El juez Marcos Nápoli observó que sólo crecieron los delitos menores contra la propiedad pero que el temor instalado es mayor, en parte por la crisis socioeconómica de Trelew y en parte por la difusión constante de episodios policiales.
“No creo que los hechos hayan aumentado en violencia. Hay entraderas y salideras bancarias pero no son nuevos. Hay más bombardeo informativo. En las crisis económicas las personas sienten amenazado su poco capital y es explicable desde la Criminología: aumenta la sensación de angustia y de proteger como sea lo poco que se tiene; cualquier delito se agranda como si tuviese más magnitud de la que tuvo. Hay mucha más exposición”.
También advirtió que creció mucho “la justicia por mano propia y tiene que ver con el retiro del Estado. Muchas banditas resuelven los problemas entre ellos y son los hechos de sangre que vemos: se disputan actividades delictivas, hay ajuste de cuentas vinculados con el consumo de alcohol, narcomenudeo, y consumo de estupefacientes”.
“Aumentó el delito menor y torpe pero no el delito violento. Roban mucho a los distribuidores en la calle pero no hay una suba exponencial de delitos de sangre. Y si aumentó, fue al ritmo de la densidad poblacional”, graficó.
Nápoli tuvo un párrafo especial para el robo de celulares, cada vez más frecuente. “Es fácil decir que no están robando comida. Pero un celular para un joven de 12 a 16 años es un bien de primera necesidad y no verlo así es un inconveniente. Un chico fuera de las redes sociales es un marginal. Es pertenecer al menos a un grupo, un modo de vincularse y de conectarse con sentimiento de pertenencia”.
El juez advirtió que en Trelew “no hay actividad cultural, los chicos no tienen qué hacer, no hay proyecto ni planes. Es una gran falencia. No hay referentes sociales. Si no les pagan a los docentes, las escuelas se caen a pedazos y no hay transporte, el pibe está fuera del sistema, llega a la casa y tiene un padre con problemas y miedo a que lo echen, y con miedo a que le roben lo poco que tiene. Sufre situaciones de violencia en el propio barrio. No es la realidad de Belgrano y San Martín”.
Nápoli aclaró que “no hace falta irse a Rosario para correr riesgo de que te pase algo; está claro que en Trelew también corrés riesgo. No estamos en una sociedad tranquila, se corre riesgo pero es el mismo que hace años. Hay un temor instalado, sostenido y que se retroalimenta. Todos opinan, informan y desinforman”.
Admitió que en muchos casos el servicio de justicia penal es “bastante deficitario” pero también el fuero laboral, civil y de familia. “A veces generan más daño que lo penal. Si los equipos técnicos deben evaluar si hay jóvenes vulnerables y el Estado tiene que intervenir pero fallan porque el servicio es malo, genera un desbarajuste en la vida del pibe y el daño es irreparable; si una indemnización tarda mucho también impacta sobre la igualdad y las reacciones de las personas. Sucede que el fuero penal está mucho más
expuesto”.
-¿Qué autocrítica debe hacer la justicia?
-Los jueces debemos empezar a formar parte de la discusión político social de un modo más proactivo y no como parte de un sistema corporativo inamovible e incontrolable, con decisiones poco explicables porque somos muy técnicos y hablamos difícil. Deberíamos tener un contacto diario más fluido con la gente. La demagogia es uno de los males más graves que puede tener un juez. Decirle a la gente lo que quiere oír y no lo que les molesta oír, o resolver de acuerdo al qué dirá la gente y no de acuerdo a la ley. Es imposible quedar bien con todo el mundo”.
Nápoli subrayó que “no tenemos la bola de cristal cuando liberamos a alguien porque tenemos que hacerlo y no sabemos si no será dañino para la sociedad, pero sí debemos ser serios en mirar los informes, y apoyarnos en equipos técnicos comprometidos que nos orienten para no errar”.
El juez consideró que los cambios legales que se proponen ya están en el Código. “Habla de juicio rápido para delitos en flagrancia. Está comprobado que aumentar las penas es inocuo porque el delincuente no se motiva en la pena. Siempre cree que saldrá impune. Si se les puso la mayor pena, ¿por qué aumentan los femicidios? Porque el femicida no piensa en la pena, actúa por impulso y hace un desastre por más que alguien diga `Mirá que si matamos a una mujer tenés perpetua´. La pena no es el remedio”.
En este sentido explicó que “si seguimos restringiendo la norma vamos a meter cada vez más gente presa pero el delito no va a cesar. Es mentira que son 50 nombres que hay que encarcelar para resolver esto, porque están vinculados con familias grandes que dependen de esa persona y de inmediato sale otro a cumplir ese rol. Se suceden a medida que caen detenidos o se retiran del delito, pero siempre los espacios son ocupados”. #
El juez Marcos Nápoli observó que sólo crecieron los delitos menores contra la propiedad pero que el temor instalado es mayor, en parte por la crisis socioeconómica de Trelew y en parte por la difusión constante de episodios policiales.
