Omar Martínez era el jefe de la Comisaría de El Hoyo el 27 de mayo de 2021, día de la muerte de Alejandro “Tino” John en un operativo del Grupo Especial de Operaciones Policiales. Le imputaban incumplimiento de deberes de funcionario público pero el viernes en Esquel un jurado popular lo absolvió, junto con el sargento Luis Moggiano y el comisario Cristian Soto.
Al comisario le enrostraban no haber llamado a una ambulancia de Salud Mental para que atendiera a “Tino” antes de que se iniciara la balacera en la chacra de Lago Puelo.
Martín Castro, defensor del comisario, dijo que en el juicio se probó que “llamó a el Hospital de El Hoyo y le dijeron que no le iban a mandar una ambulancia porque no era su jurisdicción”. Entonces llamó varias veces a Lago Puelo. “Nunca lo atendieron. Recién llegó una ambulancia con John muerto; hasta mandó policías a El Hoyo para saber qué sucedía”.
A Martínez además le reprochaban que no hubo un psiquiatra que asistiera a “Tino” para hacerlo desistir. “Es totalmente ilógico y se demostró, porque todos declararon que un médico nunca entra antes que la Policía sino cuando todo está asegurado”.

Según la acusación, el imputado no frenó la entrada del GEOP a la chacra de la víctima. “Se demostró que funcionó una cadena de mandos –explicó Castro-; el GEOP es un grupo de elite y Martínez era un policía convencional, sin capacidad operativa para el procedimiento; no tenía poder ni obligación de frenarlos”. Se quedó en la tranquera esperando el fin del allanamiento.
Según el defensor, que trabajó junto con el abogado Martín Moris, una de las conclusiones del juicio es que en Chubut falta un protocolo para que la Policía actúe ante personas con patologías mentales y armadas. Los procedimientos de la ley de Salud Mental no incluyen la presencia de armas.
El vecino padecía un trastorno bipolar. Tenía un revólver y dos carabinas. Un día antes había estado nervioso y disparando al aire. Se presume que era un brote. Hasta amenazó a su vecino, que lo denunció. La Policía intentó constatar la situación y John la sacó a tiros. Mientras, la familia discutía que hacer.
El comisario Martínez labró un informe para la fiscal Débora Barrionuevo, que le pidió un allanamiento al juez Ricardo Rolón. “Era una situación de extrema urgencia porque John disparaba y amenazaba. Se requería una ambulancia de Salud Mental, y que se convoque al GEOP porque la Policía convencional no hace estas operaciones”.
La fiscal sugirió al GEOP irrumpir antes de la llegada de algún familiar porque la situación podía empeorar. Por eso y aunque no la conocían, a Claudia Costa Basso no la dejaron ingresar al predio rodeado. Llegó igual a la casa por otro camino y según Castro, le dijo a su esposo: “Entrá y defendete”. Él corrió a la planta alta y tomó un arma.
Cuando la mujer se puso en peligro, el GEOP debió avanzar. El negociador intentó dialogar con “Tino”, sin éxito. Lanzaron bombas lumínicas y de humo, que tampoco lo persuadieron. John les disparaba y les gritaba “los voy a matar, tengo 40 balas”. Moggiano, primero en la fila, contestó. El vecino cayó muerto. Luego se verificó que la víctima tenía un arma preparada para esa cantidad de munición. Todo sucedió en una escalera caracol muy estrecha.

Omar Martínez era el jefe de la Comisaría de El Hoyo el 27 de mayo de 2021, día de la muerte de Alejandro “Tino” John en un operativo del Grupo Especial de Operaciones Policiales. Le imputaban incumplimiento de deberes de funcionario público pero el viernes en Esquel un jurado popular lo absolvió, junto con el sargento Luis Moggiano y el comisario Cristian Soto.
Al comisario le enrostraban no haber llamado a una ambulancia de Salud Mental para que atendiera a “Tino” antes de que se iniciara la balacera en la chacra de Lago Puelo.
Martín Castro, defensor del comisario, dijo que en el juicio se probó que “llamó a el Hospital de El Hoyo y le dijeron que no le iban a mandar una ambulancia porque no era su jurisdicción”. Entonces llamó varias veces a Lago Puelo. “Nunca lo atendieron. Recién llegó una ambulancia con John muerto; hasta mandó policías a El Hoyo para saber qué sucedía”.
A Martínez además le reprochaban que no hubo un psiquiatra que asistiera a “Tino” para hacerlo desistir. “Es totalmente ilógico y se demostró, porque todos declararon que un médico nunca entra antes que la Policía sino cuando todo está asegurado”.

Según la acusación, el imputado no frenó la entrada del GEOP a la chacra de la víctima. “Se demostró que funcionó una cadena de mandos –explicó Castro-; el GEOP es un grupo de elite y Martínez era un policía convencional, sin capacidad operativa para el procedimiento; no tenía poder ni obligación de frenarlos”. Se quedó en la tranquera esperando el fin del allanamiento.
Según el defensor, que trabajó junto con el abogado Martín Moris, una de las conclusiones del juicio es que en Chubut falta un protocolo para que la Policía actúe ante personas con patologías mentales y armadas. Los procedimientos de la ley de Salud Mental no incluyen la presencia de armas.
El vecino padecía un trastorno bipolar. Tenía un revólver y dos carabinas. Un día antes había estado nervioso y disparando al aire. Se presume que era un brote. Hasta amenazó a su vecino, que lo denunció. La Policía intentó constatar la situación y John la sacó a tiros. Mientras, la familia discutía que hacer.
El comisario Martínez labró un informe para la fiscal Débora Barrionuevo, que le pidió un allanamiento al juez Ricardo Rolón. “Era una situación de extrema urgencia porque John disparaba y amenazaba. Se requería una ambulancia de Salud Mental, y que se convoque al GEOP porque la Policía convencional no hace estas operaciones”.
La fiscal sugirió al GEOP irrumpir antes de la llegada de algún familiar porque la situación podía empeorar. Por eso y aunque no la conocían, a Claudia Costa Basso no la dejaron ingresar al predio rodeado. Llegó igual a la casa por otro camino y según Castro, le dijo a su esposo: “Entrá y defendete”. Él corrió a la planta alta y tomó un arma.
Cuando la mujer se puso en peligro, el GEOP debió avanzar. El negociador intentó dialogar con “Tino”, sin éxito. Lanzaron bombas lumínicas y de humo, que tampoco lo persuadieron. John les disparaba y les gritaba “los voy a matar, tengo 40 balas”. Moggiano, primero en la fila, contestó. El vecino cayó muerto. Luego se verificó que la víctima tenía un arma preparada para esa cantidad de munición. Todo sucedió en una escalera caracol muy estrecha.