Un robo falso, una emboscada salvaje y un hombre al borde de la muerte

Tras despedirlo de su empresa, Oscar Ferreyra citó engañado a Walter Jaramillo y le partió el cráneo en tres partes. Sobrevivió de milagro. El agresor intentó simular que le habían querido robar pero su versión se derrumbó. La víctima aún no entiende la razón del ataque. La defensa admite la golpiza pero dice que no hubo intención de matar.

Núñez (izquierda), Jaramillo y Gabalachis, protagonistas.
19 ENE 2025 - 9:31 | Actualizado 19 ENE 2025 - 9:51

Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada
Fotos: Daniel Feldman/Norman Evans

Enojado porque le había pedido un aumento de sueldo, Oscar Ferreyra no sólo despidió a Walter Jaramillo de su empresa sino que tres días después lo emboscó y le fracturó el cráneo en tres partes con el cabo de un hacha. Una vecina escuchó los desesperados gritos de auxilio y llamó a la Policía.

Cuando el patrullero llegó a la casa de Telsen al 300 del barrio Amaya de Trelew, el victimario simuló ser víctima: dijo que había sorprendido a Jaramillo robándole un TV y una computadora envueltos en una frazada. Hasta lo denunció. Eran las 19.45 del 29 de agosto de 2024.

El fiscal Gustavo Núñez ya preparaba una audiencia de control de detención y un juicio rápido. Pero al rastrear sus antecedentes, el presunto ladrón estaba limpio.

Núñez y Ortega, el dúo de investigadores.

La mujer del golpeado aclaró que su marido había sido citado al Amaya por una mujer que necesitaba un presupuesto para instalar cámaras de seguridad. Mostró el WhatsApp con la ubicación que le había enviado su pareja. Y reveló que con Ferreyra se conocían porque era su jefe en Norfer, la firma dedicada a instalar internet.

Nada cerraba.

En el Hospital Zonal, con golpes, coágulos y hemorragias, el estado de Jaramillo era crítico.

La tentativa de robo se convertía en tentativa de homicidio. Lo que Ferreyra había declarado no existía: ni las piedras que el “ladrón” había tirado ni sus huellas digitales ni un destornillador.

Había asegurado no conocer a Jaramillo pero tras la golpiza habló de “este chorro del Etchepare”. Es el barrio del agredido. Tampoco había daños en la casa.

Si Jaramillo era un ladrón, ¿por qué había estacionado su Ford Fiesta gris frente al domicilio y no más lejos? Con el cráneo roto, había alcanzado a balbucear algo: “Yo vine a pasar un presupuesto”.

Fiscalía investigó y allanó: Jaramillo había sido despedido de la empresa y Ferreyra lo había amenazado. Otros tres compañeros también habían sido echados y advertidos con videollamadas y mensajes por Facebook. Dos lo denunciaron. Tras la brutal agresión sintieron miedo y prefirieron alejarse de Trelew hacia Chile y Santa Cruz. Ninguno sabía que esa casa de calle Telsen existía.

La geolocalización de celulares verificó que una hora antes de la golpiza, Ferreyra ya estaba rondando la vivienda.

Se verificaron los horarios. No había tiempo material para que Jaramillo hubiese podido robar nada. Su chip y su tarjeta de memoria nunca aparecieron pero puede haber alguna clave en la sábana de llamadas.

Gustavo Núñez, el fiscal del caso en Trelew.

Núñez le contó a Jornada que “hubo algo muy fuerte porque en un momento Ferreyra les comentó a los compañeros de Jaramillo: `Voy a seguir cazando pumas, ya cacé uno y voy a seguir en el Moreira y en el INTA´. Ese es el tamaño de la amenaza”.

“Para la emboscada, a Jaramillo lo cita una familiar del imputado que tenemos identificada. Él ni sabía quién vivía ahí y cuando entra, Ferreyra lo sorprende por detrás y comienza a pegarle”.

