Por Ismael Tebes
Redacción Jornada
Existen distintas alternativas para los que no quieren quedarse con la altura, la elasticidad y los demás factores naturales que antes solían demandar para plantarse en los tres palos. Hoy los tiempos imponen una formación integral, profundamente técnica; estímulos que potencian lo natural y además, una “evolución” del puesto que implica estar siempre listo.
“El arquero es la pieza más importante del equipo, ya nos vestimos distinto y sin arqueros no se juega, falta algún otro puesto y el juego se puede reanudar, sin arquero no” resume Oscar Germán Alvarengo, entrenador de arqueros particular y de los clubes Ferro y Laprida.
Remarcó el cambio de rol, más protagónico del uno. “Las nuevas modificaciones del reglamento fueron fundamentales para eso. El arquero tiene que estar más preparado, ya no solo juega con las manos y patea la pelota lejos” y recomienda que no hay una edad determinada para iniciar el entrenamiento específico. Primero la estimulación se refleja mediante juegos, de saltos, con colores y picando pelotas de diferentes tamaños. Luego el proceso demanda competencia aunque sin el lastre excesivo de concentración trabajando técnicas de caídas, cómo levantarse; tomas de balón y saques con el pie.
La norma esencial es el amor por el puesto y que después “no quieran ser jugadores de campo” como suele ocurrir en las formativas. “Soy exigente con la técnica y que maneje los dos perfiles, que no se pierda un contragolpe por no saber sacar de zurda o perder una jugada de gol por tardar en acomodarme a mi pierna”.
El EA es una parte esencial en el aspecto motivacional. Acompañar siempre tanto en alguna frustración o alegría desmedida. “Tito” Alvarengo comenzó a trabajar en el 2004 pasando por Ameghino, Caleta Córdova, Rada Tilly, Palazzo, CAI; Comodoro FC, Portugués, y ahora en Ferro y Laprida. “Espero algún día estar en alguna selección es una deuda pendiente que me queda en lo personal, y seguir con ésta locura mientras me dé el cuerpo”.
Daniel Alejandro Encina ataja desde que tiene uso de razón, hincha de Newbery y padre de arquero –su hijo Ramiro juega actualmente en Ferro- solía emular al gran Hugo Gatti y soñó con una escuela que con esfuerzo, logró hacer realidad. Y hasta forjó a su primer portero en un club de AFA: Tomás Marcial quien fue reclutado por las inferiores de Rácing. “Los arqueros no tenemos márgen de error, te equivocás y sos el malo de la película”, describe el “Loco” con toda una vida con las manos enguantadas.
“La formación ideal –agregó Encinas- para un arquero es de los 5/6 años en adelante que es donde ya entienden las cosas y lo que uno les está enseñando. Después el proceso es largo, obviamente no se aprende todo de un día para otro; se necesita constancia y compromiso”.
En su escuela de arqueros, Encina reconoce brindar las herramientas posibles para el puesto; transmitir seguridad y responsabilidad en el campo con el objetivo de ser profesionales. “Mi proyecto es una vez que me jubile en el petróleo; dedicarme de lleno a mi escuelita de arqueros y a representar a los chicos que puedan jugar en Buenos Aires”.
Para Juan Pablo González, actual entrenador de arqueros de la CAI con paso por el club Estudiantes de La Plata, club pionero en la formación de arqueros; atajar en Primera División implica entrenar desde temprana edad. “El puesto no cambió, hay que evitar que te hagan goles. Se modificó la forma de juego y hay una mayor participación, se lo tiene más en cuenta”.
“Las edades dependen de las cualidades de cada nene para ver su proyección”, reconoce González a cargo de la Escuela de Arqueros de la CAI. “Para tomar una pelota se necesitan varios ejercicios que resaltan el posicionamiento y hasta la forma de pararse y caminar”.
El fenómeno “Dibu” inundó de buzos y guantes los hogares adolescentes. “No se lo conocía, se lo criticó mucho pero con lo que hizo en el Mundial, todos los chicos se enamoraron de él. Es excelente y genera emoción desde lo deportivo”.
González, quien atajó en el “Pincha” hasta la Cuarta División, plantea que cada club planifica un trabajo diferente, de acuerdo a las necesidades de cada división. Y pidió por “espacios propios” y adaptados en los que se invierta para que cualquier chico, sin distinción de club o condición, pueda entrenarse en pos de su sueño.
