La historia de cuando Carlitos Tevez era Carlitos Martínez

Radiografía de los primeros pasos del crack que nació en All Boys y terminó en Boca por el poder económico de Macri.

24 ENE 2011 - 18:04 | Actualizado

Fue en el verano de 1989. El<em>Tano</em>Norberto Propato ingresó al Fuerte en su Estanciera. Lo venía haciendo desde hacía un tiempo largo. Empujado por la pasión de dirigir divisiones inferiores, iba a buscar jugadores del barrio para llevar al entrenamiento de All Boys. Conocía el camino de memoria. Entrando, divisó que en la canchita ubicada enfrente del Nudo 1, estaban algunos de los pibitos que tenía que llevarse. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue un nenito menudo, un par de años menor a los suyos, que estaba sólo en un costado, descalzo y pateando una piedra. Algo vio ahí. Sin sacarle el arranque a la camioneta ni la vista del nene, se bajó y le preguntó cómo se llamaba y dónde vivía. La voz aguardentosa del técnico asustó al pibito de rulos. Los chicos le dijeron que se llamaba Carlos y que vivía en el primer piso del Nudo 1.<br /><br /><strong>Zapatillas.</strong>Propato se presentó y le pidió a la mamá llevarlo a entrenar. Con la puerta entreabierta, la señora le contestó: “Venga cuando está mi marido”. A la tercera vez que pasó, lo atendió Segundo Tévez, albañil. Le fue muy sincero, “no te lo puedo mandar porque no tiene zapatillas”. Pero el DT insistió: “Le puedo conseguir algunas prestadas, dejámelo llevar, yo paso todos los días a buscar jugadores del Fuerte para llevar a All Boys (…) te lo llevo y te lo vuelvo a traer”.<br /><br /><strong>Tévez no la tuvo fácil.</strong>Antes de cumplir un año, una jarra de líquido caliente se le cayó encima y la quemadura le tomó el pecho y parte del cuello. Estuvo casi dos meses en terapia intensiva y se salvó de milagro. En Fuerte Apache se conjeturan miles de historias alrededor de esto. Lo cierto es que cuando se repuso, pasó a ser criado por sus tíos maternos, Adriana Martínez y Segundo Tévez, y no por su verdadera madre, Fabiana Martínez, con quién hasta esa fecha vivía en el mismo nudo (torre) que luego compartió con la que hasta hoy considera su familia.<br /><br />En el barrio, antes y durante su paso por inferiores de All Boys, jugaba en Santa Clara, un club que se fundó junto con la iglesia del fuerte y una radio comunitaria. Allí supo hacer buenas migas con Darío Coronel,<em>Cabañas</em>, su compadre durante aquellos años. Líderes ambos, tenían una relación de amor-odio. Pero en la cancha eran imparables. En el año 1992, el equipo de Santa Clara debía enfrentar en una final al poderoso Club Parque, imbatible institución generadora de brillantes futbolistas, dirigida por el prestigioso Ramón Maddoni. Los padres de los chicos le fueron a pedir al entrenador, Roger “Didí” Ruiz, no jugar aquella final para no bajonear a los chicos del Fuerte. “Nosotros no tenemos miedo, Didí. Le vamos a jugar igual”, le dijo Tévez al DT, cuando le comentó la inquietud de los papás. El partido, para sorpresa de las 600 personas que se juntaron en la canchita, terminó 6 a 4 para Santa Clara. Tévez fue la figura. Acaso la primera muestra de lo cómodo que le quedaron luego los partidos difíciles.<br /><br />En All Boys, de entrada, se dieron cuenta de que sus aptitudes estaban por encima de las del resto. Tenía aspectos técnicos que traía de cuna (la manera de proteger la pelota, la forma de poner el cuerpo) y algunas otras muy llamativas para la edad, como la fiereza con la que jugaba.<br /><br />La categoría 84 de papi fútbol del club de Floresta se había transformado en un equipo de renombre en el mundillo de inferiores. La manera de jugar del equipo era una de las causas; la Estanciera de Propato, era la otra. Allí, milagrosamente, entraba todo el plantel, el cuerpo técnico y algunos padres. De vuelta de los partidos, el técnico devolvía jugadores casa por casa y dejaba para el final a los pibes que vivían en el Fuerte. Como sabía que la gran mayoría no comía cuando llegaba a destino, paraba en un almacén sobre la avenida Lope de Vega: pan, salchichón, queso y derecho al barrio.