“No creo que los hechos hayan aumentado en violencia. Hay entraderas y salideras bancarias pero no son nuevos. Hay más bombardeo informativo. En las crisis económicas las personas sienten amenazado su poco capital y es explicable desde la Criminología: aumenta la sensación de angustia y de proteger como sea lo poco que se tiene; cualquier delito se agranda como si tuviese más magnitud de la que tuvo. Hay mucha más exposición”.
También advirtió que creció mucho “la justicia por mano propia y tiene que ver con el retiro del Estado. Muchas banditas resuelven los problemas entre ellos y son los hechos de sangre que vemos: se disputan actividades delictivas, hay ajuste de cuentas vinculados con el consumo de alcohol, narcomenudeo, y consumo de estupefacientes”.
“Aumentó el delito menor y torpe pero no el delito violento. Roban mucho a los distribuidores en la calle pero no hay una suba exponencial de delitos de sangre. Y si aumentó, fue al ritmo de la densidad poblacional”, graficó.
Nápoli tuvo un párrafo especial para el robo de celulares, cada vez más frecuente. “Es fácil decir que no están robando comida. Pero un celular para un joven de 12 a 16 años es un bien de primera necesidad y no verlo así es un inconveniente. Un chico fuera de las redes sociales es un marginal. Es pertenecer al menos a un grupo, un modo de vincularse y de conectarse con sentimiento de pertenencia”.
El juez advirtió que en Trelew “no hay actividad cultural, los chicos no tienen qué hacer, no hay proyecto ni planes. Es una gran falencia. No hay referentes sociales. Si no les pagan a los docentes, las escuelas se caen a pedazos y no hay transporte, el pibe está fuera del sistema, llega a la casa y tiene un padre con problemas y miedo a que lo echen, y con miedo a que le roben lo poco que tiene. Sufre situaciones de violencia en el propio barrio. No es la realidad de Belgrano y San Martín”.
Nápoli aclaró que “no hace falta irse a Rosario para correr riesgo de que te pase algo; está claro que en Trelew también corrés riesgo. No estamos en una sociedad tranquila, se corre riesgo pero es el mismo que hace años. Hay un temor instalado, sostenido y que se retroalimenta. Todos opinan, informan y desinforman”.
Admitió que en muchos casos el servicio de justicia penal es “bastante deficitario” pero también el fuero laboral, civil y de familia. “A veces generan más daño que lo penal. Si los equipos técnicos deben evaluar si hay jóvenes vulnerables y el Estado tiene que intervenir pero fallan porque el servicio es malo, genera un desbarajuste en la vida del pibe y el daño es irreparable; si una indemnización tarda mucho también impacta sobre la igualdad y las reacciones de las personas. Sucede que el fuero penal está mucho más
expuesto”.
-¿Qué autocrítica debe hacer la justicia?
-Los jueces debemos empezar a formar parte de la discusión político social de un modo más proactivo y no como parte de un sistema corporativo inamovible e incontrolable, con decisiones poco explicables porque somos muy técnicos y hablamos difícil. Deberíamos tener un contacto diario más fluido con la gente. La demagogia es uno de los males más graves que puede tener un juez. Decirle a la gente lo que quiere oír y no lo que les molesta oír, o resolver de acuerdo al qué dirá la gente y no de acuerdo a la ley. Es imposible quedar bien con todo el mundo”.
Nápoli subrayó que “no tenemos la bola de cristal cuando liberamos a alguien porque tenemos que hacerlo y no sabemos si no será dañino para la sociedad, pero sí debemos ser serios en mirar los informes, y apoyarnos en equipos técnicos comprometidos que nos orienten para no errar”.
El juez consideró que los cambios legales que se proponen ya están en el Código. “Habla de juicio rápido para delitos en flagrancia. Está comprobado que aumentar las penas es inocuo porque el delincuente no se motiva en la pena. Siempre cree que saldrá impune. Si se les puso la mayor pena, ¿por qué aumentan los femicidios? Porque el femicida no piensa en la pena, actúa por impulso y hace un desastre por más que alguien diga `Mirá que si matamos a una mujer tenés perpetua´. La pena no es el remedio”.
En este sentido explicó que “si seguimos restringiendo la norma vamos a meter cada vez más gente presa pero el delito no va a cesar. Es mentira que son 50 nombres que hay que encarcelar para resolver esto, porque están vinculados con familias grandes que dependen de esa persona y de inmediato sale otro a cumplir ese rol. Se suceden a medida que caen detenidos o se retiran del delito, pero siempre los espacios son ocupados”. #