La escena de un estadio colmado, luces, guitarras y un presidente exaltado sobre el escenario contrastó con la postal de los comercios vacíos y los indicadores de una economía en caída. Para la politóloga Valeria Brusco, el fenómeno Milei “entró en una etapa de desgaste evidente” y ya no logra canalizar el enojo que lo llevó al poder.
“Caminar por las calles de algunas ciudades en Argentina, donde hay un montón de negocios cerrados o gente parada sin vender nada, y al mismo tiempo ver un estadio con una persona exaltada bailando como si estuviéramos celebrando cosas, causa sorpresa. Aparentemente somos varios los que sentimos eso”, expresó en diálogo con Jornada Radio.
Brusco consideró que el acto del mandatario refleja “una desconexión completa con la realidad” y un intento deliberado de distraer la atención de los problemas económicos. “Quizás use esta fórmula que se dio mucho en el menemismo: hacemos un show para tapar toda la situación que se vive. Pero el problema es que acá no hay pan. No hay pan. Y entonces, solo circo”, reflexionó.
La especialista recordó que en sus primeras investigaciones sobre Milei detectó un fenómeno que “llenaba una necesidad social de expresar enojo, frustración y decepción”. Sin embargo, esa energía —dijo— “se transformó en desilusión porque las soluciones no están viniendo”.
“En Argentina se dio una evolución espectacular de un liderazgo que canalizó la bronca, pero ahora es parte del gobierno, parte de los que deben dar soluciones. Y las soluciones no llegan. Además, hay problemas de corrupción en figuras muy cercanas, como los pedidos de coima de su hermana. Entonces, esos votantes que buscaban ir contra todo lo que está mal, ahora no tienen salida”, explicó.
Brusco alertó que el desencanto podría traducirse en una caída de la participación electoral en los próximos comicios. “Temo que las próximas discusiones tengan que ser sobre la participación, sobre qué se hace con el voto obligatorio. Ojalá me equivoque, pero la actitud puede ser la de no asistir”, anticipó.
La politóloga también advirtió sobre el contexto económico “explosivo o preexplosivo” que atraviesa el país. “Estamos contando los minutos para ver qué dice Trump. Es una situación delicada, como un reloj con bomba. Entonces, a lo mejor poner un mal concierto es un buen distractor”, ironizó.
La escena de un estadio colmado, luces, guitarras y un presidente exaltado sobre el escenario contrastó con la postal de los comercios vacíos y los indicadores de una economía en caída. Para la politóloga Valeria Brusco, el fenómeno Milei “entró en una etapa de desgaste evidente” y ya no logra canalizar el enojo que lo llevó al poder.
“Caminar por las calles de algunas ciudades en Argentina, donde hay un montón de negocios cerrados o gente parada sin vender nada, y al mismo tiempo ver un estadio con una persona exaltada bailando como si estuviéramos celebrando cosas, causa sorpresa. Aparentemente somos varios los que sentimos eso”, expresó en diálogo con Jornada Radio.
Brusco consideró que el acto del mandatario refleja “una desconexión completa con la realidad” y un intento deliberado de distraer la atención de los problemas económicos. “Quizás use esta fórmula que se dio mucho en el menemismo: hacemos un show para tapar toda la situación que se vive. Pero el problema es que acá no hay pan. No hay pan. Y entonces, solo circo”, reflexionó.
La especialista recordó que en sus primeras investigaciones sobre Milei detectó un fenómeno que “llenaba una necesidad social de expresar enojo, frustración y decepción”. Sin embargo, esa energía —dijo— “se transformó en desilusión porque las soluciones no están viniendo”.
“En Argentina se dio una evolución espectacular de un liderazgo que canalizó la bronca, pero ahora es parte del gobierno, parte de los que deben dar soluciones. Y las soluciones no llegan. Además, hay problemas de corrupción en figuras muy cercanas, como los pedidos de coima de su hermana. Entonces, esos votantes que buscaban ir contra todo lo que está mal, ahora no tienen salida”, explicó.
Brusco alertó que el desencanto podría traducirse en una caída de la participación electoral en los próximos comicios. “Temo que las próximas discusiones tengan que ser sobre la participación, sobre qué se hace con el voto obligatorio. Ojalá me equivoque, pero la actitud puede ser la de no asistir”, anticipó.
La politóloga también advirtió sobre el contexto económico “explosivo o preexplosivo” que atraviesa el país. “Estamos contando los minutos para ver qué dice Trump. Es una situación delicada, como un reloj con bomba. Entonces, a lo mejor poner un mal concierto es un buen distractor”, ironizó.