Editorial / Se escribe “renta hídrica”, se pronuncia “Aluar”

Leé La Columna del Domingo, lel tradicional editorial de la edición impresa de Jornada.

Los diputados provinciales Carlos Mantegna y Rafael Williams y su jefe ideológico Ricardo Bestene.
17 DIC 2022 - 20:56 | Actualizado 17 DIC 2022 - 22:09

Siempre hay una frase de Perón para explicar muchas cosas inexplicables del peronismo. Una vez dijo: “Yo tenía un perro que se llamaba León, y yo lo llamaba... ‘León, León’, y León venía; pero yo sabía que no era un león, era un perro. Lo mismo pasa con algunos que se llaman peronistas: yo los llamo y vienen, pero yo sé que no son peronistas”.

Más allá de la fina ironía del líder, hay muchos dirigentes del peronismo actual a los que les cabe esta alegoría. En Chubut, por ejemplo, está lleno de “leones” que no son perros. Ni peronistas.

La aprobación el jueves pasado de la mentada ley de renta hídrica, en la última sesión ordinaria del año de la Legislatura, casi por la ventana, con ausencias notables, fallas en el sistema electrónico de voto y con muy pocos oradores, fue el símbolo de un año legislativo penoso. Sesiones meteóricas, falta de discusión, aprobaciones a libro cerrado y una mezcolanza de bloques e ideologías de ocasión que deberán ser tenidas en cuenta por todos los ciudadanos en 2023, cuando se vote para cambiar -entre muchas otras categorías- a la actual composición de la Cámara.

A esta altura, la renta hídrica ya casi es una anécdota política. Se sabe que los diputados peronistas, con apoyo de legisladores oficialistas, aprobaron una ley inaplicable, anticonstitucional. Un verdadero mamarracho jurídico disfrazado para ocultar lo que pretenden sus autores: que en 2025 se prorrogue el contrato de concesión al actual operador, el Grupo Aluar, en vez de impulsar que el control pase a manos del Estado chubutense.

Más allá de los argumentos cínicos que dieron sus impulsores, los veteranos diputados Carlos Mantegna y Rafael Williams, y su jefe ideológico, el contador cordillerano Ricardo Bestene, no se puede ocultar detrás del texto de la ley aprobada -ni siquiera con las cuarenta modificaciones que se hicieron- que el presunto “beneficio” para los cordilleranos es una falacia insostenible: “La renta hídrica significará 7,5 millones de pesos por mes para repartir entre 14 municipios más comunas rurales”, dijo sin ponerse colorado Mantegna para explicar la enorme “ganancia” para los pobladores de los departamentos cordilleranos. Vergonzoso.

En verdad, se escribe “renta hídrica” pero se pronuncia “Aluar”.

Patear para adelante

En medio de estos berenjenales políticos, la Legislatura perdió tiempo en aprobar una ley inaplicable y tuvo que convocar a una sesión especial para el 22 de diciembre para intentar aprobar cosas más importantes, como el Presupuesto 2023.

Se estima -sólo se estima, porque ya nadie se anima a confirmar- que en esa última sesión del jueves próximo, entre sidra y pan dulces, los diputados se van a poner los pantalones largos y van a decidir de una vez por todas las reglas de juego con las que piensa convocar a votar el año próximo a todos los ciudadanos.

Eso sí, aunque siga siendo como hasta ahora, o sin PASO o con lemas, al peronismo se le hará difícil terminar de configurar un proyecto de consenso para intentar recuperar la Provincia. A esta altura del año, el gobernador Mariano Arcioni pasó a ser el líder menos pensado del PJ chubutense. Hasta hace un tiempo, muchos dirigentes peronistas lo detestaban y hasta le hacían bullying mediático. Ahora, es el único que se sienta en la mesa nacional de la Liga de los Gobernadores (peronistas), que la semana pasada se reunió con la CGT para empezar a definir los lineamientos con los que el peronismo nacional intentará retener el Gobierno nacional tras el renunciamiento de Cristina y la cada vez más grisácea gestión del Alberto Fernández.

