El temible “Pasaje de Drake”, donde los vientos y tormentas convierten un viaje en una pesadilla

Está ubicado en la ruta antártica, hoy la más buscada por los turistas de todo el mundo. El martes una ola gigante chocó contra una embarcación provocando el deceso de una pasajera. Las decisiones apresuradas de los capitanes y pasajeros confiados. Otros accidentes que pudieron ser fatales.

Varios cruceros han sufrido las letales exigencias del “Pasaje de Drake” en el último tiempo.
03 DIC 2022 - 20:34 | Actualizado 03 DIC 2022 - 20:35

Por Carlos Guajardo

Cuenta la historia de hace cuatro o cinco siglos del cruce del Cabo de Hornos, una de las tantas historias hasta ahora, nunca confirmadas: “Por la borrasca y el viento en el cruce, los barcos a vela eran desviados hacia la Antártida o se perdían. Dicen que el descubridor argentino de la Antártida fue Guillermo Brown, porque una de esas tormentas lo desvió de tal manera, que llegó a ver tierra cubierta de hielo al Sur de donde debería estar, cuando no se conocía la existencia de la Antártida”.

Olas asesinas

Por ese lugar se encuentra el temible “Pasaje de Drake”, el lugar donde una ola gigante impactó contra un crucero y mató a una turista estadounidense. Pero no fue el único accidente de los últimos tiempos protagonizados por cruceros que hacen la denominada “ruta antártica”. Todavía se está investigando lo que ocurrió con un bote semirígido perteneciente al buque Word Explorer que dio una vuelta de campana cerca del continente blanco mientras realizaba una excursión provocando la muerte de dos turistas estadounidenses de 76 y 80 años.


El pasado 28 de noviembre una embarcación similar a la anterior perteneciente al crucero noruego Viking Polaris y en idénticas circunstancias sufrió una avería que lo dejó sin propulsión lo que originó que por acción de la marea la pasajera Nancy Creech de 78 años cayera al piso sufriendo múltiples fracturas. En el mismo accidente, otro pasajero cayó al agua pudiendo ser rescatado por la tripulación con signos de hipotermia. Sería la primera alarma que encendió el buque noruego y que terminó con la muerte de la pasajera Sheri Zhu, de 60 años un día después. El viento era de 150 kilómetros por hora lo que provocó que el choque contra una ola gigante rompiera varios paneles de vidrio. Dieron contra la pasajera y murió.


“Los pasajeros, confiados y habituados al movimiento del barco, cambian de repente, se pegan un golpe y se accidentan o mueren. Eso también, la confianza a bordo, hace que no se respeten las condiciones del mar”. Como ejemplo de una adecuada medida de seguridad hay buques rusos que tienen cinturón de seguridad en las camas”, explicó Gustavo Lovrich, biológo e investigador del Conicet quien navegó varias veces por el denominado “Pasaje de Drake”, el sector más peligroso de las excursiones de los cruceros.


Un paso difícil

El pasaje vincula al continente americano con el antártico y es sumamente peligroso sobre todo por los vientos, los cambios de temperaturas y las tormentas. El biólogo calificó como “difícil” el cruce por el mencionado pasaje considerado “temible” desde que fue descubierto hace cientos de años. En el lugar se presentan la combinación de dos factores: la intensificación de los vientos del oeste cada vez más fuertes y cada vez más hacia el sur. Y como consecuencia del cambio climático hay un aumento de la temperatura con el consecuente “derretimiento” en la Antártida. Además según la opinión del experto, “las olas y los vientos hacen que las embarcaciones no puedan mantener el rumbo. Y la presión de los capitanes por cumplir horarios los hace a veces tomar decisiones apresuradas”.


El biólogo del Conicet dijo que si bien no se pueden atribuir los accidentes únicamente a los vientos fuertes (un barco está preparado para eso) todo indica que “la alta demanda del producto antártico hace que haya muchos barcos y que este tipo de accidentes sean más frecuentes, casi por una cuestión demográfica”, según publica Crónicas Fueguinas.


Turismo exigente

El investigador evaluó que el turismo antártico es “una industria altamente exigente con los tiempos”, explicado esto en que los pasajeros de un barco, en casos, “deben volver a Ushuaia para poder tomar un avión. Esa presión de cumplir con los horarios, hace que los capitanes tomen decisiones arriesgadas en el cruce del pasaje de Drake” opinó.


Calculó que, desde la península antártica, último lugar que visitan los cruceros, hasta Ushuaia, hay aproximadamente 48 horas de navegación. Puede pasar que las condiciones empeoren respecto del pronóstico meteorológico, y “con mal tiempo, esos dos días pueden ser más largos y además pueden cambiar”.


Y agregó que “la confianza de los pasajeros es un factor a tener en cuenta. Confiados y habituados al movimiento del barco, este cambia de repente, se pegan un golpe y se accidentan o mueren”. Y además “el oleaje cambia por condicione locales o por alguna otra razón. Olas encontradas o escarceos que hacen que la embarcación no pueda mantener el rumbo”, finalizó Lovrich.


