“La medicina me hizo súper feliz, hay que entender que la salud es un derecho y no una mercancía”

Casi 4 décadas de dedicación y militancia. La tocoginecóloga bregó por su lucha y la fundamentó: el aborto salva vidas y el parto tiene riesgos. Apuntaló con su conocimiento la Ley para que sea la propia mujer quien decida qué hacer con su cuerpo. Hoy, sin materias pendientes, disfruta de la vida.

05 NOV 2023 - 20:11 | Actualizado 06 NOV 2023 - 16:05

Por Lorena Leeming / @loreleeming

Stella Manzano dice haber llegado al fin de su carrera. Hace pocos días se jubiló tras 38 años de intenso trabajo en ésta y otras provincias. Pero ni ella cree poder quedarse sin y atender pacientes aunque sea en forma esporádica. Se recibió en 1984 en la Universidad de Córdoba con un promedio de 9,03. Estudiosa, inteligente, ocurrente y valiente. Esta tocoginecóloga y especialista en Medicina Legal ha hecho historia. Puso su humanidad, su conocimiento y su experiencia para asegurar mucho antes que existiera una norma, que el aborto es legal. Desafió a jueces argumentando que la vida de toda mujer se pone en riesgo en un embarazo y sin muchas explicaciones, interrumpirlo no es un delito. ¿Qué día fui más feliz? “El día que me recibí de médica pensé: es el día más feliz de mi vida. Tenía mucha alegría. Cuando nació mi hijo mayor dije: ay no, este es el día más feliz. Fueron muy felices mis dos partos porque fueron embarazos muy deseados. Pero la medicina me ha hecho súper feliz. Ver a los papás mirando a su hijito nuevo me llena el alma. Me hace feliz garantizar abortos, me da satisfacción cuando las mujeres se sienten libres”.

Ella, conserva aún su tonada cordobesa. Y tiene ocurrencias, dichos, frases que dejan atónito al interlocutor. Generar empatía con su persona es muy fácil. Tal es así que a pesar de ser ginecóloga recordó que “por confianza” atendió hombres varias veces. “Tengo 38 años de profesión, casi 39. En diciembre serán 39 que me recibí. Casi siempre trabajé en la Salud Pública porque es lo que me gusta. La Salud es un Derecho y no una mercancía. Por eso siempre fue muy importante para mí. Cuando me recibí estaba indecisa entre ginecología e infectología. Gané las dos residencias, entré en crisis y terminé en Cholila”, dijo con una sonrisa al comenzar la amena entrevista (una más de las tantas, que dio a Jornada).

Sí, dio muchas entrevistas a este diario, pero esta ocasión es diferente. Nos encontramos ante una Stella sensibilizada, relajada, con una sonrisa nada forzada. Con la confianza del deber cumplido y el orgullo de saber que cientos de colegas en todo el país la admiran, la consultan y por sobre todo, la quieren. Y se lo demuestran.

Sus inicios

Habló de sus inicios.“Hice medicina rural un tiempo. Estuve 4 años de 1985 a 1989. Fueron años muy lindos. Aprendí mucho. después me quedé como 9 años en el Norte. Quería aprender a operar bien el cáncer de cuello de útero y de mama. Pero de cuello de útero me conmovía más porque es como el cáncer de la inequidad, de la pobreza, que mata mujeres jóvenes. Soy fanática de la Colpocospía y Papanicolau. Yo sola me decía Tito Merello”, expresó riéndose de su propia ocurrencia.

“Esa es un área en la que seguí trabajando, que no dejé nunca. En Cholila me tocó ver de cerca la violencia de género y el incesto. En un pueblo chico todo se muestra como en una vidriera. Los partos forzados, hijos de propios padres, niños golpeados. En los pueblos son importantes el comisario, el juez de paz y el doctor o la doctora. Yo era la doctora” contó, a la vez que relató que posteriormente se trasladó a Salta. “Viví ahí varios años y también me sensibilizó algo más. Chubut en los 80 ya era una maravilla. Acá teníamos anticonceptivos porque una médica de Esquel los compraba a las ONGs más las muestras médicas. Poníamos Diu, dábamos anticonceptivos y había muy pocos embarazos no deseados”.