Arcioni tampoco debe exagerar o creerse a pie juntillas lo que le dice su círculo íntimo. Una cosa es ser un jugador relevante para tratar de ordenar el tablero y otra cosa es que lo convenzan de que se puede ir por una “declaración de inconstitucionalidad” para que el Superior Tribunal de Justicia lo habilite para un nuevo mandato.

El gobernador es hoy el principal actor político de Chubut pero debería utilizar ese poder para tratar de ordenar al peronismo y a sus aliados -entre los que está el Frente Renovador de su íntimo amigo Sergio Massa- detrás de un proyecto electoral posible.

Cada vez más distintos

Las diferencias entre el vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque, se profundizan. Los dos dirigentes que aspiran a suceder a Arcioni ya no sólo no coinciden en aspectos básicos de cómo debería proyectarse la Provincia, sino que defienden intereses distintos en la Legislatura. La ley de renta hídrica fue un ejemplo: mientras los legisladores que responden al vicegobernador votaron en contra del proyecto, los que responden al intendente comodorense levantaron sus manos como resortes. Es más, el agradecimiento en particular que le hizo a Luque el diputado Mantegna por el “trabajo en conjunto” para que salga la polémica ley, exime de cualquier análisis lo sucedido.

Curiosamente, los argumentos de que una ley de este tipo debería haber sido debatida con todos los sectores y que no había tanto apuro para aprobarla entre gallos y medianoche en la última sesión ordinaria del año, vino desde una banca ocupada por una radical. La diputada María Andrea Aguilera hizo una clara descripción de las falencias que tiene la ley aprobada. Y su aliado político, el senador Ignacio “Nacho” Torres hasta presentó un proyecto para que Hidroeléctrica Futaleufú pase a manos de la Provincia.

El peronismo de Chubut está en una encrucijada histórica. Ya no sólo está en riesgo su capacidad de ser una alternativa de gobierno sino que muchos de sus dirigentes siguen desdibujando ideales básicos del peronismo, como defender los intereses del pueblo, poner al capital al servicio de la economía, y a la economía a disposición de la justicia social.

Como dijo Arturo Jauretche, “no se trata de cambiar de collar sino de dejar de ser perro”. Y en Chubut, hay muchos peronistas que prefieren seguir siendo perros.#

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Los diputados provinciales Carlos Mantegna y Rafael Williams y su jefe ideológico Ricardo Bestene.
17 DIC 2022 - 20:56

Siempre hay una frase de Perón para explicar muchas cosas inexplicables del peronismo. Una vez dijo: “Yo tenía un perro que se llamaba León, y yo lo llamaba... ‘León, León’, y León venía; pero yo sabía que no era un león, era un perro. Lo mismo pasa con algunos que se llaman peronistas: yo los llamo y vienen, pero yo sé que no son peronistas”.

Más allá de la fina ironía del líder, hay muchos dirigentes del peronismo actual a los que les cabe esta alegoría. En Chubut, por ejemplo, está lleno de “leones” que no son perros. Ni peronistas.

La aprobación el jueves pasado de la mentada ley de renta hídrica, en la última sesión ordinaria del año de la Legislatura, casi por la ventana, con ausencias notables, fallas en el sistema electrónico de voto y con muy pocos oradores, fue el símbolo de un año legislativo penoso. Sesiones meteóricas, falta de discusión, aprobaciones a libro cerrado y una mezcolanza de bloques e ideologías de ocasión que deberán ser tenidas en cuenta por todos los ciudadanos en 2023, cuando se vote para cambiar -entre muchas otras categorías- a la actual composición de la Cámara.

A esta altura, la renta hídrica ya casi es una anécdota política. Se sabe que los diputados peronistas, con apoyo de legisladores oficialistas, aprobaron una ley inaplicable, anticonstitucional. Un verdadero mamarracho jurídico disfrazado para ocultar lo que pretenden sus autores: que en 2025 se prorrogue el contrato de concesión al actual operador, el Grupo Aluar, en vez de impulsar que el control pase a manos del Estado chubutense.

