Por: Juan Miguel Bigrevich
Edición: Marcelo Maidana
Podcast: Luciano De Maio
Carlos De Marta, fue un jugador de fútbol sordomudo que se hizo famoso al ser expulsado por insultar a un árbitro en un partido entre Huracán y Estudiantes de la Plata, donde debutó. Como otros tantos. Un 8 de noviembre de 1972, un tal Washington Mateo, un referí que engalana la sinrazón del fútbol argentino, lo echó de la cancha luego que cobrara un penal contra su equipo y después se retractara en el medio de un tumulto.
A pesar de todo, la AFA llevó a la estupidez demasiado lejos. Le dio una fecha de suspensión al mediocampista en una de las decisiones más insólitas que existieron en la vieja casona de la calle Viamonte.
Sin embargo, el fútbol, que siempre vive al borde de lo novelesco pues nunca es fácil separar cuál es la realidad y qué hechos, al parecer imaginarios, son también verdaderos, cuenta que -tres años después- en un inolvidable partido del Torneo Nacional de 1975, jugando para Temperley, De Marta dejó otra anécdota imborrable. El equipo del conurbano bonaerense le ganó a Newell´s Old Boys de Rosario por 3 a 1 y accedió al octogonal final que clasificaría, finalmente, campeón a River. Pero, en ese juego y a los 22 minutos, el propio “Sordo” abrió el marcador, corrió descontrolado hacia el costado de la cancha del Celeste, donde había un periodista de un programa de televisión que grababa los partidos de ese entonces, agarró el micrófono, tardó un siglo y, con una enorme dosis de amor, pronunció dos palabras. Quizás, las primeras de su vida. Quizás, las únicas: “...Mamá…¡Gol!”. Dicen los que saben, que ese sonido maravilloso no salió de sus cuerdas vocales. No podía. Dicen. Salió de su alma.
Por: Juan Miguel Bigrevich
Edición: Marcelo Maidana
Podcast: Luciano De Maio
Carlos De Marta, fue un jugador de fútbol sordomudo que se hizo famoso al ser expulsado por insultar a un árbitro en un partido entre Huracán y Estudiantes de la Plata, donde debutó. Como otros tantos. Un 8 de noviembre de 1972, un tal Washington Mateo, un referí que engalana la sinrazón del fútbol argentino, lo echó de la cancha luego que cobrara un penal contra su equipo y después se retractara en el medio de un tumulto.
A pesar de todo, la AFA llevó a la estupidez demasiado lejos. Le dio una fecha de suspensión al mediocampista en una de las decisiones más insólitas que existieron en la vieja casona de la calle Viamonte.
Sin embargo, el fútbol, que siempre vive al borde de lo novelesco pues nunca es fácil separar cuál es la realidad y qué hechos, al parecer imaginarios, son también verdaderos, cuenta que -tres años después- en un inolvidable partido del Torneo Nacional de 1975, jugando para Temperley, De Marta dejó otra anécdota imborrable. El equipo del conurbano bonaerense le ganó a Newell´s Old Boys de Rosario por 3 a 1 y accedió al octogonal final que clasificaría, finalmente, campeón a River. Pero, en ese juego y a los 22 minutos, el propio “Sordo” abrió el marcador, corrió descontrolado hacia el costado de la cancha del Celeste, donde había un periodista de un programa de televisión que grababa los partidos de ese entonces, agarró el micrófono, tardó un siglo y, con una enorme dosis de amor, pronunció dos palabras. Quizás, las primeras de su vida. Quizás, las únicas: “...Mamá…¡Gol!”. Dicen los que saben, que ese sonido maravilloso no salió de sus cuerdas vocales. No podía. Dicen. Salió de su alma.