Contrapuso la situación con el país norteño. “Cuando llegué a Salta que es una provincia súper patriarcal muy fuerte que dice que la anticoncepción es pecado que lo único que se puede usar es abstinencia. Era nada más tener una pinza y una tijera. Teníamos que usar cajas de legrado y partos que nunca eran suficientes para poder poner los DIU. Me di cuenta como la falta de anticoncepción lleva a los abortos autoprovocados. En mis 4 años de Cholila hubo un solo aborto espontáneo. Allá teníamos más de la mitad de abortos que de partos por día de mujeres infectadísimas que se habían puesto sondas, perejiles, agujas de tejer, etcétera”.

Casos de todo tipo

Confirmó la médica que “cada semana sacábamos un útero de una mujer en peligro, que precisaba un mes de terapia intensiva. Muy linda residencia donde aprendí a operar cánceres. Se hacían colposcopía, PAP, dosajes de hormonas ya en los años 90. Me quedé como 9 años en Esquel. Todo el tiempo vi casos de abusos sexual en las infancias. Ser ginecóloga te pone en contacto con todas las problemáticas de las mujeres. Como médica generalista también atendía varones. A veces la vergüenza de todo lo ligado a lo sexual ( si tenían HPV en el pene era re loco pero venían conmigo antes que un medico varón, por confianza creo)”, describió.

A Chubut volvió en 1998 y se trasladó otros 2 años a Cholila “mi amada” (así la llama) y en 2004 ya se instaló en Trelew, siendo algo revolucionaria al asegurar con tanta énfasis y seguridad que los abortos son legales y que un parto es más riesgoso. “No solo hacemos abortos para que no mueran en abortos clandestinos, hacemos para que ninguna niña, ninguna mujer muera en parto forzado. Años atrás, las feministas copiando las norteamericanas, fundamentaban que legalizar el aborto era para que las mujeres no murieran en abortos clandestinos. Pero, esas muertes significaban el 30% de las causas, nadie hablaba de lo que moría el otro 70% y como médica mi mirada está ahí. Morían en el final del embarazo, parto y puerperio. Y de ese 70% el 65% habían empezado sanas el embarazo, al final les aparecía hipertensión inducida por el embarazo, preclamsia donde se suma daño renal, eclampsia que hay todo ésto más convulsiones y más daño cerebral y hepático, desprendimineto de placenta, complicaciones pulmonares, etcétera. Y si se produce un episodio en el que pasa mucho líquido amniótico no las podemos salvar”, resumió.

“Faltaban voces médicas”

Manzano deslizó que cuando empezó a debatirse la ley de aborto, sentía que faltaban voces médicas. “Hablaban abogadas, antropólogas, docentes y no las médicas. Fui resistida dentro de las feministas. Me decían que cómo iba a decir que los partos eran peligrosos. Lo son. Como voy a llevar a una mujer engañada a un parto. No le voy a decir está todo bien que todo es re normal. Los ginecobstetras somos poquitos , es una especialidad muy estresante. Me gustaría que quienes se oponen al aborto vayan al materno y se instalen 15 días. Que vean como corremos para salvar vidas. A veces, cuando una paciente muere dicen: mala praxis. Y en realidad si no fuese por estos abnegados médicos, morirían muchas más. Nuestro grupo tiene un promedio de vida muy bajo por estrés. Ronda los 58,60 años. Los ves estresarse, los partos son estresantes”, reiteró valiendo en cada explicación la redundancia porque tiene sentido en el concepto aplicado.

“Tuve miedo”

Tiene temple de mujer fuerte, clara en las explicaciones, inteligente en las justificaciones. Pero no deja de ser una persona que afrontó y lidió cada día de su vida con su profesión. Por amor, por pasión. Y sí. Admitió tener miedo muchas veces pero no se frenó. “Los juicios de mala praxis son a ginecobstetras porque como se da por sentado que la conclusión normal de un embarazo es una madre y un bebé. Y miles de cosas pueden pasar. A veces un feto muere 5 días antes del parto y no lo sabemos. Y no sabemos por qué. A veces es una arritmia, otras veces no se sabe. Me capacité mucho., soy muy buena haciendo fórceps, operando y estando encima en toda la hora de trabajo de parto sobre la mujer controlando todo. Claro que estresa”.

