Los duros testimonios de sus exempleadas contra un asesor de Familia

Hugo Sánchez es el jefe de la Asesoría de Familia de la Defensoría Pública de Esquel. Un demoledor sumario del Consejo de la Magistratura lo obligará a enfrentarse a un jury. Le imputan haber creado un “ambiente tóxico” hecho de maltratos, misoginia, insultos y cultura del miedo.

Hugo Sánchez, el asesor esquelense que será enjuiciado.
24 OCT 2025 - 17:12 | Actualizado 24 OCT 2025 - 17:33

Por Rolando Tobarez / Redacción Jornada

“Hubo una sistemática y arraigada cultura del miedo y la represalia instalada como método de gestión”. Así lo concluyó el sumario que investigó la conducta de Hugo Sánchez, jefe de la Asesoría de Familia de la Defensoría Pública de Esquel, que enfrentará un jury luego de que el Consejo de la Magistratura considerara probado su mal desempeño.

La investigación de la consejera Lucía Pettinari reveló durísimos testimonios de exempleadas del área contra Sánchez, dando cuenta de un “ambiente tóxico” generado por su constante maltrato laboral. Al menos 9 mujeres debieron abandonar la oficina llevando consigo graves secuelas físicas y psicológicas que las obligaron a tratarse.

Pamela

La víctima central fue Pamela. Padeció años de hostigamiento y misoginia, y su paciencia explotó en una reunión de noviembre de 2024.

Como miembro del Sindicato de Trabajadores Judiciales del Chubut, integraba el jurado de un concurso. Mientras discutía con Sánchez cómo sería el examen, comenzó a agredirla a gritos: “¿Qué ponés esa carita, ya te empacaste?”, “¿No se te puede decir nada a vos?”, “El mayor problema entre vos y yo es la diferencia generacional”, “Sos una desagradecida, deberías aprender a callarte más la boca”, “Estás acá gracias a mí”, “Después vamos a hablar vos y yo en privado”.

El sumario describe a Sánchez en ese momento “en estado de ira y furia, con cara sonrojada y mirada de odio”.

Pamela –que estaba embarazada- lloró desconsolada y se refugió en el baño. Una compañera la siguió para contenerla.

Sus compañeros no se sorprendieron: la actitud de Sánchez era habitual. También lo era sobrecargar de trabajo a las empleadas con tareas administrativas que no les correspondían. La violencia, el menosprecio y la provocación era siempre contra ellas. Los empleados, en cambio, tenían un trato preferencial.

Pamela había tenido otros episodios que en su momento minimizó y naturalizó. Recién hoy entiende que eran parte del esquema humillante de Sánchez en un ambiente hostil y desorganizado.
Se inició una secuencia de destrato y comentarios despectivos. Ella sintió el impacto: angustia, insomnio, nerviosismo, tensión, estrés, depresión y fatiga física y mental.

El psiquiatra que la trató la notó muy sensible y angustiada. Rompía en llanto con cualquier pregunta.

Y en el sumario, el psicólogo que la atendió certificó “una conmoción muy importante en su salud emocional”.

El profesional concluyó que en la oficina había un creciente acoso laboral y psicológico que incluía intimidación, gritos y desprestigio personal. La misoginia bloqueó el crecimiento profesional de varias.

Pamela presentó síntomas de estrés postraumático. “Sus indicadores triplican los valores esperables en la población trabajadora”, dijo el psicólogo.

Carla

Carla es la empleada que contuvo a Pamela tras la reunión de noviembre. Solía escuchar a Sánchez hablar de otras colegas de modo peyorativo y sexista, “el lenguaje típico de que una mujer no llega por esfuerzo propio”. A una exjueza de Familia la trataba de “histérica”.

Según Carla, el asesor decía que “si una mujer se enferma, está inventando y es débil”.

En 7 años, la testigo vio irse a cuatro compañeras de oficina, desgastadas. Ella misma padeció una crisis de angustia por estrés.

“El asesor tenía la costumbre de pararse frente al escritorio de alguna funcionaria y desde esa posición imponer una idea, generando intimidación por su condición de superior jerárquico”, relató Carla. Estas condiciones de trabajo la paralizaban y no paraba de llorar, desbordada.

