Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
“Sigue siendo una etapa invisibilizada en la vida de las mujeres”, expresó Pablo Carpintero, prestigioso médico experto en el tema, al referirse a la menopausia, cuyo Día Mundial se conmemoró este 18 de octubre. También en la actualidad aún es considerada como "una revolución silenciosa".
Remarcó que a pesar de que en Latinoamérica el inicio promedio ocurre cerca de los 49 años y muchas mujeres vivirán entre 30 y 34 años en esta fase —es decir, un tercio de su existencia—, aún se habla poco, se aborda desde el estigma o el silencio.
Carpintero es especialista en Ginecología, Obstetricia y Sexología Clínica. Colabora entre otras, con la Fundación Iberoamericana de Salud Pública.
En una charla profunda, abordó con Jornada Medios, las características de una etapa que atraviesan millones de mujeres en silencio y que puede representar un tercio de sus vidas. “Es hora de dejar de invisibilizarla y ofrecer acompañamiento real, efectivo y empático”, sostiene.
Advirtió que hablar de visibilización es hablar de salud, de derechos y de calidad de vida. Es hora de entender que la menopausia no es el fin de nada, sino el comienzo de una etapa de autoconocimiento y bienestar si se la transita con información y acompañamiento adecuados. Así lo traduce.

-¿Qué mitos o creencias erróneas persisten en torno a esta etapa?
- Uno de los más dañinos es pensar que la menopausia es una enfermedad. No lo es: es un proceso natural de la vida de la mujer, así como lo es la adolescencia. Sin embargo, hay una diferencia muy clara: mientras la adolescencia es celebrada como el comienzo de la vida adulta, la menopausia suele ser vista como el final de algo. Y no es así. Ambas son crisis vitales, transiciones que implican cambios hormonales, emocionales y de rol. Pero solo una tiene mala prensa. Necesitamos revertir esa narrativa.
-¿Cuándo comienza exactamente la menopausia?
- Técnicamente, se diagnostica retrospectivamente: hablamos de menopausia cuando una mujer ha pasado 12 meses consecutivos sin menstruar. No es necesario hacer estudios complementarios; es un diagnóstico clínico. Pero los síntomas y los cambios pueden comenzar hasta siete años antes, en lo que llamamos perimenopausia. Esto puede suceder desde los 42 o 43 años, una edad en la que la mujer suele tener alta demanda profesional, familiar y económica, por lo que los síntomas impactan fuertemente en su calidad de vida.
- ¿Cuáles son esos síntomas y cómo afectan el día a día?
- Algunos síntomas comunes son los sofocos, las alteraciones del sueño, los cambios de ánimo, la irritabilidad. Y no hablamos de molestias menores. Interrumpir el sueño tres o cuatro veces por noche durante años genera un desgaste emocional y físico enorme. Además, estudios recientes han demostrado que los sofocos intensos y prolongados tienen una relación directa con enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en mujeres, incluso diez veces más frecuente que el cáncer de mama.
- ¿Cómo se puede acompañar a las mujeres en esta etapa?
Con información, formación profesional y tratamiento efectivo. Existen terapias hormonales y no hormonales, abordajes integrales desde la medicina del estilo de vida y acompañamiento psicológico. Necesitamos dejar atrás la frase “esto ya va a pasar”. Si una mujer consulta por síntomas, desestimarlos es el peor error que podemos cometer como profesionales. Hay que escucharla, explicarle, ofrecerle opciones. El ser humano es un todo: biológico, psicológico y social. Y así debemos abordarlo.
- ¿Qué rol juegan los hábitos de vida en este proceso?
- Fundamental. Promover seis pilares: alimentación saludable (como la dieta mediterránea), actividad física regular, evitar tóxicos (tabaco, alcohol), descansar bien, gestionar el estrés y mantener vínculos sociales reales. La calidad de vida no es solo física: también es emocional, sexual y social. Y en menopausia, esto se vuelve central. Es clave que las mujeres cuenten con redes de contención y espacios donde puedan hablar sin ser juzgadas.
- ¿La experiencia varía mucho entre mujeres?
- Muchísimo. Hay mujeres que transitan esta etapa sin síntomas, y otras para quienes representa un verdadero desafío físico y emocional. Como en la adolescencia, cada cuerpo y cada biografía son distintas. Por eso no se puede generalizar. Lo importante es que quienes sí lo viven con intensidad, puedan acceder a tratamientos y acompañamiento adecuados, sin sentirse invisibilizadas.
- ¿Qué desafíos enfrenta el sistema de salud en relación con la menopausia?
- El primero es la formación. Muchos profesionales no están preparados para acompañar esta etapa. El segundo es el acceso: no todas las mujeres tienen las mismas posibilidades según dónde vivan, su nivel socioeconómico o el sistema de salud al que pertenezcan. Necesitamos políticas públicas concretas. Por eso es tan relevante el proyecto de ley que se discutió recientemente en Diputados sobre atención integral de la perimenopausia y la menopausia. La solución tiene que ser equitativa, inclusiva y federal.
- ¿Cuál es el mensaje final que le gustaría dejar?
- Que dejemos de mirar a la menopausia como una pérdida o un declive. Que empecemos a hablar más, a escuchar más, a acompañar más. Esta etapa, bien vivida, puede ser una revolución silenciosa, pero también una etapa de plenitud. Y que, como sociedad, asumamos la responsabilidad de garantizar que todas las mujeres puedan atravesarla con salud, dignidad y bienestar.