Pero, haciendo una pausa expresó: “No. No. Ahora no estoy estresada, que dejé de operar y hacer partos. Me calmé mucho en su momento porque vi cómo en la justicia se estudia. Vi que ningún juez me iba a poder meter presa si no podía demostrar que yo no di cumplimiento a la ley. Leen mucho, se informan mucho. Si me querían meter presa por un aborto, me tenían que demostrar que pueden prevenir la totalidad de las muertes maternas o la inmensa mayoría”, retrucó.

“Verdades modestas”

Aclaró Stella que “en medicina no somos fundamentalistas. No creemos en que nada va a cambiar como creen los religiosos. Tenemos verdades modestas, transitorias. Que hoy esto que creo puede que mañana me de cuenta que había algo mejor. Mientras las complicaciones de los partos son la 4ta causa de muerte en mujeres jóvenes en el país. Que de cada 500 mil nacidos vivos mueren 250 mujeres al final del embarazo y en el parto, en 20 millones de abortos con pastillas no murió ninguna mujer en toda Europa y China en 20 años. Hay un estudio del tema”.

¿Desde que se legalizó el aborto hubo más prácticas como se decía?. “Claro que no. Es el mito de los religiosos. Hay gente que cree que el sexo es un pecado y que la maternidad un castigo. Les molesta a diversos grupos que haya educción sexual en las escuelas”, disparó.

“No todo es igual”

Y agregó: “Si la iglesia dice que el sexo es pecado, listo: es pecado. La gente solo debería tener sexo para tener hijos y si no, ser célibes. En esta concepción de creer que todo sexo es pecado lo sería también el amoroso, el consensuado en un matrimonio, entre novios; es igual de pecado violar a una chica o un chico. ¿Es todo lo mismo?. No, no es lo mismo. Encima yo fui criada en una familia religiosa. Uno lee el “Cantar de los cantares” y es poesía erótica: “Amada mía, tus pechos son como torres gemelas, debajo de tu lengua hay leche y miel. Quiero acostarte, descansa en mis brazos bajo el manzano”. Ellos dicen que es analogía del amor de Cristo por la Iglesia. No creo que Cristo sea tan libidinoso, esto es poesía erótica. El sexo es bueno. Es placentero. No podemos vivir aislados”, fundamentó.

Un país atravesado

Se remitió también al tiempo que trabajó en Tribunales tras formarse en Medicina Legal. “Ya había hecho el aborto del fallo FAL, de modo que mi tesis fue sobre la “inconstitucionalidad de la objeción de conciencia en las leyes de salud sexual y no reproductiva”. Este país , está tan atravesado por lo religioso que si uno lee la ley de ejercicio de medicina, dice que los médicos no tenemos derecho a discriminar a nadie en función de etnia, edad, creencias, género, orientación sexual, identidad de género. Sin embargo, permitieron por ley que el médico que no quiera recetar anticonceptivos, poner Diu, implantes o ligar trompas, se niegue a hacerlo. El que no quiera hacer abortos también. ¿En dónde queda nuestro derecho a la salud y a la vida entonces? Qué les molesta al médico que una mujer se ponga un Diu, se ligue las trompas, etcétera? Porque se llama objetores de conciencia moral.¿ En que les afecta? La respuesta es obvia: en la libertad sexual. Por fin pudimos separar la maternidad de la sexualidad. Ahora somos libres y no es que cada relación sexual es un hijo y que tampoco se pueden tener 18 hijos, reinas y reinas de Europa murieron en partos. No respetan clases sociales”, dijo.

