Editorial / La foto de Comodoro Rivadavia

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Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro se mostraron junto al intendente Juan Pablo Luque.
26 FEB 2022 - 21:10 | Actualizado

No fue una imagen. Fueron muchas y con gestos cargados de intencionalidad política. El despliegue que tres de los principales referentes del Frente de Todos hicieron el miércoles pasado en Comodoro Rivadavia repercutió en Chubut pero también a nivel nacional.

Que Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro se hayan mostrado juntos en medio de la ardua negociación que la Casa Rosada mantiene con sus aliados para poder aprobar el acuerdo con el Fondo Monetario, tuvo múltiples interpretaciones pero una sola sensación: el kirchnerismo y el massismo siguen jugando cerca, como en 2019, cuando Cristina decidió que Alberto Fernández, por aquel entonces alejado de ella y reconvertido en operador de Massa en el Frente Renovador, fuera el candidato presidencial.

Pero los tres visitantes también se hicieron tiempo para transmitir mensajes hacia adentro de Chubut. El respaldo que le dieron al intendente Juan Pablo Luque no admite discusiones. Y la osadía política de Wado de tomar el micrófono y elogiar al gobernador Mariano Arcioni por haber empezado a ordenar las cuentas de Chubut, tampoco. Por si algunos tienen dudas, nada de eso fue un error.

Lo que quedó en evidencia es la decisión de no entorpecer lo que le queda de gestión a Arcioni. Ayudarlo a gestionar soluciones y a que llegue sin sobresaltos al 10 de diciembre de 2023, es la tarea. La puntada con hilo que dieron Massa, Máximo y Wado en Comodoro Rivadavia apunta a fortalecer lo que para ellos es la mejor estrategia para lograr que el próximo gobernador de Chubut vuelva a ser peronista: no torpedear al Gobierno provincial; no fomentar el internismo entre las dos puntas del eje que une a la Capital del Petróleo y Puerto Madryn; y hacerle entender al variopinto abanico peronista que el mayor adversario sigue siendo Juntos por el Cambio.

Arrancó el “luquismo”

Es evidente que el intendente Luque salió fortalecido por las visitas y el despliegue de intendentes, dirigentes políticos, gremiales y sociales que caminaron por Comodoro Rivadavia el día del aniversario. Al día siguiente viajó hasta Cañadón Seco, en Santa Cruz, para asistir a la inauguración de un nuevo parque eólico de YPF, y se cruzó con dirigentes locales y la gobernadora Alicia Kirchner. La semana anterior había estado en la Comarca Andina, participando de una entrega de maquinarias por parte del Gobierno nacional.

El comodorense puso primera pero elige moverse con cautela, resaltar su perfil dialoguista y constructivo, y sobre todo dar señales de que está atento a que su relación con Ricardo y Gustavo Sastre no se resienta. Sabe que todos se necesitan entre sí para llegar con chances a la hora de las definiciones y no quiere cometer los errores que deparan las apetencias apresuradas.

El secreto que todos deberían internalizar es que la carrera es larga y “nadie gana en la primera curva”, como decía Juan Manuel Fangio, que no entendía nada de política pero sí de estrategias para competir.

“La rubia, tarada”

La visita de la semana pasada de la exgobernadora María Eugenia Vidal a Chubut quedó eclipsada por el despliegue peronista en Comodoro Rivadavia, pero igual no impidió que salga a la luz la “interna cheta” dentro del PRO, con audios de WhatsApp incluidos. Como el de la concejala de Puerto Madryn, María Eugenia Domínguez, que en un mensaje privado que se viralizó en las redes sociales trató a su tocaya de “tarada” porque “no nos dio ni bola y después se hace la simpática”.

Si a esto se le suman las cada vez más intensas movidas de dirigentes radicales de todos los rincones de la provincia que se hartaron de ser el furgón de cola de “Nacho” Torres, o de dirigentes con mucha suerte pero que siguen siendo de tercera línea, como la radical reconvertida al “cambiemismo” Edith Terenzi, el camino hacia 2023 no está tan despejado como algunos creen.

