Por Héctor Rubén González, Secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia
Cuando no quede nada, no serán ellos los que lloren… seremos nosotros.
Cuando no quede nada, no será porque fueron más fuertes, sino porque fuimos más débiles para defender lo que es nuestro.
Hoy, mientras el pueblo pelea por llegar a fin de mes, otros se reparten nuestras riquezas. En el Atlántico Sur, capitales británicos e israelíes perforan el corazón de nuestras aguas, llevándose el petróleo que podría darle trabajo y futuro a millones de argentinos.
Lo hacen con licencias ilegales, avalados por la misma potencia que usurpa nuestras Malvinas… y con un gobierno que calla y consiente con su silencio cómplice.
Pero no todo está perdido.
Si el saqueo avanza es porque el pueblo está desmovilizado. Si la entrega se repite es porque el trabajador mira para otro lado. Y es ahí donde nosotros, los que vivimos de nuestro esfuerzo, tenemos que plantarnos.
Porque la soberanía no es un discurso: es pan en la mesa, es trabajo digno, es energía para nuestras fábricas, es futuro para nuestros hijos.
Porque cada recurso que se llevan es un derecho menos, una oportunidad menos, un paso más hacia la dependencia.
Cuando no quede nada, no habrá excusas ni culpables que alcancen.
Por eso la hora de defender lo nuestro es ahora.
Porque si no levantamos la voz, si no nos unimos, si no salimos a la calle, mañana no quedará nada que defender… y entonces sí, habrán ganado ellos y perdido nosotros.
La Patria se defiende de pie. El trabajo se defiende luchando. La soberanía se defiende unidos.
Fraternal abrazo
EL HÉCTOR
Por Héctor Rubén González, Secretario General del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia
Cuando no quede nada, no serán ellos los que lloren… seremos nosotros.
Cuando no quede nada, no será porque fueron más fuertes, sino porque fuimos más débiles para defender lo que es nuestro.
Hoy, mientras el pueblo pelea por llegar a fin de mes, otros se reparten nuestras riquezas. En el Atlántico Sur, capitales británicos e israelíes perforan el corazón de nuestras aguas, llevándose el petróleo que podría darle trabajo y futuro a millones de argentinos.
Lo hacen con licencias ilegales, avalados por la misma potencia que usurpa nuestras Malvinas… y con un gobierno que calla y consiente con su silencio cómplice.
Pero no todo está perdido.
Si el saqueo avanza es porque el pueblo está desmovilizado. Si la entrega se repite es porque el trabajador mira para otro lado. Y es ahí donde nosotros, los que vivimos de nuestro esfuerzo, tenemos que plantarnos.
Porque la soberanía no es un discurso: es pan en la mesa, es trabajo digno, es energía para nuestras fábricas, es futuro para nuestros hijos.
Porque cada recurso que se llevan es un derecho menos, una oportunidad menos, un paso más hacia la dependencia.
Cuando no quede nada, no habrá excusas ni culpables que alcancen.
Por eso la hora de defender lo nuestro es ahora.
Porque si no levantamos la voz, si no nos unimos, si no salimos a la calle, mañana no quedará nada que defender… y entonces sí, habrán ganado ellos y perdido nosotros.
La Patria se defiende de pie. El trabajo se defiende luchando. La soberanía se defiende unidos.
Fraternal abrazo
EL HÉCTOR