Editorial / Un giro a la derecha en medio del río

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Sergio Massa y su nuevo rol como ministro con amplios poderes. EXpectativas en el PJ y en la oposición.
06 AGO 2022 - 19:57 | Actualizado 06 AGO 2022 - 22:19

La llegada de Sergio Massa al Gabinete nacional era lo que muchos estaban esperando. Pero a la luz de los acontecimientos, la espera no era tan deseada por la base de sustentación electoral del Frente de Todos como por el “establishment”, que ve en Massa a un peronista no tan peronista, si vale la contradicción semántica y política.

El tigrense no decepcionó a la tribuna y empezó su gestión con más señales para los “mercados” que para la gente de a pie. Sus anuncios sobre disciplina fiscal; profundización de la eliminación de subsidios; fortalecimiento de reservas; superávit comercial; y alineamiento con el FMI, tuvieron respuesta inmediata: meteórica baja del dólar ilegal; balance positivo de acciones y bonos; y comentarios halagadores de algunos de los máximos referentes del mundo empresario. La bienvenida no podría haber sido mejor.

Enemigo interno

En contraposición, la marcha de grupos sociales reclamando una reunión con el nuevo ministro para expresar sus quejas por la falta de medidas inmediatas para los sectores sociales más castigados, o la advertencia del dirigente Juan Grabois de llevarse del bloque del FpV a sus tres diputados nacionales, dejando la tibia mayoría que mantiene hasta ahora el Gobierno en la Cámara Baja en manos de la insaciable oposición, fueron la más clara imagen de que el Gobierno de Alberto Fernández puso el guiño a la derecha y empezó a doblar.

La preocupación de algunos sectores del FdT, sobre todo los ligados al kirchnerismo, empezó a notarse. Pero la batalla ideológica, por ahora, debe resignarse ante la realidad. “Este paso a la derecha no era lo ideal pero había que hacerlo inexorablemente, el Gobierno tiene que cruzar la jungla para ordenar la macroeconomía”, graficó el sociólogo y analista político Ricardo Rouvier, el viernes pasado en una de sus habituales columnas en Cadena Tiempo.

Para Rouvier, Massa deberá superar cuatro obstáculos: los tarifazos (baja de subsidios); la inflación; la devaluación; y el déficit fiscal (para cumplir la meta acordada con el FMI). “Para atravesar esta jungla hará falta mucha ortodoxia y eso resigna a muchos peronistas que creían que había otro camino. Pero lamento decir que vamos a una situación de ajuste”, redondeó Rouvier.

Ajo y agua

Este cambio de rumbo afectará, sin dudas, el delicado equilibrio interno de la coalición de gobierno. Pero también impactará a la oposición que hasta ahora venía haciéndose un picnic con los errores no forzados del Presidente.

Lo que la derecha veía como un camino asfaltado hacia la Presidencia, se llenó de baches y dudas. Es que Massa es un claro referente del “peronismo del medio”. Es decir, puede negociar con sectores de la centro-derecha, como hizo en 2013 cuando se fue del peronismo y armó su Frente Renovador; o mantener relaciones carnales con el kirchnerismo y alumbrar a Alberto Fernández para que sea presidente en 2019.

Mal que les pese a muchos peronistas, como está dada la correlación de fuerzas hoy en la Argentina no parecía haber otra alternativa a mitad de este río correntoso que un programa ortodoxo como el que anunció Massa el miércoles pasado.

Pero Massa quiere ser presidente, no superministro de Economía. Por eso sabe que no tiene margen de error y después de semejante guiño a los sectores concentrados, sí o sí deberá mechar su ortodoxia fiscal con medidas que intenten rescatar del fondo a los sectores que pusieron en la Casa Rosada al Frente de Todos. Sin es ese esfuerzo no tendrá el paraíso que él sueña para 2023.

