La rebelión política de la Patagonia que nació el viernes desde las entrañas mismas de la cuenca petrolera más antigua de la Argentina -y la que más aportó al Estado nacional en más de un siglo- puede terminar significando un hito fundamental para el federalismo del que tanto se habla y poco se ejerce.
Justo el día del aniversario de Comodoro Rivadavia, una ciudad símbolo de la industria petrolera que fue esquilmada durante décadas por los gobiernos federales, y en medio de una marcha de trabajadores petroleros y de otros gremios que salieron a las calles a expresar su rechazo a la decisión de YPF, la ahora petrolera de bandera libertaria, de desprenderse de casi todas sus áreas en Chubut, un gobernador que no es peronista desde lo ideológico pero sí desde lo gestual, toma el micrófono ante una multitud de laburantes de a pie y grita: “Si el Gobierno nacional no deja de pisarnos la cabeza, no va a salir una gota más de petróleo de esta provincia”.
La frase de Nacho Torres retumbó fuerte. No sólo en las calles de Comodoro Rivadavia sino en todo el país. Por primera vez en mucho tiempo, un gobernador que se para de manos contra el gobierno central es apoyado casi sin fisuras por todos los sectores. La rebelión planteada por el chubutense le está causando al cada vez más desopilante gobierno de Milei y Mauricio Macri una crisis que algunos se apuran a calificar de decisoria. No de terminal aun, pero casi.
La rápida salida en auxilio del resto de los gobernadores patagónicos, el apoyo inusual de muchos otros gobernadores que ni siquiera abrevan con Torres en la misma fuente ideológica o partidaria, como el bonaerense y principal referente del peronismo que quedó en pie, Axel Kicillof, o del cordobés Martín Llaryora, más el apoyo de la CGT nacional, le dio una centralidad al chubutense en el escenario político que hasta podría significarle un despegue que hace algunos meses sólo era un sueño por ahora utópico.
Torres tiene una oportunidad histórica. No sólo en términos políticos y personales. Hace años que los chubutenses buscan su destino con líderes equivocados. Ni Mario Das Neves, el último gran líder de Chubut, pudo administrar su centralidad cuando estaba para mucho más. Ahora, el gobernador se erigió como un líder regional y su reclamo en nombre de todos los chubutenses es casi una causa nacional. Y lo hace desde una postura que no tiene mucho que ver con sus orígenes en el PRO sino desde la transversalidad y el sentido común. Ningún peronista, ni radical ni afecto al federalismo puede estar en contra de lo que está haciendo el chubutense. Eso es todo ganancia para Torres, inclusive para su gestión local, que ya tiene mucha transversalidad política y gestos de integración ideológica y regional.
Este es un punto central que no habría que perder de vista. Torres lo repitió varias veces el viernes, pero no está mal que se reafirme: lo que está en juego no es otra cosa que los intereses de los chubutenses. Por primera vez en muchos años un gobernador impetuoso, con poco recorrido político aún pero con una audacia e intensidad envidiables, levanta la voz y queda en el centro de la escena. Por supuesto que toda esta situación podría redituarle jugosos réditos políticos, pero lo más importante es que de una vez por todas los intereses de Chubut y de sus habitantes sean defendidos y escuchados. La provincia aporta mucho por tan poco.
Hace años que se reclama una reparación histórica tras haber cedido casi cuatro décadas atrás varios puntos de la coparticipación que nunca más se devolvieron. En el medio hubo gobernadores que reclamaron incesantemente y hasta llegaron con sus demandas a la Corte Suprema; y otros que desistieron de esos juicios millonarios a cambio de migajas.
Es ahora o nunca. No se trata de un todo o nada, sino de un punto de partida para empezar a recuperar lo que los distintos ocupantes del Estado nacional le han venido sacando a Chubut y al resto de las provincias. Tuvo que llegar al poder un libertario con tonos y gestos de desquiciado para que florezca esta oportunidad. Torres tiene la chance de quedar en la historia como el que sembró la semilla de una rebelión justa y necesaria.
Milei, en cambio, parece no comprender lo que está pasando. Se escuda detrás de su “anarcocapitalismo” y pasa horas tuiteando y retuiteando barbaridades. Trata de “degenerados fiscales” a todos los gobernadores y de “chavista” a Torres. Abre todas las hornallas de la casa en medio de un incendio. ¿Es o se hace? Cualquiera de las dos respuestas es preocupante.#
La rebelión política de la Patagonia que nació el viernes desde las entrañas mismas de la cuenca petrolera más antigua de la Argentina -y la que más aportó al Estado nacional en más de un siglo- puede terminar significando un hito fundamental para el federalismo del que tanto se habla y poco se ejerce.