Más allá de los argumentos cínicos que dieron sus impulsores, los veteranos diputados Carlos Mantegna y Rafael Williams, y su jefe ideológico, el contador cordillerano Ricardo Bestene, no se puede ocultar detrás del texto de la ley aprobada -ni siquiera con las cuarenta modificaciones que se hicieron- que el presunto “beneficio” para los cordilleranos es una falacia insostenible: “La renta hídrica significará 7,5 millones de pesos por mes para repartir entre 14 municipios más comunas rurales”, dijo sin ponerse colorado Mantegna para explicar la enorme “ganancia” para los pobladores de los departamentos cordilleranos. Vergonzoso.

En verdad, se escribe “renta hídrica” pero se pronuncia “Aluar”.

Patear para adelante

En medio de estos berenjenales políticos, la Legislatura perdió tiempo en aprobar una ley inaplicable y tuvo que convocar a una sesión especial para el 22 de diciembre para intentar aprobar cosas más importantes, como el Presupuesto 2023.

Se estima -sólo se estima, porque ya nadie se anima a confirmar- que en esa última sesión del jueves próximo, entre sidra y pan dulces, los diputados se van a poner los pantalones largos y van a decidir de una vez por todas las reglas de juego con las que piensa convocar a votar el año próximo a todos los ciudadanos.

Eso sí, aunque siga siendo como hasta ahora, o sin PASO o con lemas, al peronismo se le hará difícil terminar de configurar un proyecto de consenso para intentar recuperar la Provincia. A esta altura del año, el gobernador Mariano Arcioni pasó a ser el líder menos pensado del PJ chubutense. Hasta hace un tiempo, muchos dirigentes peronistas lo detestaban y hasta le hacían bullying mediático. Ahora, es el único que se sienta en la mesa nacional de la Liga de los Gobernadores (peronistas), que la semana pasada se reunió con la CGT para empezar a definir los lineamientos con los que el peronismo nacional intentará retener el Gobierno nacional tras el renunciamiento de Cristina y la cada vez más grisácea gestión del Alberto Fernández.

Arcioni tampoco debe exagerar o creerse a pie juntillas lo que le dice su círculo íntimo. Una cosa es ser un jugador relevante para tratar de ordenar el tablero y otra cosa es que lo convenzan de que se puede ir por una “declaración de inconstitucionalidad” para que el Superior Tribunal de Justicia lo habilite para un nuevo mandato.

El gobernador es hoy el principal actor político de Chubut pero debería utilizar ese poder para tratar de ordenar al peronismo y a sus aliados -entre los que está el Frente Renovador de su íntimo amigo Sergio Massa- detrás de un proyecto electoral posible.

Cada vez más distintos

Las diferencias entre el vicegobernador Ricardo Sastre y el intendente de Comodoro Rivadavia, Juan Pablo Luque, se profundizan. Los dos dirigentes que aspiran a suceder a Arcioni ya no sólo no coinciden en aspectos básicos de cómo debería proyectarse la Provincia, sino que defienden intereses distintos en la Legislatura. La ley de renta hídrica fue un ejemplo: mientras los legisladores que responden al vicegobernador votaron en contra del proyecto, los que responden al intendente comodorense levantaron sus manos como resortes. Es más, el agradecimiento en particular que le hizo a Luque el diputado Mantegna por el “trabajo en conjunto” para que salga la polémica ley, exime de cualquier análisis lo sucedido.

Curiosamente, los argumentos de que una ley de este tipo debería haber sido debatida con todos los sectores y que no había tanto apuro para aprobarla entre gallos y medianoche en la última sesión ordinaria del año, vino desde una banca ocupada por una radical. La diputada María Andrea Aguilera hizo una clara descripción de las falencias que tiene la ley aprobada. Y su aliado político, el senador Ignacio “Nacho” Torres hasta presentó un proyecto para que Hidroeléctrica Futaleufú pase a manos de la Provincia.

El peronismo de Chubut está en una encrucijada histórica. Ya no sólo está en riesgo su capacidad de ser una alternativa de gobierno sino que muchos de sus dirigentes siguen desdibujando ideales básicos del peronismo, como defender los intereses del pueblo, poner al capital al servicio de la economía, y a la economía a disposición de la justicia social.

Como dijo Arturo Jauretche, “no se trata de cambiar de collar sino de dejar de ser perro”. Y en Chubut, hay muchos peronistas que prefieren seguir siendo perros.#


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