El primer relámpago de la memoria nos retrotrae a un tiempo sin fronteras y sin edad.
Es que hay pinchazos de emoción que perforan el alma. Que ingresan por la piel, pasan a las venas, alimentan el corazón y terminan en la cabeza. Eso es Deportivo Madryn. Eso es el Club Social y Deportivo Madryn que hoy cumple 101 años de vida.
Fue allá. O acá. Da lo mismo. Un 7 de mayo de 1924, aunque ya había empezado andar por el 16 cuando jugó hasta un partido internacional contra los Kaiser. Se pintó en su piel el amarillo y el negro que lo sigue adonde vaya. Uno, caliente, ilumina el sol de cada mañana y el otro, frio, recuerda aquellos que ya no están pero siguen viviendo entre nosotros con su imagen diáfana de bravura.
La historia, de cualquier modo es confusa, desdoblando de a pedazos, envuelta en trapos, con ratitos de desdicha y ratitos de felicidad. Pero es la historia. Su historia. Pero esa biografía va construyendo su propia banda sonora a medida que van pasando las páginas.
Aquí -en Madryn- se aprende la cara de la gente, la amistad, el valor subjetivo de la gloria y la verdad de la poesía. Lo demás, se trae en las células. La familia, el trabajo, los prejuicios, la esperanza, los mandatos internos y el orgullo de transformar la palabra en inapelable ley.
Varias veces apareció esa pregunta mortificante que versa que el tiempo sepulta la pasión, aleja el recuerdo, elimina la emoción y que hace asomar la cara al precipicio. Sin embargo, apareció la memoria y junto a los últimos testigos, se respetó la historia. Esa llama del recuerdo que permanece ardiente.
Es que el Aurinegro es el principal sujeto de una pasión y que hace gritar identidad sin vergüenza, devolviendo un credo que parecía una utopía.
Con algún residual anecdotario, “El Madryn” pertenece a la cultura inamovible de su comunidad y su nombre se renueva en oídos queridos de nuevas generaciones, llenos de voces y cantos.
Allí está la etapa dorada del fútbol local con los cinco campeonatos consecutivos, dejando una marca indeleble aún irrepetible. El campeonato provincial y el juego en La Bombonera.
Es que su nombre retumba en los diferentes ámbitos donde su recuerdo se perpetúa como el núcleo central de algo. Porque dejó ser un nombre.
Ahora es un símbolo abismal de la altivez de la ciudad que fue matriz de este sueño y que le despertó la autoestima.
Ser “del Madryn” se dice con la mirada sin el sonido de su voz y el conjuro del latir del corazón; pues sostiene con su magia el discurso público de reivindicación social, desafiando con osadía y convicción la soberbia de otros y escuchando los mil idiomas de su gente. Y es allí donde vive. En el corazón encendido de un universo que lo quiere y lo admira sin límites y sin condiciones. Vociferante y orgulloso que llega con la prédica de la dicha pasada y la esperanza del mañana.
¿Qué es el Deportivo Madryn? Es un domingo con sol. Son los abuelos sonrientes y los niños felices. Es el Tongui Melín. Son los Casado (siempre hay un Casado). Es Abel. Y Gustavo. Y Ricardo y Renzo y los que vienen atrás. Es el ñandú indomable de Rufino Echaide y sus 243 goles. Es Luján; el Poldo y Ubaldo. Son los Paollela (siempre hay un Paollela) y los Peinilpil (también, siempre hay un Peinipil). Y los Regués y el petiso Antìn desbordando por la derecha.
Hoy, el ayer y el hoy se encuentran. Se reconocen y se abrazan. Como aquel tiro libre del Mara Sayhueque afirmando un título tras 18 años de sequía. Como los que se cansó de hacer Carolo o aquel inolvidable del Caio, eludiendo a cuanto rival se le ponía adelante. Ni hablar del ascenso a la Primera Nacional ni de la iluminación al estadio. Y al revivirlo en blanco y negro, todavía emociona.
Allí está Cirilo y los suyos, Alfredo, Coco y los que vienen abajo sintiendo que Madryn es un huésped con rango familiar y que los hace más líder que rehén, más dominante que cautivo; más propio que ajeno.
Sí. Hoy están ellos. Incomparables. Con reacciones volcánicas y epidérmicas y con una lealtad conmovedora. Si. Ahí está Deportivo Madryn, nacido de una cuna proletaria y con el mar púrpura de su espesa sangre que ningún tiempo borrará. Si. Hoy cumple 101 años. Feliz cumpleaños, Aurinegro taurino y bravío.
