Por Rolando Tobarez
El coronavirus parecía un mal lejano, del otro lado del mundo, de los que vemos por TV, una rareza asiática para el chiste de sobremesa. Un tanque de Hollywood, ciencia ficción. Nos advirtieron pero nos creímos mejores. Hasta que rompió fronteras y rutinas. Fue lento e inevitable, como una mancha de aceite.
Como teníamos pocos problemas en Chubut, este virus alteró nuestras agendas. Primero hubo controles básicos, tímidos, casi por reflejo, porque con un poco de prevención nada iba a pasar. Porque los médicos no sabían nada. Hasta que ya no fue suficiente y nos dimos cuenta de que éramos parte del mundo que veíamos por cable.
La primera cuarentena sonó hasta como un episodio raro. Nadie sabía muy bien qué hacer, qué no.
Después nos tapó el agua: sin clases, sin transporte, sin espectáculos, sin turismo, sin amigos, sin familia, sin vida. Nos impusieron horarios, lugares y conductas. Nos confinaron a casa. No pudimos velar a nuestros muertos. Reventaron los hospitales. El alcohol en gel lo enchastró todo.
El Covid modificó hasta una tradición de este diario: el anuario. Un repaso de lo más resonante del año se convirtió en una reflexión colectiva sobre un escenario inolvidable e histórico en el peor de los sentidos. Además de un recuerdo de temas que nos conmovieron, referentes de varios sectores cuentan cómo lo vivieron y qué les deja la pandemia.
Ojalá 2021 nos dé un respiro. Que nos recuperemos del mazazo.
Por ahora, en la incertidumbre, sólo sabemos que tenemos otro lenguaje y otra vida.
Por Rolando Tobarez
El coronavirus parecía un mal lejano, del otro lado del mundo, de los que vemos por TV, una rareza asiática para el chiste de sobremesa. Un tanque de Hollywood, ciencia ficción. Nos advirtieron pero nos creímos mejores. Hasta que rompió fronteras y rutinas. Fue lento e inevitable, como una mancha de aceite.
Como teníamos pocos problemas en Chubut, este virus alteró nuestras agendas. Primero hubo controles básicos, tímidos, casi por reflejo, porque con un poco de prevención nada iba a pasar. Porque los médicos no sabían nada. Hasta que ya no fue suficiente y nos dimos cuenta de que éramos parte del mundo que veíamos por cable.
La primera cuarentena sonó hasta como un episodio raro. Nadie sabía muy bien qué hacer, qué no.
Después nos tapó el agua: sin clases, sin transporte, sin espectáculos, sin turismo, sin amigos, sin familia, sin vida. Nos impusieron horarios, lugares y conductas. Nos confinaron a casa. No pudimos velar a nuestros muertos. Reventaron los hospitales. El alcohol en gel lo enchastró todo.
El Covid modificó hasta una tradición de este diario: el anuario. Un repaso de lo más resonante del año se convirtió en una reflexión colectiva sobre un escenario inolvidable e histórico en el peor de los sentidos. Además de un recuerdo de temas que nos conmovieron, referentes de varios sectores cuentan cómo lo vivieron y qué les deja la pandemia.
Ojalá 2021 nos dé un respiro. Que nos recuperemos del mazazo.
Por ahora, en la incertidumbre, sólo sabemos que tenemos otro lenguaje y otra vida.