<br /><br />La fama de Carlitos empezó a crecer. Varios clubes lo empezaron a buscar. Entre ellos, Parque, el de Maddoni. Tévez no aceptó esa primera propuesta y siguió jugando en el Albo. Llegó a debutar y a hacer dos años de experiencia en cancha grande en Floresta. Su debut once contra once fue contra Almagro, con la categoría 83. El partido, guardado en VHS, muestra a un número 10 sacrificado, que se tira atrás y que se pone el equipo al hombro cuando ataca. Su forma de jugar denota la enjundia futbolera que mantiene en la Premiere League. Convierte dos goles, ambos de afuera del área, y el partido termina 6 a 2 a favor de All Boys.<br /><br /><strong>Rico.</strong>Mauricio Macri ya era presidente de Boca y había adquirido Club Parque y algunos jugadores de Argentinos Juniors formados por Maddoni, entre ellos Juan Román Riquelme y César La Paglia. Maddoni insistió otra vez por Tévez, pero el pibe se negó nuevamente. Las personas que lo aconsejaban le recomendaban que no se dejara hacer la cabeza, que All Boys le había dado todo, hasta zapatillas cuando no tenía qué calzarse. Inclusive, Tévez llegó a ningunear en algún partido con Boca al mismo Maddoni, festejando los goles que hacía para All Boys, imitando a un perro que orinaba el banco xeneize.<br /><br />Pero Maddoni lo siguió tentando hasta que los convenció. A él y a su familia. Como los dirigentes de All Boys se negaban, Boca sugirió cambiarle el apellido (hasta los 12 años se llamó Carlos Martínez) y pasó a tener el apellido de su tío, para él su padre, la persona que lo crió y acompaño toda la vida.<br /><br />Bernardo Griffa definió así a aquel Tévez adolescente: “Me dijeron que tenía que ir a ver a un pibe que jugaba como Maradona. Fui y me di cuenta que era mentira, que ese pibe era más que Maradona”. Maddoni fue más específico: “Lo más llamativo de Carlitos era su técnica y la agresividad que le sumaba a esa técnica. En eso era único”. Sin embargo, la vida para el Apache no había tenido modificaciones. “Apenas pasado a Boca no teníamos qué morfar. Me acuerdo un día que mi viejo fue a comprar huevos e hizo huevo duro para todos. Eso me quedó grabado”, le dijo al programa El<em>Sello</em>de TyC Sports en 2003. Durante los veranos, cuando no entrenaba, le seguía entregando ladrillos al rayo del sol al padre en las obras.<br /><br /><strong>Debut.</strong>Cuando estaba en séptima división, Bianchi lo llevó a entrenar con primera. Luego de dar las últimas indicaciones antes de un partido contra Rosario Central en el Apertura 2001, el Virrey vio que Carlitos, tímido y aún suplente, iba a un mingitorio del vestuario. Se puso a hacer pis al lado y le soltó: “Mirá que el domingo que viene jugás vos”. Tévez se orinó el pantalón de los nervios.<br /><br />Debutó en el Chateau Carreas el 21 de octubre de 2001. Su figura, muy en línea con el American Dream, fue rápidamente codiciada por las marcas deportivas. Además, su juego no paró de crecer. Cuando se pudo mudar del barrio, algunos de sus compañeros que jugaban en Santa Clara y All Boys ya estaban presos y su mejor amigo, el<em>Guacho Cabañas</em>, se había quitado la vida durante un tiroteo con la policía. Sufrió mucho el padecimiento de sus padres por salir del barrio, al punto de declarar en 2004 que no se iría a jugar al exterior, porque tenía miedo de que se deprimieran.<br /><br />Vinieron los campeonatos, el pase al Corinthians y su saltó al fútbol inglés; su estallido, su estampa vinculada siempre con lo popular y el afianzamiento de su carisma. “Es el jugador del pueblo”, lo definió Maradona, cuando ya se había convertido en el único futbolista en la historia en ganar la Copa Libertadores (2003), la Intercontinental (2003), la Champions League (2008) y el Mundial de Clubes (2008).<br /><br />Tévez nunca lo nombró a Propato, el dueño de la Estanciera, como su descubridor. Ese lugar lo reservó para Maddoni. Sin embargo, y a pesar de visitar los programas del prime time de la TV argentina, lucir joyas sofisticadas, vivir en una de las casas más caras de Manchester y ser cotizado por el club esta semana en más de 40 millones de euros, no debe haberse olvidado de que el fuego sagrado y la fiereza de aquel pibito que pateaba piedras descalzo en la canchita enfrente del Nudo 1, es el motor que lo llevó a ser uno de los mejores y más ricos delanteros del mundo.<br /><br />(Fuente: Miradas al Sur)<br /><br />

