- Por Esteban Gallo
El episodio se produjo la semana pasada, pero todavía sigue dando de comer en redes sociales y espacios de opinión locales y nacionales.
Una resolución firmada por el Ejecutivo municipal de Puerto Madryn a favor del pago del alojamiento de los árbitros que vienen a dirigir partidos de la primera nacional desató la polémica.
El objetivo avieso de la burda maniobra quedó explícita desde el principio. Poner en evidencia que el intendente de Madryn Gustavo Sastre pagaba con dinero del Estado gastos del club al que pertenece y que hoy preside su hermano Ricardo.
La triquiñuela fue desbaratada de inmediato cuando empezaron a difundirse por los medios locales resoluciones firmadas por el jefe comunal de la ciudad a favor de otros clubes, entre ellos Guillermo Brown, por su participación en las competencias nacionales.
De esta forma quedó expuesto con claridad meridiana que el municipio mide a los clubes de Madryn con la misma vara y que las ayudas que brinda a las instituciones locales no responden a simpatías personales sino a decisiones políticas que ha mantenido a lo largo del tiempo.
“Los clubes son sagrados” dijo en enero pasado Sergio Hernández, ex entrenador del seleccionado nacional, en el marco de una actividad dirigida a pequeños basquetbolistas que se realizó en un espacio que cedió el municipio sin cargo al club Brown.
Con aquellas palabras, El Oveja sintetizó de manera contundente el papel fundamental que cumplen los clubes en la formación de valores y habilidades sociales. Ese protagonismo crece a niveles superlativos, cuando la motosierra del gobierno nacional arrasa con todo lo que encuentra a su paso, especialmente en los sectores más vulnerables.
En muchos casos, son los clubes los que sobreviven a capa y espada, convirtiéndose en un espacio de contención emocional donde se refugian los chicos a los que les cercenan otros derechos fundamentales.
A esos clubes, que son parte del cimiento en que se sostiene nuestra juventud, el Estado debe apoyarlos.
En esa dirección, la actual gestión municipal firmó un convenio con la Cooperativa eléctrica mediante el cual se aplica un descuento del 90 por ciento en la factura de los servicios que pagan las entidades deportivas. Si no fuera así, las instalaciones de esos clubes estarían cerradas y los chicos no podrían practicar deporte.
De la misma manera, el Estado debe acompañar a las instituciones que afrontan competencias deportivas de elite, como un aporte a los esfuerzos gigantescos que esos clubes realizan.
El objetivo de Deportivo Madryn de ascender a primera división es un sueño compartido por miles de simpatizantes aurinegros, pero la conquista de ese logro deportivo significará un salto de calidad del que se beneficiarán todos los madrynenses.
El fútbol moviliza a un país. Literalmente, lo moviliza. Circunscribiendo el análisis a la cuestión turística, tener a un equipo en primera división, en tiempos de vacas flacas, puede ser una bendición. No hay que ser muy despierto para darse cuenta del aluvión de gente que llegaría a Puerto Madryn, procedentes de ciudades y provincias vecinas cada vez que jueguen River, Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, los equipos de Córdoba o de Rosario. Sería un boom para la economía local.
Por lo tanto, si el municipio tiene que pagar el alojamiento a los árbitros, a sus esposas, a sus suegras, y a sus mascotas que lo haga, porque no es momento de poner piedras en la rueda a un club que necesita contribuciones y acompañamientos más que nunca.
Para “tirar mierda” están los miserables de siempre. Medios nacionales, otrora prestigiosos, hoy convertidos en propaladoras de morondanga, ex entrenadores transformados en tristes payasos mediáticos, concejales que viven en un frasco y algunos dirigentes locales despechados que disparan tiros pero que ya no lastiman a nadie.
Hay cosas que no cambian nunca. Como decía Maradona: los boludos son como las hormigas, están en todos lados.
- Por Esteban Gallo
El episodio se produjo la semana pasada, pero todavía sigue dando de comer en redes sociales y espacios de opinión locales y nacionales.
Una resolución firmada por el Ejecutivo municipal de Puerto Madryn a favor del pago del alojamiento de los árbitros que vienen a dirigir partidos de la primera nacional desató la polémica.
El objetivo avieso de la burda maniobra quedó explícita desde el principio. Poner en evidencia que el intendente de Madryn Gustavo Sastre pagaba con dinero del Estado gastos del club al que pertenece y que hoy preside su hermano Ricardo.
La triquiñuela fue desbaratada de inmediato cuando empezaron a difundirse por los medios locales resoluciones firmadas por el jefe comunal de la ciudad a favor de otros clubes, entre ellos Guillermo Brown, por su participación en las competencias nacionales.
De esta forma quedó expuesto con claridad meridiana que el municipio mide a los clubes de Madryn con la misma vara y que las ayudas que brinda a las instituciones locales no responden a simpatías personales sino a decisiones políticas que ha mantenido a lo largo del tiempo.
“Los clubes son sagrados” dijo en enero pasado Sergio Hernández, ex entrenador del seleccionado nacional, en el marco de una actividad dirigida a pequeños basquetbolistas que se realizó en un espacio que cedió el municipio sin cargo al club Brown.
Con aquellas palabras, El Oveja sintetizó de manera contundente el papel fundamental que cumplen los clubes en la formación de valores y habilidades sociales. Ese protagonismo crece a niveles superlativos, cuando la motosierra del gobierno nacional arrasa con todo lo que encuentra a su paso, especialmente en los sectores más vulnerables.
En muchos casos, son los clubes los que sobreviven a capa y espada, convirtiéndose en un espacio de contención emocional donde se refugian los chicos a los que les cercenan otros derechos fundamentales.
A esos clubes, que son parte del cimiento en que se sostiene nuestra juventud, el Estado debe apoyarlos.
En esa dirección, la actual gestión municipal firmó un convenio con la Cooperativa eléctrica mediante el cual se aplica un descuento del 90 por ciento en la factura de los servicios que pagan las entidades deportivas. Si no fuera así, las instalaciones de esos clubes estarían cerradas y los chicos no podrían practicar deporte.
De la misma manera, el Estado debe acompañar a las instituciones que afrontan competencias deportivas de elite, como un aporte a los esfuerzos gigantescos que esos clubes realizan.
El objetivo de Deportivo Madryn de ascender a primera división es un sueño compartido por miles de simpatizantes aurinegros, pero la conquista de ese logro deportivo significará un salto de calidad del que se beneficiarán todos los madrynenses.
El fútbol moviliza a un país. Literalmente, lo moviliza. Circunscribiendo el análisis a la cuestión turística, tener a un equipo en primera división, en tiempos de vacas flacas, puede ser una bendición. No hay que ser muy despierto para darse cuenta del aluvión de gente que llegaría a Puerto Madryn, procedentes de ciudades y provincias vecinas cada vez que jueguen River, Boca, Independiente, Racing, San Lorenzo, los equipos de Córdoba o de Rosario. Sería un boom para la economía local.
Por lo tanto, si el municipio tiene que pagar el alojamiento a los árbitros, a sus esposas, a sus suegras, y a sus mascotas que lo haga, porque no es momento de poner piedras en la rueda a un club que necesita contribuciones y acompañamientos más que nunca.
Para “tirar mierda” están los miserables de siempre. Medios nacionales, otrora prestigiosos, hoy convertidos en propaladoras de morondanga, ex entrenadores transformados en tristes payasos mediáticos, concejales que viven en un frasco y algunos dirigentes locales despechados que disparan tiros pero que ya no lastiman a nadie.
Hay cosas que no cambian nunca. Como decía Maradona: los boludos son como las hormigas, están en todos lados.