Reconocimiento

En cada charla, congreso, seminario que se de sobre la temática en cualquier lugar del país, dirigido a profesionales médicos se escucha un fuerte aplauso cuando de la doctora Stella Manzano se habla. ¿Ella lo sabe?. “Siiiiiiii (sonríe). Yo siento el reconocimiento de mis colegas. Siempre fue feliz en territorio. Siempre hice docencia en residentes, escuelas de radiología, etcétera. Pero cuando se armó el debate del aborto me di cuenta que tenía mucho para aportar ahí. Animarme a decir que todo aborto es legal y estar tan convencida de eso. No me iba a poder mirar al espejo si no empezaba a garantizar abortos. Jamás pondría en riesgo la vida de una mujer. Con dolor a veces les decía que NO cuando me los pedían llorando porque tenía miedo ir presa. Nos habían hecho creer que si hacíamos abortos nos meterían presos”, deslizó, apuntando que “empecé a hablar porque era fundamental y comenzaron las capacitaciones. De tanto repetir en diversos lugares se empezaron a sumar pocos y con miedo”, apuntó.

“Mal redactado”

Remarca Stella que “el Código Penal está mal redactado. Dice “no será punible si es realizado con el consentimiento. La mujer es una triste sujeta que tiene que decidir ante el ofrecimiento del médico, puede aceptar o arriesgar mejor su cuerpo. Pero no nos dio el lugar activo de decir quiero abortar porque no es el momento de tener hijos: tengo un bebé de dos meses, mi marido es violento, me van a echar del trabajo, no sé. Nadie aborta porque sí. Nadie dice: ¿Qué hago? ¿Me tiño el pelo o aborto? No , no somos eso. Entonces yo le pasaba la historia clínica a la mujer y decirle: pone: solicito abortar. Firma, aclaración y número de DNI. No hace falta que explique por qué. Yo abajo escribía: debido a que todo parto es más peligroso que un aborto, respeto el derecho de esta mujer. Si me lo desmienten, que me traigan cifras. La mayoría que viene a abortar vienen con días de atraso”.

Para finalizar, fiel a su estilo Stella quiso citar una frase de cabecera que usa “casi” para todas sus cosas en la vida. Como dice Alfredo Zitarrosa: “Respeto la autoridad cuando sale de nosotros. Eso sí, que me retobo cuando mandan unos pocos. Si grito soy gaucho alzado sino, soy peón pa´todo como quisiera gritar y que gritásemos todas”. Siento que es importante respetar la autoridad. Soy trabajadora pero me rebelo cuando mandan unos pocos. Prefiero ser gaucha alzada, toda la vida. No me voy con materias pendientes. Me voy feliz. Me quería ir bien. Sabiendo que iba a haber mucha gente que se hacía cargo”, concluyó. #

05 NOV 2023 - 20:11

Por Lorena Leeming / @loreleeming

Stella Manzano dice haber llegado al fin de su carrera. Hace pocos días se jubiló tras 38 años de intenso trabajo en ésta y otras provincias. Pero ni ella cree poder quedarse sin y atender pacientes aunque sea en forma esporádica. Se recibió en 1984 en la Universidad de Córdoba con un promedio de 9,03. Estudiosa, inteligente, ocurrente y valiente. Esta tocoginecóloga y especialista en Medicina Legal ha hecho historia. Puso su humanidad, su conocimiento y su experiencia para asegurar mucho antes que existiera una norma, que el aborto es legal. Desafió a jueces argumentando que la vida de toda mujer se pone en riesgo en un embarazo y sin muchas explicaciones, interrumpirlo no es un delito. ¿Qué día fui más feliz? “El día que me recibí de médica pensé: es el día más feliz de mi vida. Tenía mucha alegría. Cuando nació mi hijo mayor dije: ay no, este es el día más feliz. Fueron muy felices mis dos partos porque fueron embarazos muy deseados. Pero la medicina me ha hecho súper feliz. Ver a los papás mirando a su hijito nuevo me llena el alma. Me hace feliz garantizar abortos, me da satisfacción cuando las mujeres se sienten libres”.

Ella, conserva aún su tonada cordobesa. Y tiene ocurrencias, dichos, frases que dejan atónito al interlocutor. Generar empatía con su persona es muy fácil. Tal es así que a pesar de ser ginecóloga recordó que “por confianza” atendió hombres varias veces. “Tengo 38 años de profesión, casi 39. En diciembre serán 39 que me recibí. Casi siempre trabajé en la Salud Pública porque es lo que me gusta. La Salud es un Derecho y no una mercancía. Por eso siempre fue muy importante para mí. Cuando me recibí estaba indecisa entre ginecología e infectología. Gané las dos residencias, entré en crisis y terminé en Cholila”, dijo con una sonrisa al comenzar la amena entrevista (una más de las tantas, que dio a Jornada).

