Gabriela Olivera trabajó varios años colaborando en el merendero “Carita Feliz” del barrio Moreira IV. La experiencia la motivó a seguir trabajando “por el otro” y por quienes más lo necesitan. Advirtió las falencias y vulnerabilidad en otro sector de la ciudad y comenzó a trabajar para hacer un poco menos difíciles los días de niños y adolescentes del barrio INTA.
Formó un sitio al que llama “El refugio”. Allí hacen distintas actividades culturales, toman la leche y si pueden, muchas veces hasta un poco más de comida. Necesitan la colaboración de la comunidad, desde ropa hasta vajilla. Todo sirve. Nada les sobra.
“Este lugar se llama El Refugio. Es una contención amplio. Es la leche, el desayuno, a veces también el almuerzo. También tenemos talleres con reciclado con pintura, participan en todo, armaremos una PROHUERTA. Es una zona desolada. Les hace falta de todo: desde banco, mantel, cubiertos, vasos, tazas. Ya tenemos una panadería solidaria. Ellos se llevan la bolsita de pan a su casa”.
El lunes Gabriela comenzó con las tareas de armado y pintura del lugar. No es más que chapas con mesa y sillas en el interior. Pero por fuera, un color alegre contrasta con plantas y decoraciones elaboradas con piedras y distintos elementos realizados por los chicos. Es humilde pero cálido a la vez.
Gabriela aclara una y otra vez que su trabajo es apolítico. No se identifica con ningún partido. Su vocación es llevar adelante tareas para ayudar a quien más lo necesita. “Comencé la semana pasada. Cuando me di cuenta, ya alrededor tenía 10 nenes. Inmediatamente empecé a darles la leche. Al otro día ya había 5 más”, remarcó.
El Refugio se ubica en el corazón del popular barrio Inta, los jóvenes llegan y comparten actividades diariamente. La voluntad de Gabriela es ayudarlos con talleres de distintas áreas y además, ya encontraron una panadería que les provee de mercadería para la merienda y a veces, almuerzo también.
Experiencia
Se refirió a su experiencia anterior en el barrio Moreira IV, donde implementó el trabajo asistencial. “Fue una maravillosa experiencia. La tarea solidaria me hace muy bien. Ahora estamos en INTA”.
Sobre la realidad del sector , indicó que “la problemática de la gente acá es intensa. Se podrán imaginar que la falta de trabajo lleva a otras cosas. Hay hambre y falta de calidad. Son ranchos con cocina a leñas apenas. Digo apenas porque a veces no tienen y el gas es escaso”, describió.
Olivera remarcó que “necesitamos de todo. Desde que empezamos acá, está presente la gente con ropa, calzado, etcétera. Empezaremos a hacer un guiso solidario con alimentos donados: arroz, tomate y demás. Hasta que aparezca alguien que pueda ayudar concretamente con el comedor”.
Para finalizar dio información de contacto para quien pueda colaborar. “En el Facebook hay una página que se llama ´El refugio Moreira´ y si no, mi número de teléfono que es el 2804679475. Me llaman y si no pueden traer las donaciones, nosotros las buscamos”.
Gabriela Olivera trabajó varios años colaborando en el merendero “Carita Feliz” del barrio Moreira IV. La experiencia la motivó a seguir trabajando “por el otro” y por quienes más lo necesitan. Advirtió las falencias y vulnerabilidad en otro sector de la ciudad y comenzó a trabajar para hacer un poco menos difíciles los días de niños y adolescentes del barrio INTA.
Formó un sitio al que llama “El refugio”. Allí hacen distintas actividades culturales, toman la leche y si pueden, muchas veces hasta un poco más de comida. Necesitan la colaboración de la comunidad, desde ropa hasta vajilla. Todo sirve. Nada les sobra.
“Este lugar se llama El Refugio. Es una contención amplio. Es la leche, el desayuno, a veces también el almuerzo. También tenemos talleres con reciclado con pintura, participan en todo, armaremos una PROHUERTA. Es una zona desolada. Les hace falta de todo: desde banco, mantel, cubiertos, vasos, tazas. Ya tenemos una panadería solidaria. Ellos se llevan la bolsita de pan a su casa”.
El lunes Gabriela comenzó con las tareas de armado y pintura del lugar. No es más que chapas con mesa y sillas en el interior. Pero por fuera, un color alegre contrasta con plantas y decoraciones elaboradas con piedras y distintos elementos realizados por los chicos. Es humilde pero cálido a la vez.
Gabriela aclara una y otra vez que su trabajo es apolítico. No se identifica con ningún partido. Su vocación es llevar adelante tareas para ayudar a quien más lo necesita. “Comencé la semana pasada. Cuando me di cuenta, ya alrededor tenía 10 nenes. Inmediatamente empecé a darles la leche. Al otro día ya había 5 más”, remarcó.
El Refugio se ubica en el corazón del popular barrio Inta, los jóvenes llegan y comparten actividades diariamente. La voluntad de Gabriela es ayudarlos con talleres de distintas áreas y además, ya encontraron una panadería que les provee de mercadería para la merienda y a veces, almuerzo también.
Experiencia
Se refirió a su experiencia anterior en el barrio Moreira IV, donde implementó el trabajo asistencial. “Fue una maravillosa experiencia. La tarea solidaria me hace muy bien. Ahora estamos en INTA”.
Sobre la realidad del sector , indicó que “la problemática de la gente acá es intensa. Se podrán imaginar que la falta de trabajo lleva a otras cosas. Hay hambre y falta de calidad. Son ranchos con cocina a leñas apenas. Digo apenas porque a veces no tienen y el gas es escaso”, describió.
Olivera remarcó que “necesitamos de todo. Desde que empezamos acá, está presente la gente con ropa, calzado, etcétera. Empezaremos a hacer un guiso solidario con alimentos donados: arroz, tomate y demás. Hasta que aparezca alguien que pueda ayudar concretamente con el comedor”.
Para finalizar dio información de contacto para quien pueda colaborar. “En el Facebook hay una página que se llama ´El refugio Moreira´ y si no, mi número de teléfono que es el 2804679475. Me llaman y si no pueden traer las donaciones, nosotros las buscamos”.