Dos de ellas, Sarina Vitas y Judith Nowominski, prefirieron compararse con una maestra que camina a la par de su comunidad que con un religioso que da un sermón desde el púlpito, y coincidieron en que ser rabina hoy tiene también que ver con recuperar un lugar de participación del que la mujer había sido exceptuada.
"Mantener vivos los preceptos y las tradiciones de nuestro pueblo es una alegría y a la vez un desafío. No me quejo pero este rol más que full-time (de todo el tiempo) yo diría que es full-life (de toda la vida)", dijo a Télam Sarina Vitas, al frente de la comunidad hebrea "Or Jadash", que además tiene una escuela.
Con su impronta conservadora desde hace 50 años, esa comunidad que está a punto de cumplir el centenario, congrega a unas 400 familias del barrio de Flores, y es la única en Latinoamérica que tomó el desafío de tener una mujer rabina al frente, ya que el resto tiene un rabino hombre o una conducción compartida.
Vitas explicó que la tarea de los rabinos y las rabinas "es ayudar a comprender la revelación divina a través de la lectura e interpretación de los libros de la Torá (enseñanzas y leyes que rigen al pueblo hebreo), una práctica constante del pueblo hebreo para mantener vivos los preceptos y la tradición del judaísmo".
Recibida hace 11 años, después de casarse y antes de tener a sus dos pequeños hijos, Vitas destacó que en la lectura de esos primeros textos "hemos encontrado que la mujer ha tenido antiguamente una participación activa, que se fue disipando con el tiempo".
"Por eso decimos que este rol de rabinas, fue recuperar un lugar que en realidad habían tenido las mujeres en los siglos -I, I, y II y que más tarde perdieron porque en un momento fueron exceptuadas de ciertos preceptos y prácticas", contó la religiosa.
A diferencia de los judíos ortodoxos, "los que integramos el movimiento conservador decimos que tenemos la Torá en una mano y el diario en la otra, porque no podemos dejar de ver la tensión entre lo contemporáneo y lo tradicional", reflexionó.
"Nos tocó vivir en el siglo XXI, en esta realidad. Tenemos que aprender a que no se fosilicen nuestros principios, nuestros valores y nuestras prácticas; que sigan teniendo el mismo sentido y ordenanza prescripta, pero que los podamos hacer prácticos el día de hoy", justificó.
Si la mujer logra cada vez más participación en la vida social, política y académica, "por qué no poder hacer lo mismo con algo tan sensible para nosotras como es lo religioso y lo educativo, lo que hace a la transmisión de las enseñanzas a futuras generaciones", reflexionó Vitas.
Las rabinas de Latinoamérica son Margit Baumatz, Analía Bortz, Sandra Kochmann, Graciela Grynberg, Deby Grinberg, Sarina Vitas, Daniela Szuster, Karina Finkielsztein, Silvina Chemen, y Judith Nowominski y se graduaron en el Seminario Rabínico Latinoamericano "Marshall T. Meyer", única escuela de la región, que acepta mujeres.
Casada y con dos hijos de 23 y 26 años, Nowominski fue la última mujer en conseguir su título de rabina, en 2012. Está al frente de la comunidad Bet Hilel, de 23 años de vida, en el barrio porteño de Palermo, junto con un rabino hombre.
"Yo tuve el camino allanado porque Sarina (Vitas) se desempeñó allí en sus comienzos como rabina. No es la primera vez que ven una mujer en el púlpito. En ese sentido es más fácil", dijo Nowominski en diálogo con Télam.
"Como rabina, acompaño a la comunidad en todos los momentos importantes de la vida: el nacimiento, la madurez de los chicos (Bat Mitzvá), el casamiento y el duelo; además, cada semana organizamos los rituales propios del shabat", detalló.
En la comunidad Bet Hilel "lo central es el trabajo comunitario. me interesa que la mujer pueda tener una participación cada vez más activa en todos los ámbitos, no solo en el rabínico. También en las comisiones directivas, en los cursos".
"Se da en forma natural que cada vez más mujeres disponen de tiempo y de ganas de participar. Es muy común que las mujeres vayan a escuchar al rabino. Ahora, en las comunidades donde estamos nosotras, se ve ese fenómeno al revés: muchos hombres van a escuchar a la rabina, tal vez por curiosidad", reflexionó.
Mañana en el Seminario Rabínico Latinoamericano "Marshall T. Meyer", José Hernández 1750 de la ciudad de Buenos Aires, la escritora Silvia Plager presentará su novela "La rabina".
Leerá un fragmento Luisa Kuliok y participarán del panel Karina Finkelsztein, Sarina Vitas y Margit Baumatz, la primera mujer recibida en el país.