Una evidencia clave son las escuchas del entorno y de la familia de Ferreyra. Son diálogos muy explícitos. En esas charlas se nota “mucha bronca por la relación laboral”.

Ruth Ortega, funcionaria de Fiscalía, reveló que en las intervenciones telefónicas “encontramos cómo se planificó y cómo entorpecer la investigación”. Se escucha a Ferreyra preparar testigos para que vayan a declarar y mejoren su situación procesal. Hasta les ofrecía trabajo.

Ruth Ortega, funcionaria del MPF de Trelew.

“En una escucha hablan de tratar de sacar una copia del parte diario de Policía para decir que Jaramillo no había sido trasladado de inmediato al Hospital sino que había pasado por una comisaría y que ahí lo habían golpeado. Fue una de las tantas estrategias que barajaron Ferreyra con su familia”.

En otro diálogo hablan sobre “entregar a Jaramillo en bolsitas”.

“Fue bastante burdo –acotó Núñez-; en las primeras horas sirvió para entorpecer la investigación pero con los días se cayó”.

Según el fiscal, Ferreyra hasta filmó a Jaramillo tirado, ensangrentado, como si hubiese sido un caso de justicia por mano propia: “Trataba de justificar el robo pero ante las pruebas ya era imposible hacerlo”.

El exempleado estuvo en coma hasta que pudo contar algo. “Estuvo muy mal, con hundimiento de cráneo, tenía problemas para hablar y respirar”.

El fiscal prevé un juicio por jurados salvo que Ferreyra acepte un juicio abreviado con una pena de cárcel efectiva. Núñez adelantó “muy probable” que su esposa también sea imputada por su participación. El plazo para presentar la acusación vence el 9 de marzo.

Jaramillo: “No le encuentro explicación”

La medicina, su familia, sus ganas, su necesidad. Todo eso le salvó la vida. Pero también el ajedrez. Walter Jaramillo es un habitué de los torneos locales.

Cuando despertó de 21 días de coma los médicos no sabían si perdería la vista, el habla, la capacidad de caminar o de jugar. Se dijo a sí mismo que no podía perder su pasión. Dedicó noches enteras a repasar jugadas. Exigió a su cerebro. Fue terapéutico: comenzó a recordar nombres, a recuperarse.

Todavía no se explica porqué su exjefe intentó matarlo. Había sido su primer empleado enTrelew en Norfer: “Nor” por Norma, la esposa de “Fer”, Ferreyra.

“Le reclamamos un aumento porque por los trabajos en Trelew nos pagaba menos que por las conexiones en Esquel, cuando el laburo era el mismo. Agarraba una torta de plata y lo que debía hacer era repartirla bien. No le gustó nada”, relató a Jornada.

Jaramillo conocía hace años a su jefe. Por eso fue el vocero de la queja. “Sabía que se podía enojar conmigo pero pensé que podíamos charlarlo”.

Apenas entró a la oficina, Ferreyra señaló a cuatro. Les dijo algo así como: “Vos y vos, afuera, ya los eché. Hay mucha gente dando vueltas buscando trabajo, no los necesito”. Hasta despidió a un hijo suyo.

Walter Jaramillo, la víctima de la emboscada.

El 26 de agosto Jaramillo recibió el telegrama. Y el 29 de agosto un número lo llamó con insistencia. No atiende desconocidos pero dudó. Una mujer pedía presupuesto para cámaras. “No me supo decir cómo había conseguido mi celular”. Le dijo a su esposaque en 15 minutos volvería para la cena.

La ubicación del WhatsApp marcaba Telsen al 300. Estacionó. “Me pareció raro porque no me esperaba nadie, y ahí le reenvié el mensaje a mi mujer. Golpeo, no veo movimiento, entro por la reja abierta hacia una puerta. Siento que alguien entra detrás desde la calle. Doy media vuelta y viene derecho a pegarme, ni me dejó reaccionar. Me toco y veo sangre. Forcejeamos y siento un segundo golpe”.