No alcanza con señalar todo el tiempo los errores del peronismo. Al menos, no para ser gobernador. Ya le pasó al radical Gustavo Menna en 2017, cuando ganó una elección legislativa y se empezó a probar el traje de gobernador. Dos años después salió tercero cómodo por detrás de Arcioni y Carlos LInares, y cuatro años después perdió una interna para diputado nacional con una concejala de Comodoro Rivadavia. Hoy, casi sin caudal electoral, volvió a manejar su estudio de abogados.

La apuesta docente

El apoyo desinteresado que algunos sectores de afuera del Gobierno provincial venían haciendo para acercar a las partes en la discusión salarial con los docentes, terminó el viernes con el anuncio de un acuerdo con seis de los siete gremios de docentes y auxiliares, que se comprometieron a iniciar las clases el miércoles.

Todo, a pesar de los errores que cometieron algunos funcionarios, como firmar una conciliación obligatoria con ATECh antes de que se rubricara el acuerdo con los seis gremios restantes, algo que finalmente fue subsanado. Aunque goce del total respaldo del gobernador y tenga algunos “padrinos” políticos en Comodoro Rivadavia, los cañones apuntan contra el ministro de Gobierno, Cristian Ayala. Tantos errores en tan poco tiempo de gestión no son gratuitos.

El dato destacable es que casi todos los gremios (Sitraed, UDA, AMET, ATE, UPCN y Soyeap), a pesar de no estar enteramente satisfechos con el acuerdo alcanzado, exaltaron la importancia de iniciar las clases en tiempo y forma: “Si no hay inicio, no hay ciclo posible”, dijo uno de los gremialistas docentes y quedó plasmado en el acta del acuerdo.

Los únicos que no acordaron, como era de esperar, fueron los representantes de ATECh. Los máximos dirigentes de este gremio, Daniel Murphy y Carlos Magno, quedaron en soledad, exacerbando una vez más su intransigencia y sacando a la luz una grieta entre ellos y los que prefieren tomar este aumento, volver a sentarse el 10 de mayo a renegociar y por una vez en mucho tiempo pensar en los padres y los alumnos, que hace cuatro años son rehenes de los desencuentros entre el Gobierno y los gremialistas.

El conflicto (y más cuando se lo pretende hacer permanente) siempre es el fracaso del diálogo. Y sin diálogo, no hay soluciones.

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Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro se mostraron junto al intendente Juan Pablo Luque.
26 FEB 2022 - 21:10

No fue una imagen. Fueron muchas y con gestos cargados de intencionalidad política. El despliegue que tres de los principales referentes del Frente de Todos hicieron el miércoles pasado en Comodoro Rivadavia repercutió en Chubut pero también a nivel nacional.

Que Sergio Massa, Máximo Kirchner y Wado de Pedro se hayan mostrado juntos en medio de la ardua negociación que la Casa Rosada mantiene con sus aliados para poder aprobar el acuerdo con el Fondo Monetario, tuvo múltiples interpretaciones pero una sola sensación: el kirchnerismo y el massismo siguen jugando cerca, como en 2019, cuando Cristina decidió que Alberto Fernández, por aquel entonces alejado de ella y reconvertido en operador de Massa en el Frente Renovador, fuera el candidato presidencial.

Pero los tres visitantes también se hicieron tiempo para transmitir mensajes hacia adentro de Chubut. El respaldo que le dieron al intendente Juan Pablo Luque no admite discusiones. Y la osadía política de Wado de tomar el micrófono y elogiar al gobernador Mariano Arcioni por haber empezado a ordenar las cuentas de Chubut, tampoco. Por si algunos tienen dudas, nada de eso fue un error.

Lo que quedó en evidencia es la decisión de no entorpecer lo que le queda de gestión a Arcioni. Ayudarlo a gestionar soluciones y a que llegue sin sobresaltos al 10 de diciembre de 2023, es la tarea. La puntada con hilo que dieron Massa, Máximo y Wado en Comodoro Rivadavia apunta a fortalecer lo que para ellos es la mejor estrategia para lograr que el próximo gobernador de Chubut vuelva a ser peronista: no torpedear al Gobierno provincial; no fomentar el internismo entre las dos puntas del eje que une a la Capital del Petróleo y Puerto Madryn; y hacerle entender al variopinto abanico peronista que el mayor adversario sigue siendo Juntos por el Cambio.