El primer relámpago de la memoria nos retrotrae a un tiempo sin fronteras y sin edad.
Es que hay pinchazos de emoción que perforan el alma. Que ingresan por la piel, pasan a las venas, alimentan el corazón y terminan en la cabeza. Eso es Deportivo Madryn. Eso es el Club Social y Deportivo Madryn que hoy cumple 101 años de vida.
Fue allá. O acá. Da lo mismo. Un 7 de mayo de 1924, aunque ya había empezado andar por el 16 cuando jugó hasta un partido internacional contra los Kaiser. Se pintó en su piel el amarillo y el negro que lo sigue adonde vaya. Uno, caliente, ilumina el sol de cada mañana y el otro, frio, recuerda aquellos que ya no están pero siguen viviendo entre nosotros con su imagen diáfana de bravura.
La historia, de cualquier modo es confusa, desdoblando de a pedazos, envuelta en trapos, con ratitos de desdicha y ratitos de felicidad. Pero es la historia. Su historia. Pero esa biografía va construyendo su propia banda sonora a medida que van pasando las páginas.
Aquí -en Madryn- se aprende la cara de la gente, la amistad, el valor subjetivo de la gloria y la verdad de la poesía. Lo demás, se trae en las células. La familia, el trabajo, los prejuicios, la esperanza, los mandatos internos y el orgullo de transformar la palabra en inapelable ley.
Varias veces apareció esa pregunta mortificante que versa que el tiempo sepulta la pasión, aleja el recuerdo, elimina la emoción y que hace asomar la cara al precipicio. Sin embargo, apareció la memoria y junto a los últimos testigos, se respetó la historia. Esa llama del recuerdo que permanece ardiente.
Es que el Aurinegro es el principal sujeto de una pasión y que hace gritar identidad sin vergüenza, devolviendo un credo que parecía una utopía.
Con algún residual anecdotario, “El Madryn” pertenece a la cultura inamovible de su comunidad y su nombre se renueva en oídos queridos de nuevas generaciones, llenos de voces y cantos.
Allí está la etapa dorada del fútbol local con los cinco campeonatos consecutivos, dejando una marca indeleble aún irrepetible. El campeonato provincial y el juego en La Bombonera.
Es que su nombre retumba en los diferentes ámbitos donde su recuerdo se perpetúa como el núcleo central de algo. Porque dejó ser un nombre.
Ahora es un símbolo abismal de la altivez de la ciudad que fue matriz de este sueño y que le despertó la autoestima.
Ser “del Madryn” se dice con la mirada sin el sonido de su voz y el conjuro del latir del corazón; pues sostiene con su magia el discurso público de reivindicación social, desafiando con osadía y convicción la soberbia de otros y escuchando los mil idiomas de su gente. Y es allí donde vive. En el corazón encendido de un universo que lo quiere y lo admira sin límites y sin condiciones. Vociferante y orgulloso que llega con la prédica de la dicha pasada y la esperanza del mañana.
¿Qué es el Deportivo Madryn? Es un domingo con sol. Son los abuelos sonrientes y los niños felices. Es el Tongui Melín. Son los Casado (siempre hay un Casado). Es Abel. Y Gustavo. Y Ricardo y Renzo y los que vienen atrás. Es el ñandú indomable de Rufino Echaide y sus 243 goles. Es Luján; el Poldo y Ubaldo. Son los Paollela (siempre hay un Paollela) y los Peinilpil (también, siempre hay un Peinipil). Y los Regués y el petiso Antìn desbordando por la derecha.
Hoy, el ayer y el hoy se encuentran. Se reconocen y se abrazan. Como aquel tiro libre del Mara Sayhueque afirmando un título tras 18 años de sequía. Como los que se cansó de hacer Carolo o aquel inolvidable del Caio, eludiendo a cuanto rival se le ponía adelante. Ni hablar del ascenso a la Primera Nacional ni de la iluminación al estadio. Y al revivirlo en blanco y negro, todavía emociona.
Allí está Cirilo y los suyos, Alfredo, Coco y los que vienen abajo sintiendo que Madryn es un huésped con rango familiar y que los hace más líder que rehén, más dominante que cautivo; más propio que ajeno.
Sí. Hoy están ellos. Incomparables. Con reacciones volcánicas y epidérmicas y con una lealtad conmovedora. Si. Ahí está Deportivo Madryn, nacido de una cuna proletaria y con el mar púrpura de su espesa sangre que ningún tiempo borrará. Si. Hoy cumple 101 años. Feliz cumpleaños, Aurinegro taurino y bravío.