Editorial / Memoria, verdad y justicia: las enseñanzas que dejó Trelew

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La calle 25 de Mayo de Trelew, una noche de agosto de 1972. Un pequeño pueblo en la calle, comprometido con una causa popular.
20 AGO 2022 - 21:04 | Actualizado 21 AGO 2022 - 0:20

La Masacre de Trelew fue el prólogo del terrorismo de Estado en la Argentina. Fue escrito con sangre y cobardía, con esa mueca de horror tan propia de los genocidas y con el fatal determinismo de los asesinos, que al masacrar a hombres y mujeres se olvidan de que afuera de esos muros del silencio, el pueblo al que pertenecían aquellos militantes políticos esperaba su hora de justicia y verdad.
Esa hora finalmente llegó, cuarenta años después. El juicio y la condena a los partícipes directos de la masacre del 22 de agosto de 1972 en la Base Aeronaval “Almirante Zar” de Trelew, provincia del Chubut, repara al fin uno de los más sangrientos episodios cometidos contra nuestra sociedad.

Memoria impresa

El libro “Trelew 72” resume, a través de fotografías de la época (la mayoría del archivo de Diario Jornada), los hechos denunciados, investigados y finalmente juzgados. Reúne material inédito de aquel hecho histórico, que marcó con el fuego de los fusilamientos de militantes políticos el destino de nuestro país.

En las imágenes quedó plasmado el trabajo de la prensa, con el relato de una masacre que dañó a todo el pueblo y fue sistemáticamente tapada con el silencio, hasta que se terminó la impunidad: la Justicia reconoció que son delitos de lesa humanidad y condenó a los culpables.

Es pertinente afirmar, una vez más, que eso sólo fue posible gracias a la política de Estado inaugurada por el presidente Néstor Kirchner y profundizada luego por su sucesora, Cristina Fernández de Kirchner: la política de Memoria, Verdad y Justicia.

Como todo se explica en un contexto histórico, habrá que situar allí donde corresponda las causas y los efectos que explican una demora de cuarenta años para que llegue este día. El contexto previo a la presidencia de Néstor Kirchner era el de una democracia que se demostraba incapaz de remontar el vuelo en la voluntad y el mandato político de juzgar a los culpables de aquel dolor colectivo. Como si el pasado impune pudiera sustentar las paredes más firmes de una democracia que se pretende eterna.

Ni olvido ni perdón

Trelew se sucedía así en el calendario del olvido con un silencio impiadoso y amenazante. Si lo que se olvida se repite, lo que no se castiga también puede correr la misma suerte.

En las antípodas de tal concepto, la defensa y promoción de los derechos humanos como política de Estado inaugura desde el 2003 una nueva mirada sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro país. Y es esa mirada, integral e inclaudicable, la que permitió llegar a la reapertura del juicio y posterior condena.

Se demuestra, una vez más, que ningún país inclusivo se construye sobre los cimientos de la injusticia y la impunidad. Por eso sentimos un profundo reconocimiento y una emocionada gratitud hacia quienes nos precedieron y hacia quienes nos alumbran en la gestión de estas causas humanitarias, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, los sobrevivientes y todos los militantes de organismos de derechos humanos.

Los diecinueve prisioneros políticos fusilados en Trelew, dieciséis de ellos muertos allí y tres desaparecidos por la última dictadura cívico-militar años después, a través de sus familiares, amigos y compañeros de militancia, habrán encontrado en las páginas del fallo judicial, un pequeño destello reparador ante el dolor acumulado en tantos años de silencio.

Si la Masacre de Trelew fue el prólogo del terrorismo de Estado, que las condenas que se consiguieron sean, al menos, un testimonio fiel del país de justicia que es necesario seguir construyendo entre todos y todas.
Es nuestro compromiso.

Prólogo del libro “Trelew 72”, publicado en 2014 por la Secretaría de Derechos Humanos con parte del archivo fotográfico de Jornada.

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La calle 25 de Mayo de Trelew, una noche de agosto de 1972. Un pequeño pueblo en la calle, comprometido con una causa popular.
20 AGO 2022 - 21:04

La Masacre de Trelew fue el prólogo del terrorismo de Estado en la Argentina. Fue escrito con sangre y cobardía, con esa mueca de horror tan propia de los genocidas y con el fatal determinismo de los asesinos, que al masacrar a hombres y mujeres se olvidan de que afuera de esos muros del silencio, el pueblo al que pertenecían aquellos militantes políticos esperaba su hora de justicia y verdad.
Esa hora finalmente llegó, cuarenta años después. El juicio y la condena a los partícipes directos de la masacre del 22 de agosto de 1972 en la Base Aeronaval “Almirante Zar” de Trelew, provincia del Chubut, repara al fin uno de los más sangrientos episodios cometidos contra nuestra sociedad.

Memoria impresa

El libro “Trelew 72” resume, a través de fotografías de la época (la mayoría del archivo de Diario Jornada), los hechos denunciados, investigados y finalmente juzgados. Reúne material inédito de aquel hecho histórico, que marcó con el fuego de los fusilamientos de militantes políticos el destino de nuestro país.

En las imágenes quedó plasmado el trabajo de la prensa, con el relato de una masacre que dañó a todo el pueblo y fue sistemáticamente tapada con el silencio, hasta que se terminó la impunidad: la Justicia reconoció que son delitos de lesa humanidad y condenó a los culpables.

Es pertinente afirmar, una vez más, que eso sólo fue posible gracias a la política de Estado inaugurada por el presidente Néstor Kirchner y profundizada luego por su sucesora, Cristina Fernández de Kirchner: la política de Memoria, Verdad y Justicia.

Como todo se explica en un contexto histórico, habrá que situar allí donde corresponda las causas y los efectos que explican una demora de cuarenta años para que llegue este día. El contexto previo a la presidencia de Néstor Kirchner era el de una democracia que se demostraba incapaz de remontar el vuelo en la voluntad y el mandato político de juzgar a los culpables de aquel dolor colectivo. Como si el pasado impune pudiera sustentar las paredes más firmes de una democracia que se pretende eterna.

Ni olvido ni perdón

Trelew se sucedía así en el calendario del olvido con un silencio impiadoso y amenazante. Si lo que se olvida se repite, lo que no se castiga también puede correr la misma suerte.

En las antípodas de tal concepto, la defensa y promoción de los derechos humanos como política de Estado inaugura desde el 2003 una nueva mirada sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestro país. Y es esa mirada, integral e inclaudicable, la que permitió llegar a la reapertura del juicio y posterior condena.

Se demuestra, una vez más, que ningún país inclusivo se construye sobre los cimientos de la injusticia y la impunidad. Por eso sentimos un profundo reconocimiento y una emocionada gratitud hacia quienes nos precedieron y hacia quienes nos alumbran en la gestión de estas causas humanitarias, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, los sobrevivientes y todos los militantes de organismos de derechos humanos.

Los diecinueve prisioneros políticos fusilados en Trelew, dieciséis de ellos muertos allí y tres desaparecidos por la última dictadura cívico-militar años después, a través de sus familiares, amigos y compañeros de militancia, habrán encontrado en las páginas del fallo judicial, un pequeño destello reparador ante el dolor acumulado en tantos años de silencio.

Si la Masacre de Trelew fue el prólogo del terrorismo de Estado, que las condenas que se consiguieron sean, al menos, un testimonio fiel del país de justicia que es necesario seguir construyendo entre todos y todas.
Es nuestro compromiso.

Prólogo del libro “Trelew 72”, publicado en 2014 por la Secretaría de Derechos Humanos con parte del archivo fotográfico de Jornada.


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