La luz se apaga. Desde ahí no recuerda más. Está convencido de que había otra persona pegándole. Es cuando la vecina escucha sus gritos y llama a la Policía.

“Me estaba buscando porque mi auto lo conoce. En las cámaras lo vieron merodeando, y cuando me ve, va detrás mío enseguida”.

Aunque luce bien, Jaramillo siente su brazo izquierdo dormido, entumecido. Tiene hundimiento de cráneo. En un par de meses, cuando el hueso selle, le colocarán una placa.
“Cuando los médicos me dijeron que no sabían si podría volver a jugar ajedrez fue como si me cortaran las piernas. Tenía todas las noches para mí y repasaba las partidas. Me puede pasar de todo menos no jugar. Gracias a eso fui recuperando la cabeza. Me sirvió muchísimo enfocarme en algo que necesitaba recuperar para no estar postrado”.

-¿Por qué alguien te despide y luego trata de matarte? Estuviste a un golpe de morir…
-Estuve a nada. A mi familia le dijeron que no pasaba de esa noche. No lo entiendo ni le encuentro explicación, porque me conoce hace años. Fue delegado nuestro y conozco a su familia. Sus hijos jugaban conmigo a la pelota. Era cuestión de charlar porque había solución. Incluso le había dicho que no quería trabajar más por lo que me pagaba y me mandó un audio diciendo “Quedáte, seguí con nosotros”.

Aunque nunca tan graves, había tenido cruces con Ferreyra. “Es un tipo difícil, no se banca las discusiones y piensa que se arreglan a los golpes. Pero conmigo no creí que iba a llegar al contacto”.

La familia de Jaramillo pensó irse de Trelew. Quedó en eso. Sí instalaron cámaras de seguridad en su casa. Nunca se sabe. “Con una persona así hay que tener cuidado. Pero no tengo miedo. Lo que quiso hacer no lo logró y estoy firme para seguir adelante”.

Gabalachis: “No hubo intención de matar”

Fabián Gabalachis es el defensor de Ferreyra. “Doy por sentado que los hechos y la autoría ocurrieron como lo relató la Fiscalía”, admitió ante Jornada. Por eso la discusión central será la calificación jurídica. El penalista de Trelew cree que fueron lesiones graves y no una tentativa de homicidio. La escala penal es sensiblemente menor: las lesiones van de 1 a 6 años de prisión; la tentativa, de 4 a 16 años y 8 meses.

-¿Cuál es la versión de la defensa sobre los motivos de la agresión?
-La pura realidad es que nunca hablé minuciosamente sobre ese punto, sobre porqué lo hizo y cómo era la relación. No discuto ni hechos ni autoría. Estamos discutiendo si las lesiones son en el marco de una tentativa de homicidio o lesiones graves, ése es el núcleo. No observo que haya existido dolo de homicidio, ése es el quid de la cuestión.

“De ninguna manera tuvo dolo de homicidio. No hablé con él de los motivos y no hace falta saberlo porque cualquiera sea la versión, el caudal probatorio que tiene el Ministerio Público Fiscal respecto de cómo sucedieron los hechos es bastante importante y no veo que tengamos elementos para poder discutirlo”, se resignó.

“La discusión se puede centrar únicamente en la intención de matar o no –insistió-. Considero que no y la persona se recuperó favorablemente”.

Fabián Gabalachis, penalista de Trelew y defensor de Ferreyra.

-¿Qué puede decir de las escuchas telefónicas?
-No las conozco en detalle. Puedo decir que mientras estaba tramitando la causa habían intervenido un par de teléfonos y según la versión de Fiscalía, surgía como que estaba preparando el terreno para tratar de simular que no había existido responsabilidad de su parte.

Sobre un posible juicio abreviado con una pena efectiva que el fiscal Núñez está dispuesto a cerrar, Gabalachis explicó que “es prematuro hablar de eso pero lo vamos a evaluar y va a estar en el marco de las decisiones de la audiencia preliminar. Es posible”.
-Fiscalía adelantó que podría imputar a la mujer de Ferreyra…
-No tienen elementos para imputarla, es total y absolutamente ajena a los hechos. Así como veo una fortaleza en la teoría del caso del MPF respecto de él, respecto a la mujer no hay elementos.