Sí, dio muchas entrevistas a este diario, pero esta ocasión es diferente. Nos encontramos ante una Stella sensibilizada, relajada, con una sonrisa nada forzada. Con la confianza del deber cumplido y el orgullo de saber que cientos de colegas en todo el país la admiran, la consultan y por sobre todo, la quieren. Y se lo demuestran.

Sus inicios

Habló de sus inicios.“Hice medicina rural un tiempo. Estuve 4 años de 1985 a 1989. Fueron años muy lindos. Aprendí mucho. después me quedé como 9 años en el Norte. Quería aprender a operar bien el cáncer de cuello de útero y de mama. Pero de cuello de útero me conmovía más porque es como el cáncer de la inequidad, de la pobreza, que mata mujeres jóvenes. Soy fanática de la Colpocospía y Papanicolau. Yo sola me decía Tito Merello”, expresó riéndose de su propia ocurrencia.

“Esa es un área en la que seguí trabajando, que no dejé nunca. En Cholila me tocó ver de cerca la violencia de género y el incesto. En un pueblo chico todo se muestra como en una vidriera. Los partos forzados, hijos de propios padres, niños golpeados. En los pueblos son importantes el comisario, el juez de paz y el doctor o la doctora. Yo era la doctora” contó, a la vez que relató que posteriormente se trasladó a Salta. “Viví ahí varios años y también me sensibilizó algo más. Chubut en los 80 ya era una maravilla. Acá teníamos anticonceptivos porque una médica de Esquel los compraba a las ONGs más las muestras médicas. Poníamos Diu, dábamos anticonceptivos y había muy pocos embarazos no deseados”.

Contrapuso la situación con el país norteño. “Cuando llegué a Salta que es una provincia súper patriarcal muy fuerte que dice que la anticoncepción es pecado que lo único que se puede usar es abstinencia. Era nada más tener una pinza y una tijera. Teníamos que usar cajas de legrado y partos que nunca eran suficientes para poder poner los DIU. Me di cuenta como la falta de anticoncepción lleva a los abortos autoprovocados. En mis 4 años de Cholila hubo un solo aborto espontáneo. Allá teníamos más de la mitad de abortos que de partos por día de mujeres infectadísimas que se habían puesto sondas, perejiles, agujas de tejer, etcétera”.

Casos de todo tipo

Confirmó la médica que “cada semana sacábamos un útero de una mujer en peligro, que precisaba un mes de terapia intensiva. Muy linda residencia donde aprendí a operar cánceres. Se hacían colposcopía, PAP, dosajes de hormonas ya en los años 90. Me quedé como 9 años en Esquel. Todo el tiempo vi casos de abusos sexual en las infancias. Ser ginecóloga te pone en contacto con todas las problemáticas de las mujeres. Como médica generalista también atendía varones. A veces la vergüenza de todo lo ligado a lo sexual ( si tenían HPV en el pene era re loco pero venían conmigo antes que un medico varón, por confianza creo)”, describió.

A Chubut volvió en 1998 y se trasladó otros 2 años a Cholila “mi amada” (así la llama) y en 2004 ya se instaló en Trelew, siendo algo revolucionaria al asegurar con tanta énfasis y seguridad que los abortos son legales y que un parto es más riesgoso. “No solo hacemos abortos para que no mueran en abortos clandestinos, hacemos para que ninguna niña, ninguna mujer muera en parto forzado. Años atrás, las feministas copiando las norteamericanas, fundamentaban que legalizar el aborto era para que las mujeres no murieran en abortos clandestinos. Pero, esas muertes significaban el 30% de las causas, nadie hablaba de lo que moría el otro 70% y como médica mi mirada está ahí. Morían en el final del embarazo, parto y puerperio. Y de ese 70% el 65% habían empezado sanas el embarazo, al final les aparecía hipertensión inducida por el embarazo, preclamsia donde se suma daño renal, eclampsia que hay todo ésto más convulsiones y más daño cerebral y hepático, desprendimineto de placenta, complicaciones pulmonares, etcétera. Y si se produce un episodio en el que pasa mucho líquido amniótico no las podemos salvar”, resumió.