Desde la presidencia de la Cámara de Diputados, Massa se ganó elogios de sectores medios cuando en 2021 impulsó una modificación sustancial de las alícuotas para pagar el impuesto a las Ganancias, que benefició a 1,2 millón de asalariados. Ahora hubo un atisbo de anuncio de bono para los jubilados. Pero faltan más medidas si no quiere mancarse antes de arrancar.

Chubut, a la expectativa

El gobernador Mariano Arcioni fue uno de los que el miércoles logró abrazar efusivamente a su amigo tras la multitudinaria jura en el Museo del Bicentenario. Sigue habiendo mucha expectativa –exagerada, creen algunos- con los beneficios colectivos que podría tener esa amistad personal.
La llegada de Massa al poder central también tuvo su correlato puertas adentro del peronismo chubutense. Hubo mensajes de apoyo de Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre, los dos máximos aspirantes para competir en 2023, y también del senador Carlos Linares, todavía presidente del PJ. Ninguno lo consideraba hasta ahora a Massa como un jugador central en la definición de las listas del año próximo. Tendrán que sacar el manual de diplomacia y la calculadora si el tigrense escala la montaña.

El gobernador y el reducido grupo de colaboradores que le abrieron las puertas al Frente Renovador en Chubut se entusiasman. Pero la provincia necesita mucho más que entusiasmo. Hace falta gestionar más y mejor porque todavía restan dieciséis meses para terminar el mandato.

La quietud política de Chubut enerva a los que creen que gobernar es más que ocupar despachos. La discusión política pasa hoy por los cruces entre la gestión de Arcioni y la de Adrián Maderna; los codazos por las candidaturas para 2023; o la guerra sin cuartel en la alianza opositora Juntos por el Cambio, con denuncias penales, golpes por debajo del cinturón y una sensación de que a Nacho Torres se le hará cada vez más difícil lidiar con un sector del radicalismo.

La quietud llega hasta la Legislatura, que después de las largas vacaciones de los diputados volvió más perezosa que nunca. La última sesión, por ejemplo, duró 22 minutos. ¿El debate?: bien, gracias.#

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Sergio Massa y su nuevo rol como ministro con amplios poderes. EXpectativas en el PJ y en la oposición.
06 AGO 2022 - 19:57

La llegada de Sergio Massa al Gabinete nacional era lo que muchos estaban esperando. Pero a la luz de los acontecimientos, la espera no era tan deseada por la base de sustentación electoral del Frente de Todos como por el “establishment”, que ve en Massa a un peronista no tan peronista, si vale la contradicción semántica y política.

El tigrense no decepcionó a la tribuna y empezó su gestión con más señales para los “mercados” que para la gente de a pie. Sus anuncios sobre disciplina fiscal; profundización de la eliminación de subsidios; fortalecimiento de reservas; superávit comercial; y alineamiento con el FMI, tuvieron respuesta inmediata: meteórica baja del dólar ilegal; balance positivo de acciones y bonos; y comentarios halagadores de algunos de los máximos referentes del mundo empresario. La bienvenida no podría haber sido mejor.

Enemigo interno

En contraposición, la marcha de grupos sociales reclamando una reunión con el nuevo ministro para expresar sus quejas por la falta de medidas inmediatas para los sectores sociales más castigados, o la advertencia del dirigente Juan Grabois de llevarse del bloque del FpV a sus tres diputados nacionales, dejando la tibia mayoría que mantiene hasta ahora el Gobierno en la Cámara Baja en manos de la insaciable oposición, fueron la más clara imagen de que el Gobierno de Alberto Fernández puso el guiño a la derecha y empezó a doblar.

La preocupación de algunos sectores del FdT, sobre todo los ligados al kirchnerismo, empezó a notarse. Pero la batalla ideológica, por ahora, debe resignarse ante la realidad. “Este paso a la derecha no era lo ideal pero había que hacerlo inexorablemente, el Gobierno tiene que cruzar la jungla para ordenar la macroeconomía”, graficó el sociólogo y analista político Ricardo Rouvier, el viernes pasado en una de sus habituales columnas en Cadena Tiempo.