Dos de ellas, Sarina Vitas y Judith Nowominski, prefirieron compararse con una maestra que camina a la par de su comunidad que con un religioso que da un sermón desde el púlpito, y coincidieron en que ser rabina hoy tiene también que ver con recuperar un lugar de participación del que la mujer había sido exceptuada.
"Mantener vivos los preceptos y las tradiciones de nuestro pueblo es una alegría y a la vez un desafío. No me quejo pero este rol más que full-time (de todo el tiempo) yo diría que es full-life (de toda la vida)", dijo a Télam Sarina Vitas, al frente de la comunidad hebrea "Or Jadash", que además tiene una escuela.
Con su impronta conservadora desde hace 50 años, esa comunidad que está a punto de cumplir el centenario, congrega a unas 400 familias del barrio de Flores, y es la única en Latinoamérica que tomó el desafío de tener una mujer rabina al frente, ya que el resto tiene un rabino hombre o una conducción compartida.
Vitas explicó que la tarea de los rabinos y las rabinas "es ayudar a comprender la revelación divina a través de la lectura e interpretación de los libros de la Torá (enseñanzas y leyes que rigen al pueblo hebreo), una práctica constante del pueblo hebreo para mantener vivos los preceptos y la tradición del judaísmo".
Recibida hace 11 años, después de casarse y antes de tener a sus dos pequeños hijos, Vitas destacó que en la lectura de esos primeros textos "hemos encontrado que la mujer ha tenido antiguamente una participación activa, que se fue disipando con el tiempo".
"Por eso decimos que este rol de rabinas, fue recuperar un lugar que en realidad habían tenido las mujeres en los siglos -I, I, y II y que más tarde perdieron porque en un momento fueron exceptuadas de ciertos preceptos y prácticas", contó la religiosa.
A diferencia de los judíos ortodoxos, "los que integramos el movimiento conservador decimos que tenemos la Torá en una mano y el diario en la otra, porque no podemos dejar de ver la tensión entre lo contemporáneo y lo tradicional", reflexionó.
"Nos tocó vivir en el siglo XXI, en esta realidad. Tenemos que aprender a que no se fosilicen nuestros principios, nuestros valores y nuestras prácticas; que sigan teniendo el mismo sentido y ordenanza prescripta, pero que los podamos hacer prácticos el día de hoy", justificó.
Si la mujer logra cada vez más participación en la vida social, política y académica, "por qué no poder hacer lo mismo con algo tan sensible para nosotras como es lo religioso y lo educativo, lo que hace a la transmisión de las enseñanzas a futuras generaciones", reflexionó Vitas.
Las rabinas de Latinoamérica son Margit Baumatz, Analía Bortz, Sandra Kochmann, Graciela Grynberg, Deby Grinberg, Sarina Vitas, Daniela Szuster, Karina Finkielsztein, Silvina Chemen, y Judith Nowominski y se graduaron en el Seminario Rabínico Latinoamericano "Marshall T. Meyer", única escuela de la región, que acepta mujeres.
Casada y con dos hijos de 23 y 26 años, Nowominski fue la última mujer en conseguir su título de rabina, en 2012. Está al frente de la comunidad Bet Hilel, de 23 años de vida, en el barrio porteño de Palermo, junto con un rabino hombre.
"Yo tuve el camino allanado porque Sarina (Vitas) se desempeñó allí en sus comienzos como rabina. No es la primera vez que ven una mujer en el púlpito. En ese sentido es más fácil", dijo Nowominski en diálogo con Télam.
"Como rabina, acompaño a la comunidad en todos los momentos importantes de la vida: el nacimiento, la madurez de los chicos (Bat Mitzvá), el casamiento y el duelo; además, cada semana organizamos los rituales propios del shabat", detalló.
En la comunidad Bet Hilel "lo central es el trabajo comunitario. me interesa que la mujer pueda tener una participación cada vez más activa en todos los ámbitos, no solo en el rabínico. También en las comisiones directivas, en los cursos".
"Se da en forma natural que cada vez más mujeres disponen de tiempo y de ganas de participar. Es muy común que las mujeres vayan a escuchar al rabino. Ahora, en las comunidades donde estamos nosotras, se ve ese fenómeno al revés: muchos hombres van a escuchar a la rabina, tal vez por curiosidad", reflexionó.
Mañana en el Seminario Rabínico Latinoamericano "Marshall T. Meyer", José Hernández 1750 de la ciudad de Buenos Aires, la escritora Silvia Plager presentará su novela "La rabina".
Leerá un fragmento Luisa Kuliok y participarán del panel Karina Finkelsztein, Sarina Vitas y Margit Baumatz, la primera mujer recibida en el país.