“Faltaban voces médicas”

Manzano deslizó que cuando empezó a debatirse la ley de aborto, sentía que faltaban voces médicas. “Hablaban abogadas, antropólogas, docentes y no las médicas. Fui resistida dentro de las feministas. Me decían que cómo iba a decir que los partos eran peligrosos. Lo son. Como voy a llevar a una mujer engañada a un parto. No le voy a decir está todo bien que todo es re normal. Los ginecobstetras somos poquitos , es una especialidad muy estresante. Me gustaría que quienes se oponen al aborto vayan al materno y se instalen 15 días. Que vean como corremos para salvar vidas. A veces, cuando una paciente muere dicen: mala praxis. Y en realidad si no fuese por estos abnegados médicos, morirían muchas más. Nuestro grupo tiene un promedio de vida muy bajo por estrés. Ronda los 58,60 años. Los ves estresarse, los partos son estresantes”, reiteró valiendo en cada explicación la redundancia porque tiene sentido en el concepto aplicado.

“Tuve miedo”

Tiene temple de mujer fuerte, clara en las explicaciones, inteligente en las justificaciones. Pero no deja de ser una persona que afrontó y lidió cada día de su vida con su profesión. Por amor, por pasión. Y sí. Admitió tener miedo muchas veces pero no se frenó. “Los juicios de mala praxis son a ginecobstetras porque como se da por sentado que la conclusión normal de un embarazo es una madre y un bebé. Y miles de cosas pueden pasar. A veces un feto muere 5 días antes del parto y no lo sabemos. Y no sabemos por qué. A veces es una arritmia, otras veces no se sabe. Me capacité mucho., soy muy buena haciendo fórceps, operando y estando encima en toda la hora de trabajo de parto sobre la mujer controlando todo. Claro que estresa”.

Pero, haciendo una pausa expresó: “No. No. Ahora no estoy estresada, que dejé de operar y hacer partos. Me calmé mucho en su momento porque vi cómo en la justicia se estudia. Vi que ningún juez me iba a poder meter presa si no podía demostrar que yo no di cumplimiento a la ley. Leen mucho, se informan mucho. Si me querían meter presa por un aborto, me tenían que demostrar que pueden prevenir la totalidad de las muertes maternas o la inmensa mayoría”, retrucó.

“Verdades modestas”

Aclaró Stella que “en medicina no somos fundamentalistas. No creemos en que nada va a cambiar como creen los religiosos. Tenemos verdades modestas, transitorias. Que hoy esto que creo puede que mañana me de cuenta que había algo mejor. Mientras las complicaciones de los partos son la 4ta causa de muerte en mujeres jóvenes en el país. Que de cada 500 mil nacidos vivos mueren 250 mujeres al final del embarazo y en el parto, en 20 millones de abortos con pastillas no murió ninguna mujer en toda Europa y China en 20 años. Hay un estudio del tema”.

¿Desde que se legalizó el aborto hubo más prácticas como se decía?. “Claro que no. Es el mito de los religiosos. Hay gente que cree que el sexo es un pecado y que la maternidad un castigo. Les molesta a diversos grupos que haya educción sexual en las escuelas”, disparó.

“No todo es igual”

Y agregó: “Si la iglesia dice que el sexo es pecado, listo: es pecado. La gente solo debería tener sexo para tener hijos y si no, ser célibes. En esta concepción de creer que todo sexo es pecado lo sería también el amoroso, el consensuado en un matrimonio, entre novios; es igual de pecado violar a una chica o un chico. ¿Es todo lo mismo?. No, no es lo mismo. Encima yo fui criada en una familia religiosa. Uno lee el “Cantar de los cantares” y es poesía erótica: “Amada mía, tus pechos son como torres gemelas, debajo de tu lengua hay leche y miel. Quiero acostarte, descansa en mis brazos bajo el manzano”. Ellos dicen que es analogía del amor de Cristo por la Iglesia. No creo que Cristo sea tan libidinoso, esto es poesía erótica. El sexo es bueno. Es placentero. No podemos vivir aislados”, fundamentó.