Lo cierto es que el temible “Pasaje de Drake” se ha convertido en una verdadera pesada carga para los cruceros y los turistas que embarcan en ellos. La leyenda de Guillermo Brown ha dejado de ser leyenda. Los vientos y las tormentas existen y convierten un sueño en una pesadilla. #

Varios cruceros han sufrido las letales exigencias del “Pasaje de Drake” en el último tiempo.
03 DIC 2022 - 20:34

Por Carlos Guajardo

Cuenta la historia de hace cuatro o cinco siglos del cruce del Cabo de Hornos, una de las tantas historias hasta ahora, nunca confirmadas: “Por la borrasca y el viento en el cruce, los barcos a vela eran desviados hacia la Antártida o se perdían. Dicen que el descubridor argentino de la Antártida fue Guillermo Brown, porque una de esas tormentas lo desvió de tal manera, que llegó a ver tierra cubierta de hielo al Sur de donde debería estar, cuando no se conocía la existencia de la Antártida”.

Olas asesinas

Por ese lugar se encuentra el temible “Pasaje de Drake”, el lugar donde una ola gigante impactó contra un crucero y mató a una turista estadounidense. Pero no fue el único accidente de los últimos tiempos protagonizados por cruceros que hacen la denominada “ruta antártica”. Todavía se está investigando lo que ocurrió con un bote semirígido perteneciente al buque Word Explorer que dio una vuelta de campana cerca del continente blanco mientras realizaba una excursión provocando la muerte de dos turistas estadounidenses de 76 y 80 años.


El pasado 28 de noviembre una embarcación similar a la anterior perteneciente al crucero noruego Viking Polaris y en idénticas circunstancias sufrió una avería que lo dejó sin propulsión lo que originó que por acción de la marea la pasajera Nancy Creech de 78 años cayera al piso sufriendo múltiples fracturas. En el mismo accidente, otro pasajero cayó al agua pudiendo ser rescatado por la tripulación con signos de hipotermia. Sería la primera alarma que encendió el buque noruego y que terminó con la muerte de la pasajera Sheri Zhu, de 60 años un día después. El viento era de 150 kilómetros por hora lo que provocó que el choque contra una ola gigante rompiera varios paneles de vidrio. Dieron contra la pasajera y murió.


“Los pasajeros, confiados y habituados al movimiento del barco, cambian de repente, se pegan un golpe y se accidentan o mueren. Eso también, la confianza a bordo, hace que no se respeten las condiciones del mar”. Como ejemplo de una adecuada medida de seguridad hay buques rusos que tienen cinturón de seguridad en las camas”, explicó Gustavo Lovrich, biológo e investigador del Conicet quien navegó varias veces por el denominado “Pasaje de Drake”, el sector más peligroso de las excursiones de los cruceros.


Un paso difícil

El pasaje vincula al continente americano con el antártico y es sumamente peligroso sobre todo por los vientos, los cambios de temperaturas y las tormentas. El biólogo calificó como “difícil” el cruce por el mencionado pasaje considerado “temible” desde que fue descubierto hace cientos de años. En el lugar se presentan la combinación de dos factores: la intensificación de los vientos del oeste cada vez más fuertes y cada vez más hacia el sur. Y como consecuencia del cambio climático hay un aumento de la temperatura con el consecuente “derretimiento” en la Antártida. Además según la opinión del experto, “las olas y los vientos hacen que las embarcaciones no puedan mantener el rumbo. Y la presión de los capitanes por cumplir horarios los hace a veces tomar decisiones apresuradas”.


El biólogo del Conicet dijo que si bien no se pueden atribuir los accidentes únicamente a los vientos fuertes (un barco está preparado para eso) todo indica que “la alta demanda del producto antártico hace que haya muchos barcos y que este tipo de accidentes sean más frecuentes, casi por una cuestión demográfica”, según publica Crónicas Fueguinas.


Turismo exigente

El investigador evaluó que el turismo antártico es “una industria altamente exigente con los tiempos”, explicado esto en que los pasajeros de un barco, en casos, “deben volver a Ushuaia para poder tomar un avión. Esa presión de cumplir con los horarios, hace que los capitanes tomen decisiones arriesgadas en el cruce del pasaje de Drake” opinó.


Calculó que, desde la península antártica, último lugar que visitan los cruceros, hasta Ushuaia, hay aproximadamente 48 horas de navegación. Puede pasar que las condiciones empeoren respecto del pronóstico meteorológico, y “con mal tiempo, esos dos días pueden ser más largos y además pueden cambiar”.


Y agregó que “la confianza de los pasajeros es un factor a tener en cuenta. Confiados y habituados al movimiento del barco, este cambia de repente, se pegan un golpe y se accidentan o mueren”. Y además “el oleaje cambia por condicione locales o por alguna otra razón. Olas encontradas o escarceos que hacen que la embarcación no pueda mantener el rumbo”, finalizó Lovrich.


Lo cierto es que el temible “Pasaje de Drake” se ha convertido en una verdadera pesada carga para los cruceros y los turistas que embarcan en ellos. La leyenda de Guillermo Brown ha dejado de ser leyenda. Los vientos y las tormentas existen y convierten un sueño en una pesadilla. #


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