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Núñez (izquierda), Jaramillo y Gabalachis, protagonistas.
19 ENE 2025 - 9:31

Por Rolando Tobarez/Redacción Jornada
Fotos: Daniel Feldman/Norman Evans

Enojado porque le había pedido un aumento de sueldo, Oscar Ferreyra no sólo despidió a Walter Jaramillo de su empresa sino que tres días después lo emboscó y le fracturó el cráneo en tres partes con el cabo de un hacha. Una vecina escuchó los desesperados gritos de auxilio y llamó a la Policía.

Cuando el patrullero llegó a la casa de Telsen al 300 del barrio Amaya de Trelew, el victimario simuló ser víctima: dijo que había sorprendido a Jaramillo robándole un TV y una computadora envueltos en una frazada. Hasta lo denunció. Eran las 19.45 del 29 de agosto de 2024.

El fiscal Gustavo Núñez ya preparaba una audiencia de control de detención y un juicio rápido. Pero al rastrear sus antecedentes, el presunto ladrón estaba limpio.

Núñez y Ortega, el dúo de investigadores.

La mujer del golpeado aclaró que su marido había sido citado al Amaya por una mujer que necesitaba un presupuesto para instalar cámaras de seguridad. Mostró el WhatsApp con la ubicación que le había enviado su pareja. Y reveló que con Ferreyra se conocían porque era su jefe en Norfer, la firma dedicada a instalar internet.

Nada cerraba.

En el Hospital Zonal, con golpes, coágulos y hemorragias, el estado de Jaramillo era crítico.

La tentativa de robo se convertía en tentativa de homicidio. Lo que Ferreyra había declarado no existía: ni las piedras que el “ladrón” había tirado ni sus huellas digitales ni un destornillador.

Había asegurado no conocer a Jaramillo pero tras la golpiza habló de “este chorro del Etchepare”. Es el barrio del agredido. Tampoco había daños en la casa.

Si Jaramillo era un ladrón, ¿por qué había estacionado su Ford Fiesta gris frente al domicilio y no más lejos? Con el cráneo roto, había alcanzado a balbucear algo: “Yo vine a pasar un presupuesto”.

Fiscalía investigó y allanó: Jaramillo había sido despedido de la empresa y Ferreyra lo había amenazado. Otros tres compañeros también habían sido echados y advertidos con videollamadas y mensajes por Facebook. Dos lo denunciaron. Tras la brutal agresión sintieron miedo y prefirieron alejarse de Trelew hacia Chile y Santa Cruz. Ninguno sabía que esa casa de calle Telsen existía.

La geolocalización de celulares verificó que una hora antes de la golpiza, Ferreyra ya estaba rondando la vivienda.

Se verificaron los horarios. No había tiempo material para que Jaramillo hubiese podido robar nada. Su chip y su tarjeta de memoria nunca aparecieron pero puede haber alguna clave en la sábana de llamadas.

Gustavo Núñez, el fiscal del caso en Trelew.

Núñez le contó a Jornada que “hubo algo muy fuerte porque en un momento Ferreyra les comentó a los compañeros de Jaramillo: `Voy a seguir cazando pumas, ya cacé uno y voy a seguir en el Moreira y en el INTA´. Ese es el tamaño de la amenaza”.

“Para la emboscada, a Jaramillo lo cita una familiar del imputado que tenemos identificada. Él ni sabía quién vivía ahí y cuando entra, Ferreyra lo sorprende por detrás y comienza a pegarle”.

Una evidencia clave son las escuchas del entorno y de la familia de Ferreyra. Son diálogos muy explícitos. En esas charlas se nota “mucha bronca por la relación laboral”.

