El vapor Helvecia: de barco fantasma a patrimonio

A ciento diecinueve años de su hundimiento, sigue contando su propia historia desde el lecho del lago Nahuel Huapi. Tras su hallazgo fue declarado de interés científico, histórico y turístico y se promulgó una ley para su preservación.

10 AGO 2025 - 18:08 | Actualizado 10 AGO 2025 - 18:22

Por Ismael Tebes
Redacción Jornada

El Helvecia existió y fue el protagonista infortunado de la primera tragedia náutica en el Lago Nahuel Huapi. Por su imponencia, fue el segundo barco a vapor que navegó por éstas aguas junto a su predecesor “El Cóndor” que transportaba pasajeros.

Era considerado un barco “de trabajo” que remolcaba troncos en la época del Bariloche fundacional, donde el eje era agrícola, ganadero y forestal. “Como se hacía en muchos lugares con ríos, se preparaban los rollizos, se tiraban al agua, haciendo una balsa y se remolcaban hasta la boca del Limay aunque después la corriente los llevaba río abajo.Iban al aserradero hacia donde hoy funciona el centro cívico. Esas eran sus rutas en general, aunque por decreto se le imponía cierta tarea ´civilizadora´ o social porque el lago era una vía de comunicación en una época donde no había caminos y todo era bosque” explica Pablo Siguenza, abogado y mediador, amante del buceo y de la historia, autor del libro “Vapor Helvecia”.

“Los datos que había eran muy pocos. Los historiadores apenas se habían encargado del tema y con datos muy contradictorios uno de otros. Se sabía que no hubo sobrevivientes pero no se conocían los nombres de la tripulación, solamente de quien había sido su capitán que no era tal, Santiago Pacheco”, resaltó.

La curiosidad llevó a la búsqueda de fuentes nunca antes indagadas. De carecer de datos elementos, se determinó que el Helvecia naufragó en la mañana del 31 de diciembre de 1906. “Se hablaba de una tormenta; otros decían que había explotado la caldera por un mal manejo de los tripulantes y que éstos se habrían encontrado en estado de ebriedad lo cual luego, se desestimó. Conseguimos determinar finalmente las razones al encontrar el barco”, explicó.

“Lo hallamos entero, sin ningún tipo de “rumbo”, apertura o quiebre que pudiera dar indicio de alguna voladura de la caldera. No nos pareció que haya sido la causa del hundimiento. Entendemos que hubo una tempestad de viento; que el lago estaba muy picado y probablemente alguna entrada de agua que el personal no vigiló debidamente, lo puso “pesado” de proa. En determinado momento no pudo resistir el temporal y se terminó hundiendo”.

El Helvecia cayó intacto, de proa, al fondo del lago. Está posado en el fondo de barro, escorado a babor y con la proa saliendo hundida profundamente en el lecho con su hélice y pala de timón, enterrada en la base lacustre.

De mito a patromonio

Nicolás Mazzola, director de la película e hijo de un pionero del buceo en Argentina, reconoció que la curiosidad lo llevó a recorrer las profundidades en una quasi “búsqueda del tesoro” desde su niñez.

“Había muy pocas fotografías, apenas unas en un catálogo de la empresa que empezó a industrializar la zona de San Carlos de Bariloche. Una era en el puerto San Carlos y otra desde el muelle, mirando el aserradero. Tras la investigación conseguimos una toma de un fotógrafo y cartógrafo alemán Hans Stefens, cuando el Helvecia se estaba armando. Eso nos permitió ver la parte del barco que no se veía y determinar sus medidas”.

En cuanto a la localización del hundimiento, sostuvo que la búsqueda giró en principio en torno a relatos populares de habitantes originales. “El único testigo del siniestro era un nene de ocho años y cuando intenté localizarlo, ya era muy mayor. Había libros de época que planteaban versiones muy cambiantes, lo que nos obligó a ir a los archivos chequeando actas de defunciones y artículos periodísticos. Inclusive se hablaba de que había varios “Helvecias” pero era uno solo, traído a la Argentina desde Glasgow, Escocia y adquirido mediante una licitación, por una empresa de maderas de Neuquén”.


El Vapor Helvecia transportaba únicamente a su tripulación al momento de hundirse. Y mediante un archivo en Viedma, se dio con el telegrama en el que se comunicaba del accidente. “Buscar en el Lago es como buscar una aguja en un pajar. Me propusieron pedirle a la Universidad, una ecosonda que mide el fondo con fotos de manera horizontal, marcando zonas de interés y también recurrimos al CONICET. Arrancamos en el 2020 hasta que en una tarde del verano del 2023 cerca del mediodía, con una empresa de robótica que nos dio una mano, vimos la parte del casco que estaba entero”.

Los responsables del “Vapor Helvecia” resaltan el valor de la investigación “no oficial”, recurriendo a documentación y registros originales y destacaron que las características del lago han favorecido las condiciones de conservación del barco, lo que habilita las condiciones para su estudio por parte de organismos especializados. “Es el mejor conservado de todos los barcos hundidos en Sudamérica”, plantean.