Justo el día del aniversario de Comodoro Rivadavia, una ciudad símbolo de la industria petrolera que fue esquilmada durante décadas por los gobiernos federales, y en medio de una marcha de trabajadores petroleros y de otros gremios que salieron a las calles a expresar su rechazo a la decisión de YPF, la ahora petrolera de bandera libertaria, de desprenderse de casi todas sus áreas en Chubut, un gobernador que no es peronista desde lo ideológico pero sí desde lo gestual, toma el micrófono ante una multitud de laburantes de a pie y grita: “Si el Gobierno nacional no deja de pisarnos la cabeza, no va a salir una gota más de petróleo de esta provincia”.
La frase de Nacho Torres retumbó fuerte. No sólo en las calles de Comodoro Rivadavia sino en todo el país. Por primera vez en mucho tiempo, un gobernador que se para de manos contra el gobierno central es apoyado casi sin fisuras por todos los sectores. La rebelión planteada por el chubutense le está causando al cada vez más desopilante gobierno de Milei y Mauricio Macri una crisis que algunos se apuran a calificar de decisoria. No de terminal aun, pero casi.
La rápida salida en auxilio del resto de los gobernadores patagónicos, el apoyo inusual de muchos otros gobernadores que ni siquiera abrevan con Torres en la misma fuente ideológica o partidaria, como el bonaerense y principal referente del peronismo que quedó en pie, Axel Kicillof, o del cordobés Martín Llaryora, más el apoyo de la CGT nacional, le dio una centralidad al chubutense en el escenario político que hasta podría significarle un despegue que hace algunos meses sólo era un sueño por ahora utópico.
Torres tiene una oportunidad histórica. No sólo en términos políticos y personales. Hace años que los chubutenses buscan su destino con líderes equivocados. Ni Mario Das Neves, el último gran líder de Chubut, pudo administrar su centralidad cuando estaba para mucho más. Ahora, el gobernador se erigió como un líder regional y su reclamo en nombre de todos los chubutenses es casi una causa nacional. Y lo hace desde una postura que no tiene mucho que ver con sus orígenes en el PRO sino desde la transversalidad y el sentido común. Ningún peronista, ni radical ni afecto al federalismo puede estar en contra de lo que está haciendo el chubutense. Eso es todo ganancia para Torres, inclusive para su gestión local, que ya tiene mucha transversalidad política y gestos de integración ideológica y regional.
Este es un punto central que no habría que perder de vista. Torres lo repitió varias veces el viernes, pero no está mal que se reafirme: lo que está en juego no es otra cosa que los intereses de los chubutenses. Por primera vez en muchos años un gobernador impetuoso, con poco recorrido político aún pero con una audacia e intensidad envidiables, levanta la voz y queda en el centro de la escena. Por supuesto que toda esta situación podría redituarle jugosos réditos políticos, pero lo más importante es que de una vez por todas los intereses de Chubut y de sus habitantes sean defendidos y escuchados. La provincia aporta mucho por tan poco.
Hace años que se reclama una reparación histórica tras haber cedido casi cuatro décadas atrás varios puntos de la coparticipación que nunca más se devolvieron. En el medio hubo gobernadores que reclamaron incesantemente y hasta llegaron con sus demandas a la Corte Suprema; y otros que desistieron de esos juicios millonarios a cambio de migajas.
Es ahora o nunca. No se trata de un todo o nada, sino de un punto de partida para empezar a recuperar lo que los distintos ocupantes del Estado nacional le han venido sacando a Chubut y al resto de las provincias. Tuvo que llegar al poder un libertario con tonos y gestos de desquiciado para que florezca esta oportunidad. Torres tiene la chance de quedar en la historia como el que sembró la semilla de una rebelión justa y necesaria.
Milei, en cambio, parece no comprender lo que está pasando. Se escuda detrás de su “anarcocapitalismo” y pasa horas tuiteando y retuiteando barbaridades. Trata de “degenerados fiscales” a todos los gobernadores y de “chavista” a Torres. Abre todas las hornallas de la casa en medio de un incendio. ¿Es o se hace? Cualquiera de las dos respuestas es preocupante.#