Ruth Ortega, funcionaria de Fiscalía, reveló que en las intervenciones telefónicas “encontramos cómo se planificó y cómo entorpecer la investigación”. Se escucha a Ferreyra preparar testigos para que vayan a declarar y mejoren su situación procesal. Hasta les ofrecía trabajo.

Ruth Ortega, funcionaria del MPF de Trelew.

“En una escucha hablan de tratar de sacar una copia del parte diario de Policía para decir que Jaramillo no había sido trasladado de inmediato al Hospital sino que había pasado por una comisaría y que ahí lo habían golpeado. Fue una de las tantas estrategias que barajaron Ferreyra con su familia”.

En otro diálogo hablan sobre “entregar a Jaramillo en bolsitas”.

“Fue bastante burdo –acotó Núñez-; en las primeras horas sirvió para entorpecer la investigación pero con los días se cayó”.

Según el fiscal, Ferreyra hasta filmó a Jaramillo tirado, ensangrentado, como si hubiese sido un caso de justicia por mano propia: “Trataba de justificar el robo pero ante las pruebas ya era imposible hacerlo”.

El exempleado estuvo en coma hasta que pudo contar algo. “Estuvo muy mal, con hundimiento de cráneo, tenía problemas para hablar y respirar”.

El fiscal prevé un juicio por jurados salvo que Ferreyra acepte un juicio abreviado con una pena de cárcel efectiva. Núñez adelantó “muy probable” que su esposa también sea imputada por su participación. El plazo para presentar la acusación vence el 9 de marzo.

Jaramillo: “No le encuentro explicación”

La medicina, su familia, sus ganas, su necesidad. Todo eso le salvó la vida. Pero también el ajedrez. Walter Jaramillo es un habitué de los torneos locales.

Cuando despertó de 21 días de coma los médicos no sabían si perdería la vista, el habla, la capacidad de caminar o de jugar. Se dijo a sí mismo que no podía perder su pasión. Dedicó noches enteras a repasar jugadas. Exigió a su cerebro. Fue terapéutico: comenzó a recordar nombres, a recuperarse.

Todavía no se explica porqué su exjefe intentó matarlo. Había sido su primer empleado enTrelew en Norfer: “Nor” por Norma, la esposa de “Fer”, Ferreyra.

“Le reclamamos un aumento porque por los trabajos en Trelew nos pagaba menos que por las conexiones en Esquel, cuando el laburo era el mismo. Agarraba una torta de plata y lo que debía hacer era repartirla bien. No le gustó nada”, relató a Jornada.

Jaramillo conocía hace años a su jefe. Por eso fue el vocero de la queja. “Sabía que se podía enojar conmigo pero pensé que podíamos charlarlo”.

Apenas entró a la oficina, Ferreyra señaló a cuatro. Les dijo algo así como: “Vos y vos, afuera, ya los eché. Hay mucha gente dando vueltas buscando trabajo, no los necesito”. Hasta despidió a un hijo suyo.

Walter Jaramillo, la víctima de la emboscada.

El 26 de agosto Jaramillo recibió el telegrama. Y el 29 de agosto un número lo llamó con insistencia. No atiende desconocidos pero dudó. Una mujer pedía presupuesto para cámaras. “No me supo decir cómo había conseguido mi celular”. Le dijo a su esposaque en 15 minutos volvería para la cena.

La ubicación del WhatsApp marcaba Telsen al 300. Estacionó. “Me pareció raro porque no me esperaba nadie, y ahí le reenvié el mensaje a mi mujer. Golpeo, no veo movimiento, entro por la reja abierta hacia una puerta. Siento que alguien entra detrás desde la calle. Doy media vuelta y viene derecho a pegarme, ni me dejó reaccionar. Me toco y veo sangre. Forcejeamos y siento un segundo golpe”.

La luz se apaga. Desde ahí no recuerda más. Está convencido de que había otra persona pegándole. Es cuando la vecina escucha sus gritos y llama a la Policía.

“Me estaba buscando porque mi auto lo conoce. En las cámaras lo vieron merodeando, y cuando me ve, va detrás mío enseguida”.

