Por Ismael Tebes
Reconocido por sus pares, José Luis Quercia (77) rompió su habitual fajina para llegar hasta Puerto Madryn donde la Asociación Argentina de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca lo distinguió con el premio “Nicolás Popa Asaro, caballero del mar”. Nacido en Catanzaro, Calabria; hijo de inmigrantes pescadores y referente de la industria, “Pino” reconoce los nuevos desafíos y su vocación de trabajar para fortalecer el consumo interno.
Solía acompañar a su padre en el reparto en carros a caballo y desde adolescente incursionó en Ferias de Pescadores vendiendo y distribuyendo a lo largo del Gran Buenos Aires; tuvo su propia pescadería, una planta en Mar del Plata y finalmente, un barco propio, el Rumbo Esperanza, botado en el ’82 por la empresa Contessi.
Sabe de progreso y también de sinsabores; de redes y quebrantos como manda el oficio del mar.
Crianza
“La pesca es la vida misma. Me crié vendiendo pescado exhibido con hielo en una mesa. Desde el 90 vivo en Comodoro donde sigo la lucha. Tenemos un buen mar, siempre hubo mucha pesca y de buena calidad. Tengo el gusto de trabajar en lo que a mí me gusta”.
“Está todo difícil –reconoce- y a veces no se entiende nada. Hay días en los que parece que vas a salir a flote y al día siguiente, es todo lo contrario. Esto es esfuerzo que nunca alcanza y trabajo para meterle. Yo no pienso en la plata sino en la producción y en la gente que es muy importante para que uno pueda seguir”, asume el empresario en su mano a mano con este medio.
“La industria siempre estuvo difícil, depende de las temporadas y de los mercados. En este momento no estoy haciendo langostino porque se me hace difícil y los precios internacionales se vinieron abajo y no hay demanda”.
Desde su barco actual, el Mario R, Quercia asume estar enfocado en la captura y proceso del producto merluza. “Lo que trae el barco, lo hago. Exporto lo que puedo y como hice toda mi vida, me enfoco en el mercado interno que es algo que me gusta mucho”.
Emblema
La merluza cuyos cardúmenes permanecen en la zona durante ocho meses del año, representa su producto emblema con el plus de la calidad y de un proceso rápido que resulta, un agregado de valor.
“La merluza nuestra no solamente es de calidad sino que la pescamos en el día, la producimos al otro día y ya la distribuímos. Eso no pasa en ninguna otra parte del mundo. Pasa acá gracias a la pesca que tenemos que nos permite pescar en cantidad. Hay días de 500, 700 y 800 cajones de 35 kilos. Como es tan fresco y se procesa en el día, se acondiciona para mercado interno y pueden mantener 8 o 9 días como fresco en otras partes del país”. Y desde su planta “Puerto Comodoro” abastece a Bariloche, El Calafate, Río Gallegos; Neuquén, Mendoza e inclusive a una empresa de Mar del Plata.
“No podemos hablar de mejoría cuando aparece un mercado desinflado. Quizás uno no lo espera y aparece el negocio. La pesca siempre es así, tiene altas y bajas, es impredecible. Tenemos la materia prima pero no es fácil elaborarla, aumentan los insumos y cuando el pescado puede estar barato termina saliendo caro por los costos del agua que se utiliza en el proceso, del nylon o las cajas”.
“Hoy los insumos están más caros que el pescado” lamenta Quercia quien asume que el consumo subió a partir del aumento de las carnes rojas y desde los beneficios que el pescado genera en términos de calidad alimenticia. “Hace bien, es sano y tiene muchas proteínas. La gente trata de comer bien, gastando menos”.
Rutina del trabajo
“Yo me levanto a las cuatro de la mañana y me voy a eso de las 6 de la tarde. Siempre le metí muchas horas porque tengo mucha gente a cargo y mucho trabajo gracias a Dios. La pesca te lleva, es algo muy especial” dice diferenciándose de quienes administran plantas sin vivir en los lugares de producción. “Nosotros lo manejamos así, lo llevamos adentro. Trato de hacer buena calidad, eso tiene que ser lo distintivo”.
“Pino” Quercia se asume como “un tipo común”, sin encajar en el perfil del empresario. “Laburante siempre fui. No me gusta que me digan empresario. Soy distinto, teniendo guita o no, soy un tipo común”.
Emocionado
“Me emocionó mucho lo del premio; llegó en un momento especial y no me lo esperaba. Seguramente no solo lo merecía yo sino otra gente de la industria; me tocó a mí, me atendieron muy bien y le agradezco a quienes me hicieron el reconocimiento, al secretario general Jorge Frías y a quienes ayudaron a que me lo hagan. Me lo merezco porque he trabajado mucho en mi vida, tengo muchos amigos en la pesca, todos me quieren y no tengo enemigos y si los tengo, no los veo como tales”, enfatiza.
“Mientras el cuerpo aguante y hoy estoy a media máquina, pienso seguir. No solamente vivo de trabajar con el pescado, sino que mi vida está acá. Me cuesta más irme a mi casa que venir a trabajar. Vivo del pescado y lo amo. Me da bronca cuando lo tiran o se echa a perder” cerró, describiendo su propia esencia. y asume que la fórmula ideal para “tentar” al cliente es el mano a mano, la recomendación y la sugerencia que potencie el producto.
