Por Ismael Tebes / Redacción Jornada
Lo que empezó como una serie de salidas esporádicas entre amigas, terminó convirtiéndose en un equipo de mujeres ciclistas que no solo comparte entrenamientos y competencias, sino también una forma de vivir el deporte al aire libre. El nombre “Piuke”, corazón en mapuche, las identifica y resume a la perfección el espíritu que las une: pedalear con pasión, constancia y alegría para ir siempre más allá.
Roxana Uribe es una de las integrantes fundadoras del equipo, y cuenta que la conformación del grupo se dio casi sin querer, “de forma natural”, a partir de la coincidencia de distintas mujeres que entrenaban por su cuenta con distintos objetivos.
“El grupo se armó naturalmente, entre salida y salida se comenzaron a sumar las chicas. Primero éramos tres y entre nosotras fijabamos hora y salida. Luego se conectaron el resto, porque tal vez les interesaba nuestras salidas a partir de las historias que subíamos a las redes”, resumió Roxana.
La bici y los fines de semana comenzaron a tener un denominador común. “Algunas ya veníamos siguiendo un plan de entrenamiento para competir en alguna carrera puntual, y otras solo salían a pedalear para hacer kilómetros y disfrutar del recorrido. Con el tiempo, en esas salidas largas de fondo, de 60 a 100 kilómetros, fue surgiendo entre todas la idea de empezar a competir. Y así nos fuimos contagiando”, relata.
El grupo Piuke está compuesto por siete mujeres que decidieron organizarse, no solo para mejorar en lo deportivo, sino también para apoyarse mutuamente. Romina Quiroz, Maive Herrera, Fiorella Moriones, Carolina Millalpi, Valeria Herrera y Laura Décima decidieron rodar en la misma sintonía inclusive planificando un calendario en común, fijando metas compartidas que incluyen carreras dentro y fuera de la provincia. “Nos proponemos objetivos en conjunto, aunque no todas participamos de todas las carreras. Algunas lo hacen según su disponibilidad o su entrenamiento, pero tratamos de mantenernos activas siempre”.
El grupo combina el rigor del entrenamiento y los kilómetros con la flexibilidad que requiere la vida cotidiana: todas trabajan, algunas son madres, y cada una adapta sus rutinas a los horarios factibles. Sin embargo, el punto de encuentro fuerte son los fines de semana, especialmente los domingos, cuando realizan fondos de 4 a 5 horas. “No hace falta pedalear fuerte, pero sí constante. Y es mucho mejor hacerlo acompañadas que solas. Es más seguro y más motivador”, afirman.
Además del aspecto competitivo, Piuke encuentra en el ciclismo una fuente de bienestar y disfrute. Uribe explica que comenzó a pedalear durante la pandemia. “Antes hacía running, pero con la bici encontré otro tipo de disfrute. Se recorren muchos más kilómetros, descubrís lugares impensados, sobre todo en Comodoro. Es una forma de conectarte con la naturaleza, con vos misma, y también es un cable a tierra”.
Piuke Bike está abierto a sumar más mujeres que compartan esta pasión, especialmente a aquellas que estén dispuestas a comprometerse con el entrenamiento y a prepararse de forma consciente para competir. “No se trata de ir a una carrera sin más. Para llegar bien a una competencia necesitás planificación, constancia, aprender a alimentarte bien y entrenar con un objetivo claro. Eso es lo que buscamos transmitir”, señala Uribe.
Con cada kilómetro recorrido, las “mujeres de la bici” se consolidan como un grupo que trasciende el deporte porque hay encuentro, adrenalina, diversión y compañerismo. Unidas por la bicicleta y el corazón, las ciclistas se plantan para desafiar circuitos y geografías que les permitan sortear, enfundadas en sus mallas y cascos, los límites de su propia estima.
Por Ismael Tebes / Redacción Jornada
Lo que empezó como una serie de salidas esporádicas entre amigas, terminó convirtiéndose en un equipo de mujeres ciclistas que no solo comparte entrenamientos y competencias, sino también una forma de vivir el deporte al aire libre. El nombre “Piuke”, corazón en mapuche, las identifica y resume a la perfección el espíritu que las une: pedalear con pasión, constancia y alegría para ir siempre más allá.
Roxana Uribe es una de las integrantes fundadoras del equipo, y cuenta que la conformación del grupo se dio casi sin querer, “de forma natural”, a partir de la coincidencia de distintas mujeres que entrenaban por su cuenta con distintos objetivos.
“El grupo se armó naturalmente, entre salida y salida se comenzaron a sumar las chicas. Primero éramos tres y entre nosotras fijabamos hora y salida. Luego se conectaron el resto, porque tal vez les interesaba nuestras salidas a partir de las historias que subíamos a las redes”, resumió Roxana.
La bici y los fines de semana comenzaron a tener un denominador común. “Algunas ya veníamos siguiendo un plan de entrenamiento para competir en alguna carrera puntual, y otras solo salían a pedalear para hacer kilómetros y disfrutar del recorrido. Con el tiempo, en esas salidas largas de fondo, de 60 a 100 kilómetros, fue surgiendo entre todas la idea de empezar a competir. Y así nos fuimos contagiando”, relata.
El grupo Piuke está compuesto por siete mujeres que decidieron organizarse, no solo para mejorar en lo deportivo, sino también para apoyarse mutuamente. Romina Quiroz, Maive Herrera, Fiorella Moriones, Carolina Millalpi, Valeria Herrera y Laura Décima decidieron rodar en la misma sintonía inclusive planificando un calendario en común, fijando metas compartidas que incluyen carreras dentro y fuera de la provincia. “Nos proponemos objetivos en conjunto, aunque no todas participamos de todas las carreras. Algunas lo hacen según su disponibilidad o su entrenamiento, pero tratamos de mantenernos activas siempre”.
El grupo combina el rigor del entrenamiento y los kilómetros con la flexibilidad que requiere la vida cotidiana: todas trabajan, algunas son madres, y cada una adapta sus rutinas a los horarios factibles. Sin embargo, el punto de encuentro fuerte son los fines de semana, especialmente los domingos, cuando realizan fondos de 4 a 5 horas. “No hace falta pedalear fuerte, pero sí constante. Y es mucho mejor hacerlo acompañadas que solas. Es más seguro y más motivador”, afirman.
Además del aspecto competitivo, Piuke encuentra en el ciclismo una fuente de bienestar y disfrute. Uribe explica que comenzó a pedalear durante la pandemia. “Antes hacía running, pero con la bici encontré otro tipo de disfrute. Se recorren muchos más kilómetros, descubrís lugares impensados, sobre todo en Comodoro. Es una forma de conectarte con la naturaleza, con vos misma, y también es un cable a tierra”.
Piuke Bike está abierto a sumar más mujeres que compartan esta pasión, especialmente a aquellas que estén dispuestas a comprometerse con el entrenamiento y a prepararse de forma consciente para competir. “No se trata de ir a una carrera sin más. Para llegar bien a una competencia necesitás planificación, constancia, aprender a alimentarte bien y entrenar con un objetivo claro. Eso es lo que buscamos transmitir”, señala Uribe.
Con cada kilómetro recorrido, las “mujeres de la bici” se consolidan como un grupo que trasciende el deporte porque hay encuentro, adrenalina, diversión y compañerismo. Unidas por la bicicleta y el corazón, las ciclistas se plantan para desafiar circuitos y geografías que les permitan sortear, enfundadas en sus mallas y cascos, los límites de su propia estima.