Por Lorena Leeming / Redacción Jornada
“Sigue siendo una etapa invisibilizada en la vida de las mujeres”, expresó Pablo Carpintero, prestigioso médico experto en el tema, al referirse a la menopausia, cuyo Día Mundial se conmemoró este 18 de octubre. También en la actualidad aún es considerada como "una revolución silenciosa".
Remarcó que a pesar de que en Latinoamérica el inicio promedio ocurre cerca de los 49 años y muchas mujeres vivirán entre 30 y 34 años en esta fase —es decir, un tercio de su existencia—, aún se habla poco, se aborda desde el estigma o el silencio.
Carpintero es especialista en Ginecología, Obstetricia y Sexología Clínica. Colabora entre otras, con la Fundación Iberoamericana de Salud Pública.
En una charla profunda, abordó con Jornada Medios, las características de una etapa que atraviesan millones de mujeres en silencio y que puede representar un tercio de sus vidas. “Es hora de dejar de invisibilizarla y ofrecer acompañamiento real, efectivo y empático”, sostiene.
Advirtió que hablar de visibilización es hablar de salud, de derechos y de calidad de vida. Es hora de entender que la menopausia no es el fin de nada, sino el comienzo de una etapa de autoconocimiento y bienestar si se la transita con información y acompañamiento adecuados. Así lo traduce.

-¿Qué mitos o creencias erróneas persisten en torno a esta etapa?
- Uno de los más dañinos es pensar que la menopausia es una enfermedad. No lo es: es un proceso natural de la vida de la mujer, así como lo es la adolescencia. Sin embargo, hay una diferencia muy clara: mientras la adolescencia es celebrada como el comienzo de la vida adulta, la menopausia suele ser vista como el final de algo. Y no es así. Ambas son crisis vitales, transiciones que implican cambios hormonales, emocionales y de rol. Pero solo una tiene mala prensa. Necesitamos revertir esa narrativa.
-¿Cuándo comienza exactamente la menopausia?
- Técnicamente, se diagnostica retrospectivamente: hablamos de menopausia cuando una mujer ha pasado 12 meses consecutivos sin menstruar. No es necesario hacer estudios complementarios; es un diagnóstico clínico. Pero los síntomas y los cambios pueden comenzar hasta siete años antes, en lo que llamamos perimenopausia. Esto puede suceder desde los 42 o 43 años, una edad en la que la mujer suele tener alta demanda profesional, familiar y económica, por lo que los síntomas impactan fuertemente en su calidad de vida.
- ¿Cuáles son esos síntomas y cómo afectan el día a día?
- Algunos síntomas comunes son los sofocos, las alteraciones del sueño, los cambios de ánimo, la irritabilidad. Y no hablamos de molestias menores. Interrumpir el sueño tres o cuatro veces por noche durante años genera un desgaste emocional y físico enorme. Además, estudios recientes han demostrado que los sofocos intensos y prolongados tienen una relación directa con enfermedades cardiovasculares, que son la primera causa de muerte en mujeres, incluso diez veces más frecuente que el cáncer de mama.
- ¿Cómo se puede acompañar a las mujeres en esta etapa?
Con información, formación profesional y tratamiento efectivo. Existen terapias hormonales y no hormonales, abordajes integrales desde la medicina del estilo de vida y acompañamiento psicológico. Necesitamos dejar atrás la frase “esto ya va a pasar”. Si una mujer consulta por síntomas, desestimarlos es el peor error que podemos cometer como profesionales. Hay que escucharla, explicarle, ofrecerle opciones. El ser humano es un todo: biológico, psicológico y social. Y así debemos abordarlo.
- ¿Qué rol juegan los hábitos de vida en este proceso?
- Fundamental. Promover seis pilares: alimentación saludable (como la dieta mediterránea), actividad física regular, evitar tóxicos (tabaco, alcohol), descansar bien, gestionar el estrés y mantener vínculos sociales reales. La calidad de vida no es solo física: también es emocional, sexual y social. Y en menopausia, esto se vuelve central. Es clave que las mujeres cuenten con redes de contención y espacios donde puedan hablar sin ser juzgadas.
- ¿La experiencia varía mucho entre mujeres?
- Muchísimo. Hay mujeres que transitan esta etapa sin síntomas, y otras para quienes representa un verdadero desafío físico y emocional. Como en la adolescencia, cada cuerpo y cada biografía son distintas. Por eso no se puede generalizar. Lo importante es que quienes sí lo viven con intensidad, puedan acceder a tratamientos y acompañamiento adecuados, sin sentirse invisibilizadas.
- ¿Qué desafíos enfrenta el sistema de salud en relación con la menopausia?
- El primero es la formación. Muchos profesionales no están preparados para acompañar esta etapa. El segundo es el acceso: no todas las mujeres tienen las mismas posibilidades según dónde vivan, su nivel socioeconómico o el sistema de salud al que pertenezcan. Necesitamos políticas públicas concretas. Por eso es tan relevante el proyecto de ley que se discutió recientemente en Diputados sobre atención integral de la perimenopausia y la menopausia. La solución tiene que ser equitativa, inclusiva y federal.
- ¿Cuál es el mensaje final que le gustaría dejar?
- Que dejemos de mirar a la menopausia como una pérdida o un declive. Que empecemos a hablar más, a escuchar más, a acompañar más. Esta etapa, bien vivida, puede ser una revolución silenciosa, pero también una etapa de plenitud. Y que, como sociedad, asumamos la responsabilidad de garantizar que todas las mujeres puedan atravesarla con salud, dignidad y bienestar.