Según su compañera, Pamela fue “muy valiente” en denunciar a Sánchez. “Ella no tuvo el valor, tal vez por los antecedentes de la Asesoría, donde quien denunciaba luego era tratada como paria y su carrera judicial se congelaba”.

Ana

Ana colaboró con el asesor hasta 2019, cuando presentó licencia psiquiátrica. “No fui la primera, hubo un montón atrás; siempre le justifiqué su carácter. Grita, insulta mucho y trata mal, es completamente irascible con las mujeres”, testimonió en el sumario.

Cuando escribía un acta Sánchez le decía “qué puta que sos”. Solía disfrazar de bromas estasalusiones de tono sexual. Hasta que Ana le pidió no hacerlo más o lo denunciaría. “A partir que dije eso se cortó todo; llegué a mi computadora y me habían cambiado las claves de todo, no tenía acceso”.

Para esta empleada “la sororidad nunca existió. No hubo contención ni protección, estuve medicada 7 meses. Sentí que me acusaban a mí”.

Entre portazos violentos, Sánchez llegó a tratarla “pelotuda” y “boluda” para menospreciar sus propuestas de trabajo. Como Ana es baja, la bautizó “enana de circo”.

“Hoy se angustia al recordar –dice el informe-; se cuestiona, cuestiona el sistema, se la percibe muy traumatizada. Cuenta que varias compañeras al exponer estos hechos fueron apartadas de su lugar de trabajo”. El método de Sánchez era cambiar para mal cuando una mujer le ponía límites.

Viviana

Viviana ingresó en 2010. Ante la sumariante relató que el asesor solía enojarse con una jueza de Familia: “La gorda de mierda provee con la concha”, decía.

La mujer sumó problemas físicos y licencias psiquiátricas. Contracturas, pérdida de audición de un oído, dolores de cabeza, problemas de concentración e insomnio. “Es un ambiente tóxico, nocivo, insalubre”, describió.

Sigue en tratamiento. Prefirió no denunciar al ver cómo terminaron quienes sí lo hicieron. “No quiero pasar por la picadora de carne”, lamentó.

Raquel

Otra entrevistada para el sumario fue Raquel. Aunque en su momento la llegada del flamante asesor generó expectativas en la oficina, “nos agarró vulnerables a su violencia en todos los niveles, no estábamos bien plantados. Era ordinario y vulgar y me trataba de vieja pacata”.

Sánchez empezó a quitarle trabajo y confianza; hablaba mal de ella con el resto del equipo. La mujer llegó a dudar de su propia capacidad y pensó en renunciar. Debió iniciar terapia. Lo denunció y terminó en otro sector.

Gimena

Gimena también trabajó con el asesor, que se molestó cuando supo que ella se visitaba con una jueza que él despreciaba. “Vos que sos amiga de esa conchuda, seguro que tomas el té con ella y me critican”. Harta, un día Gimena le dijo que sí. Su jefe la tomó de los pelos y ella quedó paralizada.

Fue el inicio de una persecución para aislarla. En el sumario contó que Sánchez iba a su casa o llamaba a su teléfono a cualquier hora.

Gimena se convirtió en una paria en la oficina cuando aceptó ser testigo de la denuncia de otra compañera. El asesor le sacó toda labor. Insegura de sí misma, buscó otro lugar de trabajo.

“Tiene severos problemas con las mujeres, nunca con un hombre. Su porte físico, su tono de voz y sus modos de relacionarse generan intimidación”, dijo la profesional.

En otros sumarios Sánchez buscó torcer las declaraciones en su contra a cambio de favores personales, no cumplir horario, otorgar licencias y dejar salir de la oficina en horario laboral.

Patrón de conducta

La conclusión del sumario subrayó la “incapacidad” de Sánchez de liderar y su personalidad de maltrato, actos de discriminación, misoginia, machismo, apodos ofensivos, insultos soeces y humillación como herramientas de gestión.

La máxima autoridad de la Asesoría siguió durante años el patrón de conducta del maltrato psicológico, el desprecio por el bienestar de sus subordinados, la comunicación abusiva y la violencia de género.

“Fue un modo de operación sistemático y vejatorio con gravísimas consecuencias (…) El silencio no era opción sino consecuencia directa de la intimidación. La atmósfera tóxica silenció a las víctimas y generó un profundo daño al servicio de justicia, desincentivando la denuncia y garantizando impunidad a Sánchez”, remató el informe firmado por Pettinari.

