Es hoy o después será demasiado tarde para lágrimas. La posibilidad de intentar torcer un rumbo que perjudica a la gran mayoría de los argentinos está a la vuelta de una urna.
Pero las intenciones no deberían agotarse en largos discursos. Ya muchos se cansaron de los análisis sesudos de los que siguen estando arriba y dicen compadecer a los que siempre están abajo.
La masturbación intelectual de muchos integrantes de la clase política no es suficiente: no da de comer, no cura enfermos, no financia la educación ni reactiva la industria y el empleo. Las palabras por sí solas no alcanzan para sostener a los que están viajando colgados del carro y, mucho menos, a los que ya se cayeron, rodaron peligrosamente cerca de las ruedas y necesitan una ayuda concreta.
Es ahora. Hoy. Entre las 8 y las 18.
Economía con palos
Las elecciones legislativas este domingo plantean un verdadero plebiscito sobre el Gobierno de Javier Milei y el rol que jugará el PRO como socio político, aliado o subordinado, según el cristal con el que se mire.
En ese escenario emergen múltiples motivos de preocupación que merecen ser señalados. Por ejemplo, que Milei llegó con la promesa de un “cambio” que Mauricio Macri prometió e incumplió porque demostró -y lo sigue demostrando- tener mucha capacidad para hacer daño a sus adversarios pero muy poca pericia y voluntad para gobernar.
Otro punto que podría incidir en los resultados de este domingo es el bolsillo: la economía sigue en tensión, la inflación sigue siendo un problema estructural a pesar del dibujo mensual del INDEC y los indicadores sociales muestran un desgaste preocupante. Por si quedan dudas, Milei miente descaradamente cuando dice que sacó a 12 millones de personas de la pobreza.

Otro aspecto que no debería soslayarse, más allá de los fanatismos de algunos sectores sociales que aún siendo parte de los perjudicados prefieren seguir apoyando al que causa sus pesares, es la violencia verbal y física que se derrama desde las más altas esferas del Gobierno. No sólo debilita la división de poderes sino que advierte sobre un estilo de gobernar que descuida los contrapesos democráticos.
Es verdad que nunca alcanzó sólo con defender “la República”, pero darle el bastón de mando, el látigo y la guardia pretoriana a un grupo de mentecatos debería significar un peligro más que evidente.
Cheque en blanco
En definitiva, la elección legislativa, en gran parte, será un referéndum incuestionable sobre si los ciudadanos creen que este Gobierno tiene rumbo y legitimidad, o si consideran que todos los riesgos superan las promesas. Establecer de qué lado de la mecha está cada uno será esencial para saber si lo que viene tiene remedio o la metástasis política es irreversible.
Si los votantes aprueban el rumbo de Milei, le darán un cheque en blanco para destrozar aceleradamente todo lo que todavía no destruyó. Si lo rechazan es porque a una mayoría le pareció que al menos hay que ponerle un freno.
El gran riesgo que muchos ven en el horizonte cercano es que se termine de impulsar un proceso que saque al país de los viejos equilibrios sin garantizar uno nuevo, que siga habiendo ajustes sin redes de contención o un líder sin contrapesos: ¿quieren profundizar el “cambio” con brutalidad o exigir un rumbo distinto con mayor institucionalidad y menos promesas grandilocuentes?
Son algunas de las preguntas que los argentinos tienen que responder este domingo. Y no vale hacerse el distraído.
En defensa propia
La semana pasada, uno de los gremios más fuertes de la Patagonia hizo una declaración de principios de cara a las elecciones legislativas. “Nos piden paciencia mientras multiplican la miseria. Pero no hay progreso en el hambre, ni prosperidad en el sufrimiento. Mientras ellos especulan, fugan y se blindan, nuestros jubilados retroceden, nuestras familias se endeudan y los trabajadores pagan los platos rotos de una fiesta ajena”, escribió el líder del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, Héctor González.
“El 26 de octubre no votamos solo candidatos: votamos en defensa propia. Votamos por el salario, por la salud, por la educación, por la soberanía, por la dignidad de nuestro pueblo. Porque un país que se entrega, ya no tiene destino”, agregó el líder de Luz y Fuerza.
Más allá de que algunos pícaros hicieron suyo el discurso y lo tomaron como un apoyo a sus candidaturas, lo que Luz y Fuerza dejó en claro es que lo que está en juego es mucho más importante que dos bancas, como en el caso de Chubut.
“La motosierra de Milei no recorta privilegios: corta derechos”, sentenció el gremio, que también advirtió que el Presidente ya prepara junto a su “círculo rojo” una reforma laboral a medida del poder económico que será debatida después del 10 de diciembre “pero que ya está escrita y lista para ejecutarse. Un plan de demolición de derechos conquistados durante décadas: eliminación de paritarias, fin de indemnizaciones, prohibición de juicios laborales, y la absurda idea de cobrar sueldos en cualquier moneda, como si la dolarización fuera libertad y no entrega”.
“La hora de los Pueblos”
En 1968, en pleno exilio, el inextinguible Juan Domingo Perón tituló de esta manera un texto profundo destinado a propios y extraños, en el cual describió la situación que atravesaba la Argentina. Parece escrito la semana pasada: “Los pretextos para la entrega han sido muchos y muy variados: algunas veces se la cubre con el desarrollo, otras con la ayuda para el progreso, también con la privatización de las empresas estatales, a veces con el aporte de capitales o las inversiones extranjeras. Pero, aunque los pretextos pueden ser muchos, nadie se engaña sobre la verdadera causa y si la abyección no está en el imperialismo que, al fin y al cabo, cumple sus objetivos y recae infamantemente en los que, teniendo la responsabilidad de los destinos nacionales, son capaces de traicionarlos”.