10 AGO 2025 - 18:08

Por Ismael Tebes
Redacción Jornada

El Helvecia existió y fue el protagonista infortunado de la primera tragedia náutica en el Lago Nahuel Huapi. Por su imponencia, fue el segundo barco a vapor que navegó por éstas aguas junto a su predecesor “El Cóndor” que transportaba pasajeros.

Era considerado un barco “de trabajo” que remolcaba troncos en la época del Bariloche fundacional, donde el eje era agrícola, ganadero y forestal. “Como se hacía en muchos lugares con ríos, se preparaban los rollizos, se tiraban al agua, haciendo una balsa y se remolcaban hasta la boca del Limay aunque después la corriente los llevaba río abajo.Iban al aserradero hacia donde hoy funciona el centro cívico. Esas eran sus rutas en general, aunque por decreto se le imponía cierta tarea ´civilizadora´ o social porque el lago era una vía de comunicación en una época donde no había caminos y todo era bosque” explica Pablo Siguenza, abogado y mediador, amante del buceo y de la historia, autor del libro “Vapor Helvecia”.

“Los datos que había eran muy pocos. Los historiadores apenas se habían encargado del tema y con datos muy contradictorios uno de otros. Se sabía que no hubo sobrevivientes pero no se conocían los nombres de la tripulación, solamente de quien había sido su capitán que no era tal, Santiago Pacheco”, resaltó.

La curiosidad llevó a la búsqueda de fuentes nunca antes indagadas. De carecer de datos elementos, se determinó que el Helvecia naufragó en la mañana del 31 de diciembre de 1906. “Se hablaba de una tormenta; otros decían que había explotado la caldera por un mal manejo de los tripulantes y que éstos se habrían encontrado en estado de ebriedad lo cual luego, se desestimó. Conseguimos determinar finalmente las razones al encontrar el barco”, explicó.

“Lo hallamos entero, sin ningún tipo de “rumbo”, apertura o quiebre que pudiera dar indicio de alguna voladura de la caldera. No nos pareció que haya sido la causa del hundimiento. Entendemos que hubo una tempestad de viento; que el lago estaba muy picado y probablemente alguna entrada de agua que el personal no vigiló debidamente, lo puso “pesado” de proa. En determinado momento no pudo resistir el temporal y se terminó hundiendo”.

El Helvecia cayó intacto, de proa, al fondo del lago. Está posado en el fondo de barro, escorado a babor y con la proa saliendo hundida profundamente en el lecho con su hélice y pala de timón, enterrada en la base lacustre.

De mito a patromonio

Nicolás Mazzola, director de la película e hijo de un pionero del buceo en Argentina, reconoció que la curiosidad lo llevó a recorrer las profundidades en una quasi “búsqueda del tesoro” desde su niñez.

“Había muy pocas fotografías, apenas unas en un catálogo de la empresa que empezó a industrializar la zona de San Carlos de Bariloche. Una era en el puerto San Carlos y otra desde el muelle, mirando el aserradero. Tras la investigación conseguimos una toma de un fotógrafo y cartógrafo alemán Hans Stefens, cuando el Helvecia se estaba armando. Eso nos permitió ver la parte del barco que no se veía y determinar sus medidas”.

En cuanto a la localización del hundimiento, sostuvo que la búsqueda giró en principio en torno a relatos populares de habitantes originales. “El único testigo del siniestro era un nene de ocho años y cuando intenté localizarlo, ya era muy mayor. Había libros de época que planteaban versiones muy cambiantes, lo que nos obligó a ir a los archivos chequeando actas de defunciones y artículos periodísticos. Inclusive se hablaba de que había varios “Helvecias” pero era uno solo, traído a la Argentina desde Glasgow, Escocia y adquirido mediante una licitación, por una empresa de maderas de Neuquén”.


El Vapor Helvecia transportaba únicamente a su tripulación al momento de hundirse. Y mediante un archivo en Viedma, se dio con el telegrama en el que se comunicaba del accidente. “Buscar en el Lago es como buscar una aguja en un pajar. Me propusieron pedirle a la Universidad, una ecosonda que mide el fondo con fotos de manera horizontal, marcando zonas de interés y también recurrimos al CONICET. Arrancamos en el 2020 hasta que en una tarde del verano del 2023 cerca del mediodía, con una empresa de robótica que nos dio una mano, vimos la parte del casco que estaba entero”.

Los responsables del “Vapor Helvecia” resaltan el valor de la investigación “no oficial”, recurriendo a documentación y registros originales y destacaron que las características del lago han favorecido las condiciones de conservación del barco, lo que habilita las condiciones para su estudio por parte de organismos especializados. “Es el mejor conservado de todos los barcos hundidos en Sudamérica”, plantean.