* Los nombres de las trabajadoras fueron alterados para proteger su intimidad.

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Hugo Sánchez, el asesor esquelense que será enjuiciado.
24 OCT 2025 - 17:12

Por Rolando Tobarez / Redacción Jornada

“Hubo una sistemática y arraigada cultura del miedo y la represalia instalada como método de gestión”. Así lo concluyó el sumario que investigó la conducta de Hugo Sánchez, jefe de la Asesoría de Familia de la Defensoría Pública de Esquel, que enfrentará un jury luego de que el Consejo de la Magistratura considerara probado su mal desempeño.

La investigación de la consejera Lucía Pettinari reveló durísimos testimonios de exempleadas del área contra Sánchez, dando cuenta de un “ambiente tóxico” generado por su constante maltrato laboral. Al menos 9 mujeres debieron abandonar la oficina llevando consigo graves secuelas físicas y psicológicas que las obligaron a tratarse.

Pamela

La víctima central fue Pamela. Padeció años de hostigamiento y misoginia, y su paciencia explotó en una reunión de noviembre de 2024.

Como miembro del Sindicato de Trabajadores Judiciales del Chubut, integraba el jurado de un concurso. Mientras discutía con Sánchez cómo sería el examen, comenzó a agredirla a gritos: “¿Qué ponés esa carita, ya te empacaste?”, “¿No se te puede decir nada a vos?”, “El mayor problema entre vos y yo es la diferencia generacional”, “Sos una desagradecida, deberías aprender a callarte más la boca”, “Estás acá gracias a mí”, “Después vamos a hablar vos y yo en privado”.

El sumario describe a Sánchez en ese momento “en estado de ira y furia, con cara sonrojada y mirada de odio”.

Pamela –que estaba embarazada- lloró desconsolada y se refugió en el baño. Una compañera la siguió para contenerla.

Sus compañeros no se sorprendieron: la actitud de Sánchez era habitual. También lo era sobrecargar de trabajo a las empleadas con tareas administrativas que no les correspondían. La violencia, el menosprecio y la provocación era siempre contra ellas. Los empleados, en cambio, tenían un trato preferencial.

Pamela había tenido otros episodios que en su momento minimizó y naturalizó. Recién hoy entiende que eran parte del esquema humillante de Sánchez en un ambiente hostil y desorganizado.
Se inició una secuencia de destrato y comentarios despectivos. Ella sintió el impacto: angustia, insomnio, nerviosismo, tensión, estrés, depresión y fatiga física y mental.

El psiquiatra que la trató la notó muy sensible y angustiada. Rompía en llanto con cualquier pregunta.

Y en el sumario, el psicólogo que la atendió certificó “una conmoción muy importante en su salud emocional”.

El profesional concluyó que en la oficina había un creciente acoso laboral y psicológico que incluía intimidación, gritos y desprestigio personal. La misoginia bloqueó el crecimiento profesional de varias.

Pamela presentó síntomas de estrés postraumático. “Sus indicadores triplican los valores esperables en la población trabajadora”, dijo el psicólogo.

Carla

Carla es la empleada que contuvo a Pamela tras la reunión de noviembre. Solía escuchar a Sánchez hablar de otras colegas de modo peyorativo y sexista, “el lenguaje típico de que una mujer no llega por esfuerzo propio”. A una exjueza de Familia la trataba de “histérica”.

Según Carla, el asesor decía que “si una mujer se enferma, está inventando y es débil”.

En 7 años, la testigo vio irse a cuatro compañeras de oficina, desgastadas. Ella misma padeció una crisis de angustia por estrés.

“El asesor tenía la costumbre de pararse frente al escritorio de alguna funcionaria y desde esa posición imponer una idea, generando intimidación por su condición de superior jerárquico”, relató Carla. Estas condiciones de trabajo la paralizaban y no paraba de llorar, desbordada.

Según su compañera, Pamela fue “muy valiente” en denunciar a Sánchez. “Ella no tuvo el valor, tal vez por los antecedentes de la Asesoría, donde quien denunciaba luego era tratada como paria y su carrera judicial se congelaba”.