Aunque luce bien, Jaramillo siente su brazo izquierdo dormido, entumecido. Tiene hundimiento de cráneo. En un par de meses, cuando el hueso selle, le colocarán una placa.
“Cuando los médicos me dijeron que no sabían si podría volver a jugar ajedrez fue como si me cortaran las piernas. Tenía todas las noches para mí y repasaba las partidas. Me puede pasar de todo menos no jugar. Gracias a eso fui recuperando la cabeza. Me sirvió muchísimo enfocarme en algo que necesitaba recuperar para no estar postrado”.

-¿Por qué alguien te despide y luego trata de matarte? Estuviste a un golpe de morir…
-Estuve a nada. A mi familia le dijeron que no pasaba de esa noche. No lo entiendo ni le encuentro explicación, porque me conoce hace años. Fue delegado nuestro y conozco a su familia. Sus hijos jugaban conmigo a la pelota. Era cuestión de charlar porque había solución. Incluso le había dicho que no quería trabajar más por lo que me pagaba y me mandó un audio diciendo “Quedáte, seguí con nosotros”.

Aunque nunca tan graves, había tenido cruces con Ferreyra. “Es un tipo difícil, no se banca las discusiones y piensa que se arreglan a los golpes. Pero conmigo no creí que iba a llegar al contacto”.

La familia de Jaramillo pensó irse de Trelew. Quedó en eso. Sí instalaron cámaras de seguridad en su casa. Nunca se sabe. “Con una persona así hay que tener cuidado. Pero no tengo miedo. Lo que quiso hacer no lo logró y estoy firme para seguir adelante”.

Gabalachis: “No hubo intención de matar”

Fabián Gabalachis es el defensor de Ferreyra. “Doy por sentado que los hechos y la autoría ocurrieron como lo relató la Fiscalía”, admitió ante Jornada. Por eso la discusión central será la calificación jurídica. El penalista de Trelew cree que fueron lesiones graves y no una tentativa de homicidio. La escala penal es sensiblemente menor: las lesiones van de 1 a 6 años de prisión; la tentativa, de 4 a 16 años y 8 meses.

-¿Cuál es la versión de la defensa sobre los motivos de la agresión?
-La pura realidad es que nunca hablé minuciosamente sobre ese punto, sobre porqué lo hizo y cómo era la relación. No discuto ni hechos ni autoría. Estamos discutiendo si las lesiones son en el marco de una tentativa de homicidio o lesiones graves, ése es el núcleo. No observo que haya existido dolo de homicidio, ése es el quid de la cuestión.

“De ninguna manera tuvo dolo de homicidio. No hablé con él de los motivos y no hace falta saberlo porque cualquiera sea la versión, el caudal probatorio que tiene el Ministerio Público Fiscal respecto de cómo sucedieron los hechos es bastante importante y no veo que tengamos elementos para poder discutirlo”, se resignó.

“La discusión se puede centrar únicamente en la intención de matar o no –insistió-. Considero que no y la persona se recuperó favorablemente”.

Fabián Gabalachis, penalista de Trelew y defensor de Ferreyra.

-¿Qué puede decir de las escuchas telefónicas?
-No las conozco en detalle. Puedo decir que mientras estaba tramitando la causa habían intervenido un par de teléfonos y según la versión de Fiscalía, surgía como que estaba preparando el terreno para tratar de simular que no había existido responsabilidad de su parte.

Sobre un posible juicio abreviado con una pena efectiva que el fiscal Núñez está dispuesto a cerrar, Gabalachis explicó que “es prematuro hablar de eso pero lo vamos a evaluar y va a estar en el marco de las decisiones de la audiencia preliminar. Es posible”.
-Fiscalía adelantó que podría imputar a la mujer de Ferreyra…
-No tienen elementos para imputarla, es total y absolutamente ajena a los hechos. Así como veo una fortaleza en la teoría del caso del MPF respecto de él, respecto a la mujer no hay elementos.


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