En el Dique Florentino Ameghino se desarrolla un emprendimiento acuícola que comienza a consolidarse como una alternativa productiva con gran proyección. Se trata del Criadero de Truchas encabezado por Adrián Salamín, un proyecto familiar que nació a partir del interés de sus hijos y hoy abastece a restaurantes de distintas ciudades de la provincia.

El criadero se beneficia de condiciones naturales excepcionales. El agua del río Chubut, que surge desde el fondo del embalse, mantiene una temperatura fría y constante durante todo el año, ideal para la cría intensiva de truchas. Esta estabilidad térmica, sumada a la excelente calidad del agua, permite un desarrollo similar al de grandes criaderos patagónicos.
El proceso productivo incluye el desove durante los meses más fríos del año, una tarea que requiere técnica, estudio y adaptación a las condiciones locales. Salamín destaca que fue necesario complementar el conocimiento teórico con la práctica, ya que muchos estudios están pensados para regiones aún más frías. Además, el alimento de las truchas es elaborado en el propio emprendimiento, incorporando aceite de langostino que aporta el caroteno necesario para el color característico del pez.

El emprendimiento también apuesta a la economía circular. Los desperdicios de la producción se reutilizan para generar abono líquido, que se emplea en una pequeña plantación de frambuesas, frutillas y vides. Con estos frutos elaboran licores, dulces y alfajores, sumando valor agregado y diversificando la actividad.
Si bien el contexto económico y la caída del turismo impactaron en las ventas durante el último tiempo, desde el criadero continúan apostando al futuro, con la meta de avanzar hacia la exportación. Mientras tanto, la producción local de trucha en Dique Ameghino se consolida como un ejemplo de trabajo familiar, innovación y aprovechamiento responsable de los recursos naturales.

En el Dique Florentino Ameghino se desarrolla un emprendimiento acuícola que comienza a consolidarse como una alternativa productiva con gran proyección. Se trata del Criadero de Truchas encabezado por Adrián Salamín, un proyecto familiar que nació a partir del interés de sus hijos y hoy abastece a restaurantes de distintas ciudades de la provincia.

El criadero se beneficia de condiciones naturales excepcionales. El agua del río Chubut, que surge desde el fondo del embalse, mantiene una temperatura fría y constante durante todo el año, ideal para la cría intensiva de truchas. Esta estabilidad térmica, sumada a la excelente calidad del agua, permite un desarrollo similar al de grandes criaderos patagónicos.
El proceso productivo incluye el desove durante los meses más fríos del año, una tarea que requiere técnica, estudio y adaptación a las condiciones locales. Salamín destaca que fue necesario complementar el conocimiento teórico con la práctica, ya que muchos estudios están pensados para regiones aún más frías. Además, el alimento de las truchas es elaborado en el propio emprendimiento, incorporando aceite de langostino que aporta el caroteno necesario para el color característico del pez.

El emprendimiento también apuesta a la economía circular. Los desperdicios de la producción se reutilizan para generar abono líquido, que se emplea en una pequeña plantación de frambuesas, frutillas y vides. Con estos frutos elaboran licores, dulces y alfajores, sumando valor agregado y diversificando la actividad.
Si bien el contexto económico y la caída del turismo impactaron en las ventas durante el último tiempo, desde el criadero continúan apostando al futuro, con la meta de avanzar hacia la exportación. Mientras tanto, la producción local de trucha en Dique Ameghino se consolida como un ejemplo de trabajo familiar, innovación y aprovechamiento responsable de los recursos naturales.