Un país atravesado

Se remitió también al tiempo que trabajó en Tribunales tras formarse en Medicina Legal. “Ya había hecho el aborto del fallo FAL, de modo que mi tesis fue sobre la “inconstitucionalidad de la objeción de conciencia en las leyes de salud sexual y no reproductiva”. Este país , está tan atravesado por lo religioso que si uno lee la ley de ejercicio de medicina, dice que los médicos no tenemos derecho a discriminar a nadie en función de etnia, edad, creencias, género, orientación sexual, identidad de género. Sin embargo, permitieron por ley que el médico que no quiera recetar anticonceptivos, poner Diu, implantes o ligar trompas, se niegue a hacerlo. El que no quiera hacer abortos también. ¿En dónde queda nuestro derecho a la salud y a la vida entonces? Qué les molesta al médico que una mujer se ponga un Diu, se ligue las trompas, etcétera? Porque se llama objetores de conciencia moral.¿ En que les afecta? La respuesta es obvia: en la libertad sexual. Por fin pudimos separar la maternidad de la sexualidad. Ahora somos libres y no es que cada relación sexual es un hijo y que tampoco se pueden tener 18 hijos, reinas y reinas de Europa murieron en partos. No respetan clases sociales”, dijo.

Reconocimiento

En cada charla, congreso, seminario que se de sobre la temática en cualquier lugar del país, dirigido a profesionales médicos se escucha un fuerte aplauso cuando de la doctora Stella Manzano se habla. ¿Ella lo sabe?. “Siiiiiiii (sonríe). Yo siento el reconocimiento de mis colegas. Siempre fue feliz en territorio. Siempre hice docencia en residentes, escuelas de radiología, etcétera. Pero cuando se armó el debate del aborto me di cuenta que tenía mucho para aportar ahí. Animarme a decir que todo aborto es legal y estar tan convencida de eso. No me iba a poder mirar al espejo si no empezaba a garantizar abortos. Jamás pondría en riesgo la vida de una mujer. Con dolor a veces les decía que NO cuando me los pedían llorando porque tenía miedo ir presa. Nos habían hecho creer que si hacíamos abortos nos meterían presos”, deslizó, apuntando que “empecé a hablar porque era fundamental y comenzaron las capacitaciones. De tanto repetir en diversos lugares se empezaron a sumar pocos y con miedo”, apuntó.

“Mal redactado”

Remarca Stella que “el Código Penal está mal redactado. Dice “no será punible si es realizado con el consentimiento. La mujer es una triste sujeta que tiene que decidir ante el ofrecimiento del médico, puede aceptar o arriesgar mejor su cuerpo. Pero no nos dio el lugar activo de decir quiero abortar porque no es el momento de tener hijos: tengo un bebé de dos meses, mi marido es violento, me van a echar del trabajo, no sé. Nadie aborta porque sí. Nadie dice: ¿Qué hago? ¿Me tiño el pelo o aborto? No , no somos eso. Entonces yo le pasaba la historia clínica a la mujer y decirle: pone: solicito abortar. Firma, aclaración y número de DNI. No hace falta que explique por qué. Yo abajo escribía: debido a que todo parto es más peligroso que un aborto, respeto el derecho de esta mujer. Si me lo desmienten, que me traigan cifras. La mayoría que viene a abortar vienen con días de atraso”.

Para finalizar, fiel a su estilo Stella quiso citar una frase de cabecera que usa “casi” para todas sus cosas en la vida. Como dice Alfredo Zitarrosa: “Respeto la autoridad cuando sale de nosotros. Eso sí, que me retobo cuando mandan unos pocos. Si grito soy gaucho alzado sino, soy peón pa´todo como quisiera gritar y que gritásemos todas”. Siento que es importante respetar la autoridad. Soy trabajadora pero me rebelo cuando mandan unos pocos. Prefiero ser gaucha alzada, toda la vida. No me voy con materias pendientes. Me voy feliz. Me quería ir bien. Sabiendo que iba a haber mucha gente que se hacía cargo”, concluyó. #