Por Esteban Gallo
La imagen recorrió el país generando unánimes comentarios de reprobación. El hecho se produjo en Comodoro Rivadavia y tuvo como principal protagonista al Dr. Fabricio Sachi, un auxiliar de la Fiscalía Federal de Caleta Olivia, que reside en la ciudad petrolera.
El funcionario judicial arremetió con gritos y amenazas contra un empleado de la Agencia de Seguridad Vial que intentó realizarle un test de alcoholemia, en la esquina de Alvear y Necochea.
-me baja el tono, que me baje el tono- fue lo primero que expresó el irascible abogado, como respuesta a la solicitud del agente, que solo intentaba cumplir con su tarea.
Como si no alcanzara con la catarata de agravios emitida, luego de que el empleado vial le notificara verbalmente que iba a tener que aplicarle una multa, Sachi respondió: -"No me vas a hacer una verga”.
Típico de los funcionarios enfermos de soberbia, el magistrado sacó una identificación para chapear con su cargo y amenazó al servidor público con que iba a dejarlo sin trabajo y que lo denunciaría por incumplimiento de los deberes de funcionario público, hostigamiento y abuso de autoridad.
¿Quién abusa de la autoridad? ¿El agente vial que cumple con su deber aplicando un criterio de igualdad real, sin excepciones ni favoritismos o el señor fiscal que pierde la compostura y trata con desprecio a un trabajador del Estado, esgrimiendo una actitud arrogante, impropia del cargo que ocupa?
No es la primera vez que un funcionario judicial de alto rango actúa prepotentemente como si el puesto que ejerce lo colocara por encima de los demás.
¿De qué manera el ejercicio prolongado del poder afecta la moral y el espíritu de algunos individuos, al punto tal de transformarlos en seres tan despreciables?
Fabricio Sachi es un soberbio, pero además es un violento. El video lo deja en evidencia.
-¿Te parece que sos pícaro?- Le dice al agente de Seguridad Vial y agrega: --Mira que se me va lo de funcionario a la mierda y te siento de culo-
Y como si no alcanzara con el festival de insultos y malos modales, el fiscal la completa con un comentario discriminador y clasista.
-No me podés meter en cana porque soy funcionario, pero a vos no te voy a dar clases porque no te da la cabecita- manifiesta con aires de superioridad.
¿A quién no le da la cabeza? ¿Al agente que cumple responsablemente con su deber o al abogado que se violenta, amenaza y se coloca por encima de las normas?.
¿Le da la cabeza al pendenciero que en medio de la discusión dice “la multa me chupa los dos huevos, sacate el uniforme que te espero en la esquina”?
A dos días del patético acontecimiento, todavía no sabemos si desde los organismos competentes de la provincia se pidieron explicaciones a la Justicia Federal por el agravio que sufrió el agente de seguridad vial que fue agredido y amenazado. Al empleado hay que protegerlo.
Tampoco sabemos si el fiscal involucrado en este escándalo sigue trabajando normalmente, si le iniciaron un sumario o le aplicaron una sanción.
La Justicia Federal no ha brindado ninguna comunicación oficial sobre el tema y el silencio es una muy mala señal.
La justicia no se imparte desde la soberbia, el desprecio o la violencia. El mensaje de que el Poder Judicial es un espacio de abuso, que mira a los demás por encima del hombro es indignante.
Y si los que tienen que corregir las conductas de sus funcionarios miran para el otro lado, el que pierde no es Fabricio Sachi, el que pierde es todo el sistema, en la medida en que la confianza pública se cae a pedazos.

Por Esteban Gallo
La imagen recorrió el país generando unánimes comentarios de reprobación. El hecho se produjo en Comodoro Rivadavia y tuvo como principal protagonista al Dr. Fabricio Sachi, un auxiliar de la Fiscalía Federal de Caleta Olivia, que reside en la ciudad petrolera.
El funcionario judicial arremetió con gritos y amenazas contra un empleado de la Agencia de Seguridad Vial que intentó realizarle un test de alcoholemia, en la esquina de Alvear y Necochea.
-me baja el tono, que me baje el tono- fue lo primero que expresó el irascible abogado, como respuesta a la solicitud del agente, que solo intentaba cumplir con su tarea.
Como si no alcanzara con la catarata de agravios emitida, luego de que el empleado vial le notificara verbalmente que iba a tener que aplicarle una multa, Sachi respondió: -"No me vas a hacer una verga”.
Típico de los funcionarios enfermos de soberbia, el magistrado sacó una identificación para chapear con su cargo y amenazó al servidor público con que iba a dejarlo sin trabajo y que lo denunciaría por incumplimiento de los deberes de funcionario público, hostigamiento y abuso de autoridad.
¿Quién abusa de la autoridad? ¿El agente vial que cumple con su deber aplicando un criterio de igualdad real, sin excepciones ni favoritismos o el señor fiscal que pierde la compostura y trata con desprecio a un trabajador del Estado, esgrimiendo una actitud arrogante, impropia del cargo que ocupa?
No es la primera vez que un funcionario judicial de alto rango actúa prepotentemente como si el puesto que ejerce lo colocara por encima de los demás.
¿De qué manera el ejercicio prolongado del poder afecta la moral y el espíritu de algunos individuos, al punto tal de transformarlos en seres tan despreciables?
Fabricio Sachi es un soberbio, pero además es un violento. El video lo deja en evidencia.
-¿Te parece que sos pícaro?- Le dice al agente de Seguridad Vial y agrega: --Mira que se me va lo de funcionario a la mierda y te siento de culo-
Y como si no alcanzara con el festival de insultos y malos modales, el fiscal la completa con un comentario discriminador y clasista.
-No me podés meter en cana porque soy funcionario, pero a vos no te voy a dar clases porque no te da la cabecita- manifiesta con aires de superioridad.
¿A quién no le da la cabeza? ¿Al agente que cumple responsablemente con su deber o al abogado que se violenta, amenaza y se coloca por encima de las normas?.
¿Le da la cabeza al pendenciero que en medio de la discusión dice “la multa me chupa los dos huevos, sacate el uniforme que te espero en la esquina”?
A dos días del patético acontecimiento, todavía no sabemos si desde los organismos competentes de la provincia se pidieron explicaciones a la Justicia Federal por el agravio que sufrió el agente de seguridad vial que fue agredido y amenazado. Al empleado hay que protegerlo.
Tampoco sabemos si el fiscal involucrado en este escándalo sigue trabajando normalmente, si le iniciaron un sumario o le aplicaron una sanción.
La Justicia Federal no ha brindado ninguna comunicación oficial sobre el tema y el silencio es una muy mala señal.
La justicia no se imparte desde la soberbia, el desprecio o la violencia. El mensaje de que el Poder Judicial es un espacio de abuso, que mira a los demás por encima del hombro es indignante.
Y si los que tienen que corregir las conductas de sus funcionarios miran para el otro lado, el que pierde no es Fabricio Sachi, el que pierde es todo el sistema, en la medida en que la confianza pública se cae a pedazos.