A casi un mes de la desaparición de Juana Morales y Pedro Kreder, la búsqueda continúa en la extensa zona de Rocas Coloradas, al norte de Comodoro Rivadavia, con la participación de voluntarios y especialistas que llegaron desde distintos puntos del país. “Llegué primero a una estancia, me comuniqué con la familia de ambas personas y comencé un reconocimiento del terreno desde esa estancia hasta el lugar donde quedó encajada la camioneta”, relató Zúñiga quien realiza búsquedas a caballo, a pie y con apoyo de vecinos que poseen vehículos 4x4 adaptados para la zona.
“Todo se ha hecho en forma ordenada, transparente, siempre participando un familiar, explicándole cada paso, y con total respeto hacia la investigación oficial”, subrayó.
Zúñiga explicó que la metodología que aplica se basa en la eliminación de hipótesis, combinando su experiencia en rescates anteriores. “Yo tengo preparación para esto. Hay técnica para la búsqueda de personas en zonas agrestes: se analizan barreras naturales, como el mar, y barreras artificiales, como los alambrados”, detalló.
Según su evaluación, una persona mayor que intenta desencajar un vehículo podría caer por agotamiento en un radio no muy lejano: “La fisiología humana no miente. Si no comés, ni tomás agua, te sobreviene una lipotimia o una hipoglucemia. Una persona de ochenta años no puede caminar mucho sin hidratarse o alimentarse”.
El rescatista también comparó este caso con otros trabajos que realizó. “Hace un par de años encontré un morral en el río Limay. Se manejaban varias hipótesis y, cuando apareció ese objeto, pudimos enfocar la búsqueda. Así se trabaja: eliminando hipótesis, reduciendo zonas y avanzando con método”.
Zúñiga describió su perfil técnico con naturalidad: “Soy aeroevacuador en la Fuerza Aérea, manejo los tres tipos de esquí —travesía, alpino y nórdico—, he dictado capacitaciones, soy buzo, y también tengo experiencia en descensos en paracaídas. Puedo moverme en cualquier ambiente: montaña, nieve, agua, selva o desierto”.
Sobre su estadía actual en Chubut, aclaró que lo liberaron de sus funciones “por tiempo indeterminado, mientras sea necesario”, y que su objetivo es aportar desde el terreno con la mayor prudencia posible. “Yo vine a colaborar, no a restar. Me manejo con respeto, porque cada uno tiene sus funciones. Lo importante es sumar esfuerzos”.
El neuquino destacó la colaboración de los habitantes de la zona: “Hay mucha gente con vehículos 4x4, preparados para esos caminos difíciles, que se pusieron a disposición. Algunos vecinos ayudan con comida o medicamentos, otros con combustible. Todos cumplen una función distinta, y todos son necesarios”.
Finalmente, enfatizó la importancia de mantener un puesto de comando unificado para coordinar los esfuerzos. “En forma ordenada, sí, se necesita más gente. Pero con organización. Cada colaborador debe saber qué sector cubre y reportar todo. Así se avanza, así se cuida también a quienes buscan”.

A casi un mes de la desaparición de Juana Morales y Pedro Kreder, la búsqueda continúa en la extensa zona de Rocas Coloradas, al norte de Comodoro Rivadavia, con la participación de voluntarios y especialistas que llegaron desde distintos puntos del país. “Llegué primero a una estancia, me comuniqué con la familia de ambas personas y comencé un reconocimiento del terreno desde esa estancia hasta el lugar donde quedó encajada la camioneta”, relató Zúñiga quien realiza búsquedas a caballo, a pie y con apoyo de vecinos que poseen vehículos 4x4 adaptados para la zona.
“Todo se ha hecho en forma ordenada, transparente, siempre participando un familiar, explicándole cada paso, y con total respeto hacia la investigación oficial”, subrayó.
Zúñiga explicó que la metodología que aplica se basa en la eliminación de hipótesis, combinando su experiencia en rescates anteriores. “Yo tengo preparación para esto. Hay técnica para la búsqueda de personas en zonas agrestes: se analizan barreras naturales, como el mar, y barreras artificiales, como los alambrados”, detalló.
Según su evaluación, una persona mayor que intenta desencajar un vehículo podría caer por agotamiento en un radio no muy lejano: “La fisiología humana no miente. Si no comés, ni tomás agua, te sobreviene una lipotimia o una hipoglucemia. Una persona de ochenta años no puede caminar mucho sin hidratarse o alimentarse”.
El rescatista también comparó este caso con otros trabajos que realizó. “Hace un par de años encontré un morral en el río Limay. Se manejaban varias hipótesis y, cuando apareció ese objeto, pudimos enfocar la búsqueda. Así se trabaja: eliminando hipótesis, reduciendo zonas y avanzando con método”.
Zúñiga describió su perfil técnico con naturalidad: “Soy aeroevacuador en la Fuerza Aérea, manejo los tres tipos de esquí —travesía, alpino y nórdico—, he dictado capacitaciones, soy buzo, y también tengo experiencia en descensos en paracaídas. Puedo moverme en cualquier ambiente: montaña, nieve, agua, selva o desierto”.
Sobre su estadía actual en Chubut, aclaró que lo liberaron de sus funciones “por tiempo indeterminado, mientras sea necesario”, y que su objetivo es aportar desde el terreno con la mayor prudencia posible. “Yo vine a colaborar, no a restar. Me manejo con respeto, porque cada uno tiene sus funciones. Lo importante es sumar esfuerzos”.
El neuquino destacó la colaboración de los habitantes de la zona: “Hay mucha gente con vehículos 4x4, preparados para esos caminos difíciles, que se pusieron a disposición. Algunos vecinos ayudan con comida o medicamentos, otros con combustible. Todos cumplen una función distinta, y todos son necesarios”.
Finalmente, enfatizó la importancia de mantener un puesto de comando unificado para coordinar los esfuerzos. “En forma ordenada, sí, se necesita más gente. Pero con organización. Cada colaborador debe saber qué sector cubre y reportar todo. Así se avanza, así se cuida también a quienes buscan”.