Para Rouvier, Massa deberá superar cuatro obstáculos: los tarifazos (baja de subsidios); la inflación; la devaluación; y el déficit fiscal (para cumplir la meta acordada con el FMI). “Para atravesar esta jungla hará falta mucha ortodoxia y eso resigna a muchos peronistas que creían que había otro camino. Pero lamento decir que vamos a una situación de ajuste”, redondeó Rouvier.

Ajo y agua

Este cambio de rumbo afectará, sin dudas, el delicado equilibrio interno de la coalición de gobierno. Pero también impactará a la oposición que hasta ahora venía haciéndose un picnic con los errores no forzados del Presidente.

Lo que la derecha veía como un camino asfaltado hacia la Presidencia, se llenó de baches y dudas. Es que Massa es un claro referente del “peronismo del medio”. Es decir, puede negociar con sectores de la centro-derecha, como hizo en 2013 cuando se fue del peronismo y armó su Frente Renovador; o mantener relaciones carnales con el kirchnerismo y alumbrar a Alberto Fernández para que sea presidente en 2019.

Mal que les pese a muchos peronistas, como está dada la correlación de fuerzas hoy en la Argentina no parecía haber otra alternativa a mitad de este río correntoso que un programa ortodoxo como el que anunció Massa el miércoles pasado.

Pero Massa quiere ser presidente, no superministro de Economía. Por eso sabe que no tiene margen de error y después de semejante guiño a los sectores concentrados, sí o sí deberá mechar su ortodoxia fiscal con medidas que intenten rescatar del fondo a los sectores que pusieron en la Casa Rosada al Frente de Todos. Sin es ese esfuerzo no tendrá el paraíso que él sueña para 2023.

Desde la presidencia de la Cámara de Diputados, Massa se ganó elogios de sectores medios cuando en 2021 impulsó una modificación sustancial de las alícuotas para pagar el impuesto a las Ganancias, que benefició a 1,2 millón de asalariados. Ahora hubo un atisbo de anuncio de bono para los jubilados. Pero faltan más medidas si no quiere mancarse antes de arrancar.

Chubut, a la expectativa

El gobernador Mariano Arcioni fue uno de los que el miércoles logró abrazar efusivamente a su amigo tras la multitudinaria jura en el Museo del Bicentenario. Sigue habiendo mucha expectativa –exagerada, creen algunos- con los beneficios colectivos que podría tener esa amistad personal.
La llegada de Massa al poder central también tuvo su correlato puertas adentro del peronismo chubutense. Hubo mensajes de apoyo de Juan Pablo Luque y Ricardo Sastre, los dos máximos aspirantes para competir en 2023, y también del senador Carlos Linares, todavía presidente del PJ. Ninguno lo consideraba hasta ahora a Massa como un jugador central en la definición de las listas del año próximo. Tendrán que sacar el manual de diplomacia y la calculadora si el tigrense escala la montaña.

El gobernador y el reducido grupo de colaboradores que le abrieron las puertas al Frente Renovador en Chubut se entusiasman. Pero la provincia necesita mucho más que entusiasmo. Hace falta gestionar más y mejor porque todavía restan dieciséis meses para terminar el mandato.

La quietud política de Chubut enerva a los que creen que gobernar es más que ocupar despachos. La discusión política pasa hoy por los cruces entre la gestión de Arcioni y la de Adrián Maderna; los codazos por las candidaturas para 2023; o la guerra sin cuartel en la alianza opositora Juntos por el Cambio, con denuncias penales, golpes por debajo del cinturón y una sensación de que a Nacho Torres se le hará cada vez más difícil lidiar con un sector del radicalismo.

La quietud llega hasta la Legislatura, que después de las largas vacaciones de los diputados volvió más perezosa que nunca. La última sesión, por ejemplo, duró 22 minutos. ¿El debate?: bien, gracias.#


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