Y sigue: “Cuando estas cosas suceden es que media invariablemente el deseo de lucro de los personeros de la entrega, comúnmente encubiertos y disimulados tras un título de ‘economistas’. Ellos son los que reciben los beneficios porcentuales, en tanto los países son comprados con promesas tan abultadas como el pretendido valor del dólar que las paga comparado con el de las caquécticas monedas vernáculas. Cuando esto se produce, nada escapa ya a la trituradora de la explotación, porque los intereses creados comienzan también a hacer lo suyo a través de los intereses personales, las presiones foráneas, las conveniencias políticas o las necesidades sociales, de las que pocos se ocupan con sinceridad”.
Fue escrito hace 57 años pero tiene una actualidad descomunal.

Es hoy o después será demasiado tarde para lágrimas. La posibilidad de intentar torcer un rumbo que perjudica a la gran mayoría de los argentinos está a la vuelta de una urna.
Pero las intenciones no deberían agotarse en largos discursos. Ya muchos se cansaron de los análisis sesudos de los que siguen estando arriba y dicen compadecer a los que siempre están abajo.
La masturbación intelectual de muchos integrantes de la clase política no es suficiente: no da de comer, no cura enfermos, no financia la educación ni reactiva la industria y el empleo. Las palabras por sí solas no alcanzan para sostener a los que están viajando colgados del carro y, mucho menos, a los que ya se cayeron, rodaron peligrosamente cerca de las ruedas y necesitan una ayuda concreta.
Es ahora. Hoy. Entre las 8 y las 18.
Economía con palos
Las elecciones legislativas este domingo plantean un verdadero plebiscito sobre el Gobierno de Javier Milei y el rol que jugará el PRO como socio político, aliado o subordinado, según el cristal con el que se mire.
En ese escenario emergen múltiples motivos de preocupación que merecen ser señalados. Por ejemplo, que Milei llegó con la promesa de un “cambio” que Mauricio Macri prometió e incumplió porque demostró -y lo sigue demostrando- tener mucha capacidad para hacer daño a sus adversarios pero muy poca pericia y voluntad para gobernar.
Otro punto que podría incidir en los resultados de este domingo es el bolsillo: la economía sigue en tensión, la inflación sigue siendo un problema estructural a pesar del dibujo mensual del INDEC y los indicadores sociales muestran un desgaste preocupante. Por si quedan dudas, Milei miente descaradamente cuando dice que sacó a 12 millones de personas de la pobreza.