“Hay que sugerirle recetas para que lo cocinen mejor y disfruten el pescado, la gente se tiene que ir contenta. No es cuestión de vender y ganar plata, se trata de comer y disfrutar”, cierra la charla.#
Por Ismael Tebes
Reconocido por sus pares, José Luis Quercia (77) rompió su habitual fajina para llegar hasta Puerto Madryn donde la Asociación Argentina de Capitanes, Pilotos y Patrones de Pesca lo distinguió con el premio “Nicolás Popa Asaro, caballero del mar”. Nacido en Catanzaro, Calabria; hijo de inmigrantes pescadores y referente de la industria, “Pino” reconoce los nuevos desafíos y su vocación de trabajar para fortalecer el consumo interno.
Solía acompañar a su padre en el reparto en carros a caballo y desde adolescente incursionó en Ferias de Pescadores vendiendo y distribuyendo a lo largo del Gran Buenos Aires; tuvo su propia pescadería, una planta en Mar del Plata y finalmente, un barco propio, el Rumbo Esperanza, botado en el ’82 por la empresa Contessi.
Sabe de progreso y también de sinsabores; de redes y quebrantos como manda el oficio del mar.
Crianza
“La pesca es la vida misma. Me crié vendiendo pescado exhibido con hielo en una mesa. Desde el 90 vivo en Comodoro donde sigo la lucha. Tenemos un buen mar, siempre hubo mucha pesca y de buena calidad. Tengo el gusto de trabajar en lo que a mí me gusta”.
“Está todo difícil –reconoce- y a veces no se entiende nada. Hay días en los que parece que vas a salir a flote y al día siguiente, es todo lo contrario. Esto es esfuerzo que nunca alcanza y trabajo para meterle. Yo no pienso en la plata sino en la producción y en la gente que es muy importante para que uno pueda seguir”, asume el empresario en su mano a mano con este medio.
“La industria siempre estuvo difícil, depende de las temporadas y de los mercados. En este momento no estoy haciendo langostino porque se me hace difícil y los precios internacionales se vinieron abajo y no hay demanda”.
Desde su barco actual, el Mario R, Quercia asume estar enfocado en la captura y proceso del producto merluza. “Lo que trae el barco, lo hago. Exporto lo que puedo y como hice toda mi vida, me enfoco en el mercado interno que es algo que me gusta mucho”.
Emblema
La merluza cuyos cardúmenes permanecen en la zona durante ocho meses del año, representa su producto emblema con el plus de la calidad y de un proceso rápido que resulta, un agregado de valor.
“La merluza nuestra no solamente es de calidad sino que la pescamos en el día, la producimos al otro día y ya la distribuímos. Eso no pasa en ninguna otra parte del mundo. Pasa acá gracias a la pesca que tenemos que nos permite pescar en cantidad. Hay días de 500, 700 y 800 cajones de 35 kilos. Como es tan fresco y se procesa en el día, se acondiciona para mercado interno y pueden mantener 8 o 9 días como fresco en otras partes del país”. Y desde su planta “Puerto Comodoro” abastece a Bariloche, El Calafate, Río Gallegos; Neuquén, Mendoza e inclusive a una empresa de Mar del Plata.
“No podemos hablar de mejoría cuando aparece un mercado desinflado. Quizás uno no lo espera y aparece el negocio. La pesca siempre es así, tiene altas y bajas, es impredecible. Tenemos la materia prima pero no es fácil elaborarla, aumentan los insumos y cuando el pescado puede estar barato termina saliendo caro por los costos del agua que se utiliza en el proceso, del nylon o las cajas”.
“Hoy los insumos están más caros que el pescado” lamenta Quercia quien asume que el consumo subió a partir del aumento de las carnes rojas y desde los beneficios que el pescado genera en términos de calidad alimenticia. “Hace bien, es sano y tiene muchas proteínas. La gente trata de comer bien, gastando menos”.
Rutina del trabajo
“Yo me levanto a las cuatro de la mañana y me voy a eso de las 6 de la tarde. Siempre le metí muchas horas porque tengo mucha gente a cargo y mucho trabajo gracias a Dios. La pesca te lleva, es algo muy especial” dice diferenciándose de quienes administran plantas sin vivir en los lugares de producción. “Nosotros lo manejamos así, lo llevamos adentro. Trato de hacer buena calidad, eso tiene que ser lo distintivo”.
“Pino” Quercia se asume como “un tipo común”, sin encajar en el perfil del empresario. “Laburante siempre fui. No me gusta que me digan empresario. Soy distinto, teniendo guita o no, soy un tipo común”.
Emocionado
“Me emocionó mucho lo del premio; llegó en un momento especial y no me lo esperaba. Seguramente no solo lo merecía yo sino otra gente de la industria; me tocó a mí, me atendieron muy bien y le agradezco a quienes me hicieron el reconocimiento, al secretario general Jorge Frías y a quienes ayudaron a que me lo hagan. Me lo merezco porque he trabajado mucho en mi vida, tengo muchos amigos en la pesca, todos me quieren y no tengo enemigos y si los tengo, no los veo como tales”, enfatiza.
“Mientras el cuerpo aguante y hoy estoy a media máquina, pienso seguir. No solamente vivo de trabajar con el pescado, sino que mi vida está acá. Me cuesta más irme a mi casa que venir a trabajar. Vivo del pescado y lo amo. Me da bronca cuando lo tiran o se echa a perder” cerró, describiendo su propia esencia. y asume que la fórmula ideal para “tentar” al cliente es el mano a mano, la recomendación y la sugerencia que potencie el producto.
“Hay que sugerirle recetas para que lo cocinen mejor y disfruten el pescado, la gente se tiene que ir contenta. No es cuestión de vender y ganar plata, se trata de comer y disfrutar”, cierra la charla.#