Ana

Ana colaboró con el asesor hasta 2019, cuando presentó licencia psiquiátrica. “No fui la primera, hubo un montón atrás; siempre le justifiqué su carácter. Grita, insulta mucho y trata mal, es completamente irascible con las mujeres”, testimonió en el sumario.

Cuando escribía un acta Sánchez le decía “qué puta que sos”. Solía disfrazar de bromas estasalusiones de tono sexual. Hasta que Ana le pidió no hacerlo más o lo denunciaría. “A partir que dije eso se cortó todo; llegué a mi computadora y me habían cambiado las claves de todo, no tenía acceso”.

Para esta empleada “la sororidad nunca existió. No hubo contención ni protección, estuve medicada 7 meses. Sentí que me acusaban a mí”.

Entre portazos violentos, Sánchez llegó a tratarla “pelotuda” y “boluda” para menospreciar sus propuestas de trabajo. Como Ana es baja, la bautizó “enana de circo”.

“Hoy se angustia al recordar –dice el informe-; se cuestiona, cuestiona el sistema, se la percibe muy traumatizada. Cuenta que varias compañeras al exponer estos hechos fueron apartadas de su lugar de trabajo”. El método de Sánchez era cambiar para mal cuando una mujer le ponía límites.

Viviana

Viviana ingresó en 2010. Ante la sumariante relató que el asesor solía enojarse con una jueza de Familia: “La gorda de mierda provee con la concha”, decía.

La mujer sumó problemas físicos y licencias psiquiátricas. Contracturas, pérdida de audición de un oído, dolores de cabeza, problemas de concentración e insomnio. “Es un ambiente tóxico, nocivo, insalubre”, describió.

Sigue en tratamiento. Prefirió no denunciar al ver cómo terminaron quienes sí lo hicieron. “No quiero pasar por la picadora de carne”, lamentó.

Raquel

Otra entrevistada para el sumario fue Raquel. Aunque en su momento la llegada del flamante asesor generó expectativas en la oficina, “nos agarró vulnerables a su violencia en todos los niveles, no estábamos bien plantados. Era ordinario y vulgar y me trataba de vieja pacata”.

Sánchez empezó a quitarle trabajo y confianza; hablaba mal de ella con el resto del equipo. La mujer llegó a dudar de su propia capacidad y pensó en renunciar. Debió iniciar terapia. Lo denunció y terminó en otro sector.

Gimena

Gimena también trabajó con el asesor, que se molestó cuando supo que ella se visitaba con una jueza que él despreciaba. “Vos que sos amiga de esa conchuda, seguro que tomas el té con ella y me critican”. Harta, un día Gimena le dijo que sí. Su jefe la tomó de los pelos y ella quedó paralizada.

Fue el inicio de una persecución para aislarla. En el sumario contó que Sánchez iba a su casa o llamaba a su teléfono a cualquier hora.

Gimena se convirtió en una paria en la oficina cuando aceptó ser testigo de la denuncia de otra compañera. El asesor le sacó toda labor. Insegura de sí misma, buscó otro lugar de trabajo.

“Tiene severos problemas con las mujeres, nunca con un hombre. Su porte físico, su tono de voz y sus modos de relacionarse generan intimidación”, dijo la profesional.

En otros sumarios Sánchez buscó torcer las declaraciones en su contra a cambio de favores personales, no cumplir horario, otorgar licencias y dejar salir de la oficina en horario laboral.

Patrón de conducta

La conclusión del sumario subrayó la “incapacidad” de Sánchez de liderar y su personalidad de maltrato, actos de discriminación, misoginia, machismo, apodos ofensivos, insultos soeces y humillación como herramientas de gestión.

La máxima autoridad de la Asesoría siguió durante años el patrón de conducta del maltrato psicológico, el desprecio por el bienestar de sus subordinados, la comunicación abusiva y la violencia de género.

“Fue un modo de operación sistemático y vejatorio con gravísimas consecuencias (…) El silencio no era opción sino consecuencia directa de la intimidación. La atmósfera tóxica silenció a las víctimas y generó un profundo daño al servicio de justicia, desincentivando la denuncia y garantizando impunidad a Sánchez”, remató el informe firmado por Pettinari.

* Los nombres de las trabajadoras fueron alterados para proteger su intimidad.