Otro aspecto que no debería soslayarse, más allá de los fanatismos de algunos sectores sociales que aún siendo parte de los perjudicados prefieren seguir apoyando al que causa sus pesares, es la violencia verbal y física que se derrama desde las más altas esferas del Gobierno. No sólo debilita la división de poderes sino que advierte sobre un estilo de gobernar que descuida los contrapesos democráticos.
Es verdad que nunca alcanzó sólo con defender “la República”, pero darle el bastón de mando, el látigo y la guardia pretoriana a un grupo de mentecatos debería significar un peligro más que evidente.
Cheque en blanco
En definitiva, la elección legislativa, en gran parte, será un referéndum incuestionable sobre si los ciudadanos creen que este Gobierno tiene rumbo y legitimidad, o si consideran que todos los riesgos superan las promesas. Establecer de qué lado de la mecha está cada uno será esencial para saber si lo que viene tiene remedio o la metástasis política es irreversible.
Si los votantes aprueban el rumbo de Milei, le darán un cheque en blanco para destrozar aceleradamente todo lo que todavía no destruyó. Si lo rechazan es porque a una mayoría le pareció que al menos hay que ponerle un freno.
El gran riesgo que muchos ven en el horizonte cercano es que se termine de impulsar un proceso que saque al país de los viejos equilibrios sin garantizar uno nuevo, que siga habiendo ajustes sin redes de contención o un líder sin contrapesos: ¿quieren profundizar el “cambio” con brutalidad o exigir un rumbo distinto con mayor institucionalidad y menos promesas grandilocuentes?
Son algunas de las preguntas que los argentinos tienen que responder este domingo. Y no vale hacerse el distraído.
En defensa propia
La semana pasada, uno de los gremios más fuertes de la Patagonia hizo una declaración de principios de cara a las elecciones legislativas. “Nos piden paciencia mientras multiplican la miseria. Pero no hay progreso en el hambre, ni prosperidad en el sufrimiento. Mientras ellos especulan, fugan y se blindan, nuestros jubilados retroceden, nuestras familias se endeudan y los trabajadores pagan los platos rotos de una fiesta ajena”, escribió el líder del Sindicato Regional de Luz y Fuerza de la Patagonia, Héctor González.
“El 26 de octubre no votamos solo candidatos: votamos en defensa propia. Votamos por el salario, por la salud, por la educación, por la soberanía, por la dignidad de nuestro pueblo. Porque un país que se entrega, ya no tiene destino”, agregó el líder de Luz y Fuerza.
Más allá de que algunos pícaros hicieron suyo el discurso y lo tomaron como un apoyo a sus candidaturas, lo que Luz y Fuerza dejó en claro es que lo que está en juego es mucho más importante que dos bancas, como en el caso de Chubut.
“La motosierra de Milei no recorta privilegios: corta derechos”, sentenció el gremio, que también advirtió que el Presidente ya prepara junto a su “círculo rojo” una reforma laboral a medida del poder económico que será debatida después del 10 de diciembre “pero que ya está escrita y lista para ejecutarse. Un plan de demolición de derechos conquistados durante décadas: eliminación de paritarias, fin de indemnizaciones, prohibición de juicios laborales, y la absurda idea de cobrar sueldos en cualquier moneda, como si la dolarización fuera libertad y no entrega”.
“La hora de los Pueblos”
En 1968, en pleno exilio, el inextinguible Juan Domingo Perón tituló de esta manera un texto profundo destinado a propios y extraños, en el cual describió la situación que atravesaba la Argentina. Parece escrito la semana pasada: “Los pretextos para la entrega han sido muchos y muy variados: algunas veces se la cubre con el desarrollo, otras con la ayuda para el progreso, también con la privatización de las empresas estatales, a veces con el aporte de capitales o las inversiones extranjeras. Pero, aunque los pretextos pueden ser muchos, nadie se engaña sobre la verdadera causa y si la abyección no está en el imperialismo que, al fin y al cabo, cumple sus objetivos y recae infamantemente en los que, teniendo la responsabilidad de los destinos nacionales, son capaces de traicionarlos”.

Y sigue: “Cuando estas cosas suceden es que media invariablemente el deseo de lucro de los personeros de la entrega, comúnmente encubiertos y disimulados tras un título de ‘economistas’. Ellos son los que reciben los beneficios porcentuales, en tanto los países son comprados con promesas tan abultadas como el pretendido valor del dólar que las paga comparado con el de las caquécticas monedas vernáculas. Cuando esto se produce, nada escapa ya a la trituradora de la explotación, porque los intereses creados comienzan también a hacer lo suyo a través de los intereses personales, las presiones foráneas, las conveniencias políticas o las necesidades sociales, de las que pocos se ocupan con sinceridad”.
Fue escrito hace 57 años pero tiene una actualidad descomunal.