Djokovic al señalarla que "si las pruebas para su exención médica son insuficientes, no se lo tratará de forma diferente a los demás y estará en el siguiente avión de vuelta a casa, porque no tendría que haber reglas especiales para él en absoluto".
Djokovic llegó a Australia procedente de Marbella, donde realizó la preparación previa a este torneo que ya ganó en nueve oportunidades, y va por su 21er. Gran Slam para convertirse en el más ganador de la historia de los grandes certámenes.
La historia de Djokovic, de 34 años, como reconocido "antivacunas", tuvo su momento más candente en junio de 2020, cuando organizó el denominado "Adria Tour", que no era otra cosa que un par de torneos de exhibición entre amigos en los que no se respetaban distanciamientos sociales ni se exigían barbijos a participantes ni público presente.
El recorrido que se inició en su ciudad natal, Belgrado, y continuó en la croata Zadar, terminó en un desastre, con gran cantidad de contagiados, incluyendo al propio Djokovic, quien informó ser positivo de coronavirus del 23 de junio de ese 2020. Ahora la "cruzada" antivacunas, pese a sus pretendidos privilegios, se le volvió en contra.
Antes de esa resolución de cancelación de su visa, el serbio estuvo retenido durante ocho horas en el Aeropuerto Internacional Tullamarine de la mencionada ciudad de Melbourne, donde finalmente fue notificado de que debe retornar a su país de origen "en el primer vuelo disponible", informó puntualmente el sitio de noticias australiano The Age.
"La visa de Novak Djokovic fue cancelada y le informaron que debe abandonar el país este mismo jueves (hay 14 horas de diferencia con Argentina) porque no logró demostrarle a la Fuerza Fronteriza local la evidencia suficiente para su exención médica", remarcó el medio.
Djokovic había sido habilitado para jugar el Abierto con una medida excepcional que solamente a él le permitía participar sin tener ningún tipo de vacuna contra el coronavirus aplicada, algo que constituye una exigencia inexcusable para el resto de los tenistas intervinientes, lo que de por sí despertó grandes polémicas en el ámbito de este deporte.
Claro que ese registro de excepcionalidad planteado no tuvo su correlato con las disposiciones del estado de Victoria, del que Melbourne es su capital, y cuando Djokovic fue notificado de la cuestión ya estaba en vuelo para disputar el primer Grand Slam del año.
Así que inmediatamente al pisar el aeropuerto local, Djokovic fue retenido por las autoridades de la Fuerza Fronteriza, que le quitaron su celular y virtualmente lo mantuvieron "incomunicado", mientras su equipo de asistentes debía esperar en el hall del lugar escoltado por dos oficiales de seguridad.
El primero en salir a protestar contra esa medida fue el propio padre del tenista, Srdjan Djokovic, que en declaraciones a medios serbios replicadas por el Canal 7 local, manifestó respecto de la negativa de su hijo a vacunarse contra el Covid-19 que ella representa "una lucha por la libertad en el mundo, no sólo una de Novak. Si no lo dejan ir saldremos a las calles porque es una lucha de todos", expresó Djokovic padre.
Y acto seguido quien intervino, llevando el asunto ya a esferas diplomáticas, fue el propio presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, luego de lograr ponerse en contacto con el tenista.
"Recién hablé con Novak y le dije que toda Serbia está con él. Por eso nuestras autoridades están tomando todas las medidas para detener el acoso al mejor tenista del mundo en el menor tiempo posible. De acuerdo con todas las normas del derecho público internacional nuestro país luchará por él, por la justicia y la verdad", advirtió públicamente. La respuesta inmediata a esa manifestación fue la cancelación de la visa de Djokovic, mientras que algunos medios europeos salían en defensa del tenista y por ejemplo el británico The Telegraph tituló "lo tratan como un criminal", aunque las autoridades australianas advirtieron que al tenista lo rigen las mismas normas vigentes para todos.
La cuestión ya había empezado su escalada diplomática internacional cuando el propio primer ministro, Scott Morrison le dejó una fuerte advertencia a Djokovic al señalarla que "si las pruebas para su exención médica son insuficientes, no se lo tratará de forma diferente a los demás y estará en el siguiente avión de vuelta a casa, porque no tendría que haber reglas especiales para él en absoluto".
Djokovic llegó a Australia procedente de Marbella, donde realizó la preparación previa a este torneo que ya ganó en nueve oportunidades, y va por su 21er. Gran Slam para convertirse en el más ganador de la historia de los grandes certámenes.
La historia de Djokovic, de 34 años, como reconocido "antivacunas", tuvo su momento más candente en junio de 2020, cuando organizó el denominado "Adria Tour", que no era otra cosa que un par de torneos de exhibición entre amigos en los que no se respetaban distanciamientos sociales ni se exigían barbijos a participantes ni público presente.
El recorrido que se inició en su ciudad natal, Belgrado, y continuó en la croata Zadar, terminó en un desastre, con gran cantidad de contagiados, incluyendo al propio Djokovic, quien informó ser positivo de coronavirus del 23 de junio de ese 2020. Ahora la "cruzada" antivacunas, pese a sus pretendidos privilegios, se le volvió en contra.