Por Alfredo Páez, exdirector de prensa del gobernador Néstor Perl
A propósito de un nuevo aniversario del golpe civico-militar del 16 de septiembre de 1955, la Carta Abierta de Ernesto Sábato (escritor destacado de las letras argentinas, autor de “Sobre héroes y tumbas”, entre otros) a Mario Amadeo, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno que se formó luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón, comenzaba así: “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas … Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta”.
… “¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta”. Y, por otro lado, “La mayor parte de los partidos y de la ‘intelligentsia’, en vez de intentar una comprensión del problema nacional y de desentrañar lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de inevitable y de justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa…”
“Subestimación que en absoluto correspondía al hecho real, ya que, si en el peronismo había mucho motivo de menosprecio o de burla, había también mucho de histórico y de justiciero”. ¿Qué hacer con las masas?, Beatriz Sarlo,La batalla de las ideas, Planeta-Ariel, 2001.
Sin embargo, la respuesta de Mario Amadeo, que entre otras cosas fue uno de los fundadores de la Acción Católica Argentina y que, en su momento, se había confesado simpatizante del Nazismo, trasciende los hechos de la realidad y destaca el carácter esencialmente ideológico del golpe militar al responder que: “…No olvidemos el hecho de que la revolución de septiembre de 1955 no fue solamente un movimiento en que un partido derrotó a su rival o en que una fracción de las Fuerzas Armadas venció a la contraria, sino que fue una revolución en que una clase social impuso su criterio sobre otra”. Ayer hoy y mañana, Editorial Gure, 1956.
Para reafirmar este concepto, el Contraalmirante Arturo Rial, en un acto de homenaje a aviadores caídos cerca de Bahía Blanca en septiembre de 1955, dijo: “Esta gloriosa revolución se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero.” Aldo Duzdevich, periodista y escritor, Infobae, 1º de agosto de 2021.
*“La memoria nos hará libres” es el título de una exposición que el pintor Pedro Roth realizó en Espacio de Arte AMIA en enero de 2014.
Por Alfredo Páez, exdirector de prensa del gobernador Néstor Perl
A propósito de un nuevo aniversario del golpe civico-militar del 16 de septiembre de 1955, la Carta Abierta de Ernesto Sábato (escritor destacado de las letras argentinas, autor de “Sobre héroes y tumbas”, entre otros) a Mario Amadeo, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno que se formó luego del derrocamiento de Juan Domingo Perón, comenzaba así: “Aquella noche de setiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas … Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta”.
… “¿qué más nítida caracterización del drama de nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes, para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en una cocina de Salta”. Y, por otro lado, “La mayor parte de los partidos y de la ‘intelligentsia’, en vez de intentar una comprensión del problema nacional y de desentrañar lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de inevitable y de justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa…”
“Subestimación que en absoluto correspondía al hecho real, ya que, si en el peronismo había mucho motivo de menosprecio o de burla, había también mucho de histórico y de justiciero”. ¿Qué hacer con las masas?, Beatriz Sarlo,La batalla de las ideas, Planeta-Ariel, 2001.
Sin embargo, la respuesta de Mario Amadeo, que entre otras cosas fue uno de los fundadores de la Acción Católica Argentina y que, en su momento, se había confesado simpatizante del Nazismo, trasciende los hechos de la realidad y destaca el carácter esencialmente ideológico del golpe militar al responder que: “…No olvidemos el hecho de que la revolución de septiembre de 1955 no fue solamente un movimiento en que un partido derrotó a su rival o en que una fracción de las Fuerzas Armadas venció a la contraria, sino que fue una revolución en que una clase social impuso su criterio sobre otra”. Ayer hoy y mañana, Editorial Gure, 1956.
Para reafirmar este concepto, el Contraalmirante Arturo Rial, en un acto de homenaje a aviadores caídos cerca de Bahía Blanca en septiembre de 1955, dijo: “Esta gloriosa revolución se hizo para que, en este bendito país, el hijo del barrendero muera barrendero.” Aldo Duzdevich, periodista y escritor, Infobae, 1º de agosto de 2021.
*“La memoria nos hará libres” es el título de una exposición que el pintor Pedro Roth realizó en Espacio de Arte AMIA en enero de 2014.