Arrancó el “luquismo”

Es evidente que el intendente Luque salió fortalecido por las visitas y el despliegue de intendentes, dirigentes políticos, gremiales y sociales que caminaron por Comodoro Rivadavia el día del aniversario. Al día siguiente viajó hasta Cañadón Seco, en Santa Cruz, para asistir a la inauguración de un nuevo parque eólico de YPF, y se cruzó con dirigentes locales y la gobernadora Alicia Kirchner. La semana anterior había estado en la Comarca Andina, participando de una entrega de maquinarias por parte del Gobierno nacional.

El comodorense puso primera pero elige moverse con cautela, resaltar su perfil dialoguista y constructivo, y sobre todo dar señales de que está atento a que su relación con Ricardo y Gustavo Sastre no se resienta. Sabe que todos se necesitan entre sí para llegar con chances a la hora de las definiciones y no quiere cometer los errores que deparan las apetencias apresuradas.

El secreto que todos deberían internalizar es que la carrera es larga y “nadie gana en la primera curva”, como decía Juan Manuel Fangio, que no entendía nada de política pero sí de estrategias para competir.

“La rubia, tarada”

La visita de la semana pasada de la exgobernadora María Eugenia Vidal a Chubut quedó eclipsada por el despliegue peronista en Comodoro Rivadavia, pero igual no impidió que salga a la luz la “interna cheta” dentro del PRO, con audios de WhatsApp incluidos. Como el de la concejala de Puerto Madryn, María Eugenia Domínguez, que en un mensaje privado que se viralizó en las redes sociales trató a su tocaya de “tarada” porque “no nos dio ni bola y después se hace la simpática”.

Si a esto se le suman las cada vez más intensas movidas de dirigentes radicales de todos los rincones de la provincia que se hartaron de ser el furgón de cola de “Nacho” Torres, o de dirigentes con mucha suerte pero que siguen siendo de tercera línea, como la radical reconvertida al “cambiemismo” Edith Terenzi, el camino hacia 2023 no está tan despejado como algunos creen.

No alcanza con señalar todo el tiempo los errores del peronismo. Al menos, no para ser gobernador. Ya le pasó al radical Gustavo Menna en 2017, cuando ganó una elección legislativa y se empezó a probar el traje de gobernador. Dos años después salió tercero cómodo por detrás de Arcioni y Carlos LInares, y cuatro años después perdió una interna para diputado nacional con una concejala de Comodoro Rivadavia. Hoy, casi sin caudal electoral, volvió a manejar su estudio de abogados.

La apuesta docente

El apoyo desinteresado que algunos sectores de afuera del Gobierno provincial venían haciendo para acercar a las partes en la discusión salarial con los docentes, terminó el viernes con el anuncio de un acuerdo con seis de los siete gremios de docentes y auxiliares, que se comprometieron a iniciar las clases el miércoles.

Todo, a pesar de los errores que cometieron algunos funcionarios, como firmar una conciliación obligatoria con ATECh antes de que se rubricara el acuerdo con los seis gremios restantes, algo que finalmente fue subsanado. Aunque goce del total respaldo del gobernador y tenga algunos “padrinos” políticos en Comodoro Rivadavia, los cañones apuntan contra el ministro de Gobierno, Cristian Ayala. Tantos errores en tan poco tiempo de gestión no son gratuitos.

El dato destacable es que casi todos los gremios (Sitraed, UDA, AMET, ATE, UPCN y Soyeap), a pesar de no estar enteramente satisfechos con el acuerdo alcanzado, exaltaron la importancia de iniciar las clases en tiempo y forma: “Si no hay inicio, no hay ciclo posible”, dijo uno de los gremialistas docentes y quedó plasmado en el acta del acuerdo.

Los únicos que no acordaron, como era de esperar, fueron los representantes de ATECh. Los máximos dirigentes de este gremio, Daniel Murphy y Carlos Magno, quedaron en soledad, exacerbando una vez más su intransigencia y sacando a la luz una grieta entre ellos y los que prefieren tomar este aumento, volver a sentarse el 10 de mayo a renegociar y por una vez en mucho tiempo pensar en los padres y los alumnos, que hace cuatro años son rehenes de los desencuentros entre el Gobierno y los gremialistas.

El conflicto (y más cuando se lo pretende hacer permanente) siempre es el fracaso del diálogo. Y sin diálogo, no hay soluciones.


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