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24 ENE 2011 - 18:04

Fue en el verano de 1989. El<em>Tano</em>Norberto Propato ingresó al Fuerte en su Estanciera. Lo venía haciendo desde hacía un tiempo largo. Empujado por la pasión de dirigir divisiones inferiores, iba a buscar jugadores del barrio para llevar al entrenamiento de All Boys. Conocía el camino de memoria. Entrando, divisó que en la canchita ubicada enfrente del Nudo 1, estaban algunos de los pibitos que tenía que llevarse. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue un nenito menudo, un par de años menor a los suyos, que estaba sólo en un costado, descalzo y pateando una piedra. Algo vio ahí. Sin sacarle el arranque a la camioneta ni la vista del nene, se bajó y le preguntó cómo se llamaba y dónde vivía. La voz aguardentosa del técnico asustó al pibito de rulos. Los chicos le dijeron que se llamaba Carlos y que vivía en el primer piso del Nudo 1.<br /><br /><strong>Zapatillas.</strong>Propato se presentó y le pidió a la mamá llevarlo a entrenar. Con la puerta entreabierta, la señora le contestó: “Venga cuando está mi marido”. A la tercera vez que pasó, lo atendió Segundo Tévez, albañil. Le fue muy sincero, “no te lo puedo mandar porque no tiene zapatillas”. Pero el DT insistió: “Le puedo conseguir algunas prestadas, dejámelo llevar, yo paso todos los días a buscar jugadores del Fuerte para llevar a All Boys (…) te lo llevo y te lo vuelvo a traer”.<br /><br /><strong>Tévez no la tuvo fácil.</strong>Antes de cumplir un año, una jarra de líquido caliente se le cayó encima y la quemadura le tomó el pecho y parte del cuello. Estuvo casi dos meses en terapia intensiva y se salvó de milagro. En Fuerte Apache se conjeturan miles de historias alrededor de esto. Lo cierto es que cuando se repuso, pasó a ser criado por sus tíos maternos, Adriana Martínez y Segundo Tévez, y no por su verdadera madre, Fabiana Martínez, con quién hasta esa fecha vivía en el mismo nudo (torre) que luego compartió con la que hasta hoy considera su familia.<br /><br />En el barrio, antes y durante su paso por inferiores de All Boys, jugaba en Santa Clara, un club que se fundó junto con la iglesia del fuerte y una radio comunitaria. Allí supo hacer buenas migas con Darío Coronel,<em>Cabañas</em>, su compadre durante aquellos años. Líderes ambos, tenían una relación de amor-odio. Pero en la cancha eran imparables. En el año 1992, el equipo de Santa Clara debía enfrentar en una final al poderoso Club Parque, imbatible institución generadora de brillantes futbolistas, dirigida por el prestigioso Ramón Maddoni. Los padres de los chicos le fueron a pedir al entrenador, Roger “Didí” Ruiz, no jugar aquella final para no bajonear a los chicos del Fuerte. “Nosotros no tenemos miedo, Didí. Le vamos a jugar igual”, le dijo Tévez al DT, cuando le comentó la inquietud de los papás. El partido, para sorpresa de las 600 personas que se juntaron en la canchita, terminó 6 a 4 para Santa Clara. Tévez fue la figura. Acaso la primera muestra de lo cómodo que le quedaron luego los partidos difíciles.<br /><br />En All Boys, de entrada, se dieron cuenta de que sus aptitudes estaban por encima de las del resto. Tenía aspectos técnicos que traía de cuna (la manera de proteger la pelota, la forma de poner el cuerpo) y algunas otras muy llamativas para la edad, como la fiereza con la que jugaba.<br /><br />La categoría 84 de papi fútbol del club de Floresta se había transformado en un equipo de renombre en el mundillo de inferiores. La manera de jugar del equipo era una de las causas; la Estanciera de Propato, era la otra. Allí, milagrosamente, entraba todo el plantel, el cuerpo técnico y algunos padres. De vuelta de los partidos, el técnico devolvía jugadores casa por casa y dejaba para el final a los pibes que vivían en el Fuerte. Como sabía que la gran mayoría no comía cuando llegaba a destino, paraba en un almacén sobre la avenida Lope de Vega: pan, salchichón, queso y derecho al barrio.