Por Juan Bigrevich
Es que horas después que El Salvador derrotara 1 a 0 a Honduras en un tercer juego definitorio en el D.F. de México; el 27 de junio de 1969, la locura invadió a los dos países vecinos. Uno por festejar hasta el paroxismo su pase a la final para clasificar a un mundial y el otro para “vengarse” de tamaña “humillación”.
La Guerra del Fútbol, que también se la conoció como de las Cien Horas ocurrió oficialmente entre el 14 y el 18 de julio de 1969; pero comenzó casi un mes antes luego que se cerrara la etapa clasificatoria de la CONCACAF.
Un elemento importante en la tensión diplomática entre El Salvador y Honduras fue la situación social en ambos países, donde los respectivos gobernantes militares buscaban una salida conveniente para los grupos en el poder político de cada país. Los dos contendientes se caracterizaban por tener una economía nacional basada en la producción de materia prima de origen agrícola, en donde una gran parte de la población de ambos países estaba formada por campesinos sin tierra que trabajaban como jornaleros en fincas de grandes terratenientes en particular en El Salvador. Eso llevó a la emigración constante de campesinos salvadoreños a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador, cuya extensión territorial era equivalente al 20 % del territorio hondureño, pero cuya población era más numerosa que la de Honduras, al punto que hacia 1969 había casi 300 000 jornaleros salvadoreños viviendo en Honduras, donde formaban casi el 20 % de los peones rurales de dicho país. ¿Que hizo el gobierno hondureño? Expropió tierras a los campesinos salvadoreños que habían vivido allí durante varias generaciones, pero sin afectar a los grandes propietarios de las tierras y persiguió y expulsó a los jornaleros salvadoreños residentes en Honduras, generando un regreso masivo a su país de origen para complicarlo socialmente. Y allí apareció el fútbol. Para bien o para mal. Tanto Honduras como el Salvador definían quién debía medirse con Haití para representar a la región (México ya estaba clasificado). En Tegucigalpa -el 8 de junio- Honduras derrotó a su vecino por 1 a 0 y en la revancha en El Salvador, el local hizo lo propio, pero por 3 a 0. Al no haber definición por diferencia de goles, se disputó un encuentro de desempate en la Ciudad de México el 27 de junio con la victoria salvadoreña por 3 a 2., obteniendo “La selecta” el acceso a la final de su Confederación y su primera clasificación a una competición mundialista en México 1970 tras vencer a los caribeños, también en tres juegos.
Pero esa victoria “Guanaca”, evidenciaron las tensiones políticas que llevaron al conflicto armado. Fue una guerra breve —los combates duraron cuatro días, tato por aire como por tierra— y ambos bandos utilizaron aviones de combate obsoletos para la época. Fue la última confrontación de la historia donde combatieron aeronaves de pistón y hélice. Ambos bandos tenían en servicio material de origen estadounidense que había servido al final de la Segunda Guerra Mundial como los Douglas C-47 Skytrain (como bombardero improvisado por ambos bandos), Cavalier P-51D Mustang, T-28A Trojan, F4U-1 Corsair y AT-6C Texan.
Al final de la guerra, los ejércitos de ambos países encontraron un pretexto para rearmarse (comprando armas en el mercado negro luego del embargo estadounidense) y el Mercado Común Centroamericano quedó en ruinas.
Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima (Perú) el 30 de octubre de 1980, por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia: ello dio paso a la solución negociada del litigio fronterizo por el control de unos 450 kilómetros cuadrados, conocido como Los Bolsones, los cuales pasaron a formar parte del territorio hondureño, en detrimento del territorio salvadoreño. Veintidós días antes, El Salvador le había ganado a Haití en Jamaica por 1 a 0 y se aprestaba a debutar en una fase final de un mundial
La clasificación para el Mundial de México 70 tuvo como consecuencias la muerte de entre 4000 y 6000 civiles y más de cien mil salvadoreños fueron devueltos a su país. Sin embargo, el fútbol siguió rodando. El elenco centroamericano integró el grupo 1 con el anfitrión, la Unión Sovietica y Bélgica. Perdió los tres partidos. Recibió 9 goles y no metió ninguno y se volvió tempranito a casa. Igual que en 1982.
La denominada Guerra del Fútbol (en este caso, entre Honduras y El Salvador) dejó una cosa en claro: o el fútbol tiene mucha fuerza generando una unidad sentimental extraordinaria o el nacionalismo es poca cosa.