Por Ismael Tebes
Redacción Jornada
Existen distintas alternativas para los que no quieren quedarse con la altura, la elasticidad y los demás factores naturales que antes solían demandar para plantarse en los tres palos. Hoy los tiempos imponen una formación integral, profundamente técnica; estímulos que potencian lo natural y además, una “evolución” del puesto que implica estar siempre listo.
“El arquero es la pieza más importante del equipo, ya nos vestimos distinto y sin arqueros no se juega, falta algún otro puesto y el juego se puede reanudar, sin arquero no” resume Oscar Germán Alvarengo, entrenador de arqueros particular y de los clubes Ferro y Laprida.
Remarcó el cambio de rol, más protagónico del uno. “Las nuevas modificaciones del reglamento fueron fundamentales para eso. El arquero tiene que estar más preparado, ya no solo juega con las manos y patea la pelota lejos” y recomienda que no hay una edad determinada para iniciar el entrenamiento específico. Primero la estimulación se refleja mediante juegos, de saltos, con colores y picando pelotas de diferentes tamaños. Luego el proceso demanda competencia aunque sin el lastre excesivo de concentración trabajando técnicas de caídas, cómo levantarse; tomas de balón y saques con el pie.
La norma esencial es el amor por el puesto y que después “no quieran ser jugadores de campo” como suele ocurrir en las formativas. “Soy exigente con la técnica y que maneje los dos perfiles, que no se pierda un contragolpe por no saber sacar de zurda o perder una jugada de gol por tardar en acomodarme a mi pierna”.
El EA es una parte esencial en el aspecto motivacional. Acompañar siempre tanto en alguna frustración o alegría desmedida. “Tito” Alvarengo comenzó a trabajar en el 2004 pasando por Ameghino, Caleta Córdova, Rada Tilly, Palazzo, CAI; Comodoro FC, Portugués, y ahora en Ferro y Laprida. “Espero algún día estar en alguna selección es una deuda pendiente que me queda en lo personal, y seguir con ésta locura mientras me dé el cuerpo”.
Daniel Alejandro Encina ataja desde que tiene uso de razón, hincha de Newbery y padre de arquero –su hijo Ramiro juega actualmente en Ferro- solía emular al gran Hugo Gatti y soñó con una escuela que con esfuerzo, logró hacer realidad. Y hasta forjó a su primer portero en un club de AFA: Tomás Marcial quien fue reclutado por las inferiores de Rácing. “Los arqueros no tenemos márgen de error, te equivocás y sos el malo de la película”, describe el “Loco” con toda una vida con las manos enguantadas.
“La formación ideal –agregó Encinas- para un arquero es de los 5/6 años en adelante que es donde ya entienden las cosas y lo que uno les está enseñando. Después el proceso es largo, obviamente no se aprende todo de un día para otro; se necesita constancia y compromiso”.
En su escuela de arqueros, Encina reconoce brindar las herramientas posibles para el puesto; transmitir seguridad y responsabilidad en el campo con el objetivo de ser profesionales. “Mi proyecto es una vez que me jubile en el petróleo; dedicarme de lleno a mi escuelita de arqueros y a representar a los chicos que puedan jugar en Buenos Aires”.
Para Juan Pablo González, actual entrenador de arqueros de la CAI con paso por el club Estudiantes de La Plata, club pionero en la formación de arqueros; atajar en Primera División implica entrenar desde temprana edad. “El puesto no cambió, hay que evitar que te hagan goles. Se modificó la forma de juego y hay una mayor participación, se lo tiene más en cuenta”.
“Las edades dependen de las cualidades de cada nene para ver su proyección”, reconoce González a cargo de la Escuela de Arqueros de la CAI. “Para tomar una pelota se necesitan varios ejercicios que resaltan el posicionamiento y hasta la forma de pararse y caminar”.
El fenómeno “Dibu” inundó de buzos y guantes los hogares adolescentes. “No se lo conocía, se lo criticó mucho pero con lo que hizo en el Mundial, todos los chicos se enamoraron de él. Es excelente y genera emoción desde lo deportivo”.
González, quien atajó en el “Pincha” hasta la Cuarta División, plantea que cada club planifica un trabajo diferente, de acuerdo a las necesidades de cada división. Y pidió por “espacios propios” y adaptados en los que se invierta para que cualquier chico, sin distinción de club o condición, pueda entrenarse en pos de su sueño.