<br /><br />La fama de Carlitos empezó a crecer. Varios clubes lo empezaron a buscar. Entre ellos, Parque, el de Maddoni. Tévez no aceptó esa primera propuesta y siguió jugando en el Albo. Llegó a debutar y a hacer dos años de experiencia en cancha grande en Floresta. Su debut once contra once fue contra Almagro, con la categoría 83. El partido, guardado en VHS, muestra a un número 10 sacrificado, que se tira atrás y que se pone el equipo al hombro cuando ataca. Su forma de jugar denota la enjundia futbolera que mantiene en la Premiere League. Convierte dos goles, ambos de afuera del área, y el partido termina 6 a 2 a favor de All Boys.<br /><br /><strong>Rico.</strong>Mauricio Macri ya era presidente de Boca y había adquirido Club Parque y algunos jugadores de Argentinos Juniors formados por Maddoni, entre ellos Juan Román Riquelme y César La Paglia. Maddoni insistió otra vez por Tévez, pero el pibe se negó nuevamente. Las personas que lo aconsejaban le recomendaban que no se dejara hacer la cabeza, que All Boys le había dado todo, hasta zapatillas cuando no tenía qué calzarse. Inclusive, Tévez llegó a ningunear en algún partido con Boca al mismo Maddoni, festejando los goles que hacía para All Boys, imitando a un perro que orinaba el banco xeneize.<br /><br />Pero Maddoni lo siguió tentando hasta que los convenció. A él y a su familia. Como los dirigentes de All Boys se negaban, Boca sugirió cambiarle el apellido (hasta los 12 años se llamó Carlos Martínez) y pasó a tener el apellido de su tío, para él su padre, la persona que lo crió y acompaño toda la vida.<br /><br />Bernardo Griffa definió así a aquel Tévez adolescente: “Me dijeron que tenía que ir a ver a un pibe que jugaba como Maradona. Fui y me di cuenta que era mentira, que ese pibe era más que Maradona”. Maddoni fue más específico: “Lo más llamativo de Carlitos era su técnica y la agresividad que le sumaba a esa técnica. En eso era único”. Sin embargo, la vida para el Apache no había tenido modificaciones. “Apenas pasado a Boca no teníamos qué morfar. Me acuerdo un día que mi viejo fue a comprar huevos e hizo huevo duro para todos. Eso me quedó grabado”, le dijo al programa El<em>Sello</em>de TyC Sports en 2003. Durante los veranos, cuando no entrenaba, le seguía entregando ladrillos al rayo del sol al padre en las obras.<br /><br /><strong>Debut.</strong>Cuando estaba en séptima división, Bianchi lo llevó a entrenar con primera. Luego de dar las últimas indicaciones antes de un partido contra Rosario Central en el Apertura 2001, el Virrey vio que Carlitos, tímido y aún suplente, iba a un mingitorio del vestuario. Se puso a hacer pis al lado y le soltó: “Mirá que el domingo que viene jugás vos”. Tévez se orinó el pantalón de los nervios.<br /><br />Debutó en el Chateau Carreas el 21 de octubre de 2001. Su figura, muy en línea con el American Dream, fue rápidamente codiciada por las marcas deportivas. Además, su juego no paró de crecer. Cuando se pudo mudar del barrio, algunos de sus compañeros que jugaban en Santa Clara y All Boys ya estaban presos y su mejor amigo, el<em>Guacho Cabañas</em>, se había quitado la vida durante un tiroteo con la policía. Sufrió mucho el padecimiento de sus padres por salir del barrio, al punto de declarar en 2004 que no se iría a jugar al exterior, porque tenía miedo de que se deprimieran.<br /><br />Vinieron los campeonatos, el pase al Corinthians y su saltó al fútbol inglés; su estallido, su estampa vinculada siempre con lo popular y el afianzamiento de su carisma. “Es el jugador del pueblo”, lo definió Maradona, cuando ya se había convertido en el único futbolista en la historia en ganar la Copa Libertadores (2003), la Intercontinental (2003), la Champions League (2008) y el Mundial de Clubes (2008).<br /><br />Tévez nunca lo nombró a Propato, el dueño de la Estanciera, como su descubridor. Ese lugar lo reservó para Maddoni. Sin embargo, y a pesar de visitar los programas del prime time de la TV argentina, lucir joyas sofisticadas, vivir en una de las casas más caras de Manchester y ser cotizado por el club esta semana en más de 40 millones de euros, no debe haberse olvidado de que el fuego sagrado y la fiereza de aquel pibito que pateaba piedras descalzo en la canchita enfrente del Nudo 1, es el motor que lo llevó a ser uno de los mejores y más ricos delanteros del mundo.<br /><br />(Fuente: Miradas al Sur)<br /><br />


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