En el barrio Industrial de Comodoro Rivadavia, sobre la calle Eloy Canova 100, funciona ELIM, una escuela misionera que ha transformado un edificio abandonado en un verdadero refugio para quienes atraviesan situaciones de calle, adicciones o simplemente buscan una segunda oportunidad. Al frente está el pastor José Luis Selan, quien junto a un grupo de colaboradores sostiene éste espacio donde el abrigo no es solo físico, sino también espiritual.
“El frío más duro no es el del invierno, sino el del alma: el de la soledad, el rechazo, la indiferencia. Y contra eso trabajamos todos los días”, explica Selan. En la Escuela de Liderazgo Intensivo Ministerial se asiste a una veintena de personas de manera permanente y se brinda un plato de comida caliente, abrigo, contención y fe a muchas más que llegan cada noche.
ELIM ofrece desayuno, almuerzo, merienda y cena a sus residentes. Pero su tarea va mucho más allá de la asistencia básica ya que se dictan talleres de arte y oficio, se brinda acompañamiento espiritual, y sobre todo, se genera un entorno de respeto y dignidad. “No se trata solo de dar una cama, sino de ayudar a las personas a reencontrarse con su propósito”, dice Selan.
En estos días de frío extremo, la demanda crece, pero también crece la voluntad de ayudar. Desde adolescentes hasta personas mayores, incluso migrantes de otros países, llegan buscando un techo, un plato de comida y algo más profundo: un gesto que les devuelva la esperanza.
Quienes quieran colaborar con el refugio ELIM pueden acercarse a Eloy Canova 100 o comunicarse al 297-4435-217. “Acá no solo se combate el frío del cuerpo. Se combate el frío del alma. Y cuando eso se logra, una vida puede cambiar para siempre”, resumió el pastor Selan.
En el barrio Industrial de Comodoro Rivadavia, sobre la calle Eloy Canova 100, funciona ELIM, una escuela misionera que ha transformado un edificio abandonado en un verdadero refugio para quienes atraviesan situaciones de calle, adicciones o simplemente buscan una segunda oportunidad. Al frente está el pastor José Luis Selan, quien junto a un grupo de colaboradores sostiene éste espacio donde el abrigo no es solo físico, sino también espiritual.
“El frío más duro no es el del invierno, sino el del alma: el de la soledad, el rechazo, la indiferencia. Y contra eso trabajamos todos los días”, explica Selan. En la Escuela de Liderazgo Intensivo Ministerial se asiste a una veintena de personas de manera permanente y se brinda un plato de comida caliente, abrigo, contención y fe a muchas más que llegan cada noche.
ELIM ofrece desayuno, almuerzo, merienda y cena a sus residentes. Pero su tarea va mucho más allá de la asistencia básica ya que se dictan talleres de arte y oficio, se brinda acompañamiento espiritual, y sobre todo, se genera un entorno de respeto y dignidad. “No se trata solo de dar una cama, sino de ayudar a las personas a reencontrarse con su propósito”, dice Selan.
En estos días de frío extremo, la demanda crece, pero también crece la voluntad de ayudar. Desde adolescentes hasta personas mayores, incluso migrantes de otros países, llegan buscando un techo, un plato de comida y algo más profundo: un gesto que les devuelva la esperanza.
Quienes quieran colaborar con el refugio ELIM pueden acercarse a Eloy Canova 100 o comunicarse al 297-4435-217. “Acá no solo se combate el frío del cuerpo. Se combate el frío del alma. Y cuando eso se logra, una vida puede cambiar para siempre”, resumió el pastor Selan.