Por Juan Bigrevich
Es que horas después que El Salvador derrotara 1 a 0 a Honduras en un tercer juego definitorio en el D.F. de México; el 27 de junio de 1969, la locura invadió a los dos países vecinos. Uno por festejar hasta el paroxismo su pase a la final para clasificar a un mundial y el otro para “vengarse” de tamaña “humillación”.
La Guerra del Fútbol, que también se la conoció como de las Cien Horas ocurrió oficialmente entre el 14 y el 18 de julio de 1969; pero comenzó casi un mes antes luego que se cerrara la etapa clasificatoria de la CONCACAF.
Un elemento importante en la tensión diplomática entre El Salvador y Honduras fue la situación social en ambos países, donde los respectivos gobernantes militares buscaban una salida conveniente para los grupos en el poder político de cada país. Los dos contendientes se caracterizaban por tener una economía nacional basada en la producción de materia prima de origen agrícola, en donde una gran parte de la población de ambos países estaba formada por campesinos sin tierra que trabajaban como jornaleros en fincas de grandes terratenientes en particular en El Salvador. Eso llevó a la emigración constante de campesinos salvadoreños a regiones de Honduras cercanas a la frontera con El Salvador, cuya extensión territorial era equivalente al 20 % del territorio hondureño, pero cuya población era más numerosa que la de Honduras, al punto que hacia 1969 había casi 300 000 jornaleros salvadoreños viviendo en Honduras, donde formaban casi el 20 % de los peones rurales de dicho país. ¿Que hizo el gobierno hondureño? Expropió tierras a los campesinos salvadoreños que habían vivido allí durante varias generaciones, pero sin afectar a los grandes propietarios de las tierras y persiguió y expulsó a los jornaleros salvadoreños residentes en Honduras, generando un regreso masivo a su país de origen para complicarlo socialmente. Y allí apareció el fútbol. Para bien o para mal. Tanto Honduras como el Salvador definían quién debía medirse con Haití para representar a la región (México ya estaba clasificado). En Tegucigalpa -el 8 de junio- Honduras derrotó a su vecino por 1 a 0 y en la revancha en El Salvador, el local hizo lo propio, pero por 3 a 0. Al no haber definición por diferencia de goles, se disputó un encuentro de desempate en la Ciudad de México el 27 de junio con la victoria salvadoreña por 3 a 2., obteniendo “La selecta” el acceso a la final de su Confederación y su primera clasificación a una competición mundialista en México 1970 tras vencer a los caribeños, también en tres juegos.
Pero esa victoria “Guanaca”, evidenciaron las tensiones políticas que llevaron al conflicto armado. Fue una guerra breve —los combates duraron cuatro días, tato por aire como por tierra— y ambos bandos utilizaron aviones de combate obsoletos para la época. Fue la última confrontación de la historia donde combatieron aeronaves de pistón y hélice. Ambos bandos tenían en servicio material de origen estadounidense que había servido al final de la Segunda Guerra Mundial como los Douglas C-47 Skytrain (como bombardero improvisado por ambos bandos), Cavalier P-51D Mustang, T-28A Trojan, F4U-1 Corsair y AT-6C Texan.
Al final de la guerra, los ejércitos de ambos países encontraron un pretexto para rearmarse (comprando armas en el mercado negro luego del embargo estadounidense) y el Mercado Común Centroamericano quedó en ruinas.
Las dos naciones firmaron el Tratado General de Paz en Lima (Perú) el 30 de octubre de 1980, por el cual la disputa fronteriza se resolvería en la Corte Internacional de Justicia: ello dio paso a la solución negociada del litigio fronterizo por el control de unos 450 kilómetros cuadrados, conocido como Los Bolsones, los cuales pasaron a formar parte del territorio hondureño, en detrimento del territorio salvadoreño. Veintidós días antes, El Salvador le había ganado a Haití en Jamaica por 1 a 0 y se aprestaba a debutar en una fase final de un mundial
La clasificación para el Mundial de México 70 tuvo como consecuencias la muerte de entre 4000 y 6000 civiles y más de cien mil salvadoreños fueron devueltos a su país. Sin embargo, el fútbol siguió rodando. El elenco centroamericano integró el grupo 1 con el anfitrión, la Unión Sovietica y Bélgica. Perdió los tres partidos. Recibió 9 goles y no metió ninguno y se volvió tempranito a casa. Igual que en 1982.
La denominada Guerra del Fútbol (en este caso, entre Honduras y El Salvador) dejó una cosa en claro: o el fútbol tiene mucha fuerza generando una unidad sentimental extraordinaria o el nacionalismo es poca cosa.